Bitter Winter continúa exponiendo las mentiras dichas por las autoridades chinas sobre los campamentos de “transformación por medio de educación”. En una entrevista, un empleado de una de esas instalaciones de internamiento en Sinkiang habló sobre las cuotas de detenidos, las categorías en las que son divididos y las condiciones de vida miserables que prevalecen ahí.
El empleado del campamento accedió a hablar con nosotros con la condición de permanecer en el anonimato total. Lo llamaremos el señor Liu Gang. Para protegerlo a él y a nuestro reportero, no podemos revelar la ubicación del campamento o dar más detalles sobre él.
El señor Liu, que previamente estuvo empleado en una organización del sector público, fue transferido a principios de este año para trabajar en uno de los campamentos en Sinkiang. En contra de su voluntad, es ahora uno de los casi 2000 empleados que hay ahí. Durante la entrevista, llamó “estudiantes” a las personas que se encuentran en el campamento, pero, en varias ocasiones, se refirió a su lugar de trabajo como “prisión”.
“Hay demasiadas personas encerradas aquí y, quizás, debido a ello, sentimos que nos hace falta personal. Nuestros días de descanso, que se asignan por rotación, a menudo se cancelan y rara vez podemos descansar. No sé durante cuánto tiempo más continuará esta situación tan tensa”.
El señor Liu reveló que cada campamento tiene una cuota de detenidos que tiene que cumplir. Si la cuota no se cumple con uigures, entonces se captura a chinos de la etnia han que tienen creencias religiosas.
“La política actual es ‘admitir a todos los que deberían ser admitidos’. Casi todos los uigures de mi condado han sido arrestados. No hay nadie para trabajar la tierra o para cuidar a los niños”, dijo el señor Liu. Una secundaria local recientemente fue convertida en un campamento debido a que los demás lugares tenían sobrecupo. Actualmente alberga a muchos uigures.
En el campamento donde trabaja el señor Liu, los detenidos uigures son divididos en cuatro niveles de supervisión: poco estricta, ordinaria, estricta y obligatoria.
La “clase” obligatoria está casi exclusivamente compuesta por uigures y huis, mientras que los chinos de la etnia han son colocados principalmente en la “clase” de supervisión ordinaria.
“Quienes se encuentran en las clases de supervisión obligatoria en el campamento son como los prisioneros que cumplen con condenas largas en los centros de detención”, dijo el señor Liu. “Después de que son ‘reformados’, son enviados a la clase de supervisión estricta. Aquellos que pasan esa clase son enviados a la clase ordinaria y, finalmente, a la clase de supervisión poco estricta”.
La clasificación de los “estudiantes” se decide después de que el llamado “equipo de diagnóstico” realiza evaluaciones regulares. Por ejemplo, el equipo verifica si las personas han firmado una “declaración de arrepentimiento” o han admitido su “culpa”.
Aquellos que obtienen una evaluación “buena” pueden ser enviados a una clase con una supervisión menos estricta mientras que aquellos que no la obtienen son enviados a un centro de detención. “La situación ha sido tensa este año. La mayoría de las personas que son enviadas a los centros de detención son sentenciadas a un tiempo en prisión de al menos cinco años. Algunos son sentenciados a 30 años, que, en esencia, es el equivalente a estar encerrado de por vida”, agrega el señor Liu.
Los detenidos uigures son obligados a aprender mandarín y las clases se dividen en tres niveles: principiante, intermedio y avanzado.
Refiriéndose a las dificultades de estos detenidos, el señor Liu dijo: “¿Te has puesto a pensar lo difícil que sería que una persona de mediana edad de la etnia han aprenda el idioma uigur? Para las personas de edad más avanzada, resulta todavía más difícil”.
Sin embargo, aun si un uigur logra obtener una calificación perfecta en el idioma chino, a él o ella no se le permitirá dejar el campamento. “Lo denominan ‘educación y entrenamiento’, pero no liberan a las personas después de ello. Ni siquiera yo logro entender por qué”, dijo el señor Liu.
Los detenidos a menudo son atacados en los campamentos, tanto física como verbalmente. Dada la miserable vida que prevalece adentro, a menudo están dispuestos a hacer cualquier cosa para ver a sus familiares. No obstante, las autoridades utilizan esto como una táctica de control.
Por ejemplo, aquellos que obtienen al menos una calificación de 95 puntos (de 100) en su evaluación mensual, logran reunirse con su familia ese mes. Para asegurarse de que eso ocurra, los detenidos deben mantener el mejor comportamiento posible y hacer todo tal y como se les dice. “Deben sentarse, pararse, bañarse, dormir y comer, según se les ordena. De esta forma, la mayoría de los ‘estudiantes’ están plenamente controlados”.
A aquellos que tienen un “desempeño deficiente” se les niega el permiso de reunirse con su familia. Tampoco se permiten las peticiones urgentes. El señor Liu compartió el ejemplo de un detenido cuya madre había fallecido y que quería estar con su familia para el funeral. No obstante, las autoridades del campamento le negaron el permiso.
Liu Guang dijo que los procedimientos para obtener un permiso para dejar temporalmente el campamento son extremadamente complejos y que requieren la aprobación de todos los niveles de mando. Incluso si a alguien se le permite visitar a su familia, es acompañado por agentes de seguridad y por otros empleados y debe regresar al campamento al cabo de dos o tres horas.
El señor Liu, quien trabaja en la zona de supervisión obligatoria, compartió que aunque tiene poco contacto con los “estudiantes”, se le exige que esté plenamente armado en todo momento. Dentro de las instalaciones tiene que portar ropa antipuñaladas y llevar una porra; cuandoquiera que se encuentre en exteriores tiene que ponerse un casco. Si no sigue estas reglas, se le multará con 500 yuanes (72 dólares) y se le castigará.
En referencia al predicamento en el que se encontraba de forma personal, dijo: “Tampoco tenemos ningún tipo de libertad. Cuando salimos del trabajo parece como si también nos hubieran liberado de una prisión. Cuando es tiempo de volver, resulta extremadamente deprimente”.
Supuestamente cada miembro del personal en el campamento debe recibir 1000 yuanes (casi 145 dólares) de ayuda mensual para alimentos; sin embargo, durante cinco meses no han recibido ese dinero. De acuerdo con Liu Guang, en algunos departamentos gubernamentales en Sinkiang, tampoco se han cubierto los salarios en los últimos meses, lo cual apunta hacia el hecho de que existen limitaciones financieras por parte del PCCh. “Tal vez el Gobierno ha gastado todo su dinero en ‘mantener la estabilidad’”, finalizó la entrevista el señor Liu, con una broma triste.
Reportado por: Equipo de Bitter Winter