Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Debido a que las autoridades chinas han prohibido los productos fabricados especialmente para musulmanes, los negocios han tenido que enfrentar pérdidas sustanciales directas e indirectas.
Debido a que se están cerrando o demoliendo más iglesias, los miembros de las congregaciones ahora tienen que esperar hasta que oscurezca o reunirse en lugares apartados para seguir practicando su religión.
Algunos miembros del clero católico clandestino en China creen que el acuerdo entre el Vaticano y China ha exacerbado la persecución de católicos clandestinos y no tienen esperanzas de que sus iglesias sobrevivan.
El Gobierno chino ya mantiene un firme control sobre el uso de Internet por parte de los ciudadanos. Palabras y frases tales como «Aleluya», «Amén», «Gracias a Dios» y «Jesús» son actualmente consideradas más sensibles de lo que ya eran al ser introducidas en un motor de búsqueda.
Periódicamente, presuntos miembros del movimiento religioso prohibido Tres Grados de Siervos son arrestados en China. No obstante, es posible que el grupo ya no exista.
Una conferencia académica celebrada en la Universidad George Washington —de excelente nivel científico y significativa participación del público— ilustra y confirma la pesadilla que se vive diariamente Sinkiang, donde la religión es considerada una «patología» y un pueblo entero es sometido a «rectificación» debido a que es considerado un pueblo «equivocado».
En el marco de una campaña nacional, las autoridades de la ciudad de Wuhan, ubicada en la provincia de Hubei, demolieron una estatua de Guanyin de 36 metros de altura en octubre. La demolición de elementos budistas afecta no sólo a las libertades religiosas, sino también a las vidas de los locales que trabajan cerca.
Bitter Winter continúa exponiendo las mentiras dichas por las autoridades chinas sobre los campamentos de “transformación por medio de educación”.
En una aldea de Fujian, las autoridades demolieron ilegalmente casas de residentes para dar paso a la construcción de una nueva villa. Una familia que perdió dos propiedades intentó luchar por sus derechos, pero fue perseguida y tuvo que esconderse para evitar que sus miembros fueran detenidos.
Las autoridades afirmaron que el templo era una «construcción ilegal» a pesar de que contaba con todos los permisos necesarios.
Los dos últimos sobrevivientes del régimen de los Jemeres Rojos han sido condenados a cadena perpetua por genocidio. A pesar de ser un logro, se trata de una media victoria, la razón de ello está relacionada con sus poderosos partidarios extranjeros.
Muchos musulmanes de Sinkiang están siendo detenidos. Las autoridades chinas están separando familias y causando traumas emocionales severos a niños, condenados a tener una infancia infeliz sin sus padres.
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