El obispo de la Iglesia católica clandestina de Zhengding, lleva desde 1989 entrando y saliendo de prisión, y hasta el día de hoy continúa bajo una estricta vigilancia.
por Feng Gang
Hebei es un centro importante de la Iglesia católica en China. Durante muchos años, obispos y sacerdotes de la Iglesia católica clandestina han estado detenidos o condenados a arresto domiciliario por negarse a unirse a la Asociación Católica Patriótica China. El obispo (Julius) Jia Zhiguo es uno de ellos. Nació en una familia católica el 1 de mayo de 1935 en la aldea de Wuqiu, en el pueblo de Zongshizhuang, ciudad de Jinzhou, prefectura de Shijiazhuang, Hebei, China. Por lo tanto, tiene 83 años. El 8 de febrero de 1981, el obispo Jia fue consagrado por el obispo Fan Xueyan (1907-1992) como segundo obispo de Zhengding para la Iglesia católica clandestina. Debido a su negativa a unirse a la Asociación Católica Patriótica China, el obispo Jia ha sido arrestado, detenido y condenado a arresto domiciliario en repetidas ocasiones.
Situación actual del obispo Jia
Desde que el PCCh arrestó al obispo Jia en 1989, le han vuelto a arrestar, detener y condenar a arresto domiciliario constantemente. Aunque actualmente no se encuentra en prisión, vive bajo una estrecha supervisión por parte de las autoridades locales y ni siquiera le permiten ver al médico o reunirse con sus seres queridos a solas.
En marzo de 2018, los parientes del obispo Jia presentaron varias solicitudes a las autoridades con la esperanza de poder reunirse con él y cenar juntos. El 26 de marzo, cuando por fin recibieron la aprobación, las autoridades locales de Shijiazhuang enviaron a su personal para vigilar todo el proceso. Durante este tiempo, un agente de policía utilizó su teléfono móvil para hacer fotografías y grabar en vídeo al obispo Jia y a su familia. El agente permaneció a la entrada del restaurante sin dejar de vigilar en ningún momento al obispo Jia y sin permitirle estar fuera de su vista.
El 16 de junio de 2018 por la mañana, el obispo Jia empezó a sentir dolor de pecho y tuvieron que llevarle rápidamente al hospital. Allí, estuvo vigilado constantemente por un agente de policía que solo dejaba que le vieran al mismo tiempo un miembro de la familia y una monja. No se permitieron visitas de miembros del clero local.
Los parientes cuentan la historia del obispo
Tras su consagración episcopal en 1981, han arrestado al obispo Jia más de 10 veces.
El 4 de abril de 1989, la Oficina de Seguridad Pública le arrestó durante una reunión con un sacerdote salesiano de Hong Kong en la estación de tren de Pekín y le envió a prisión. Le metieron en una celda llena de delincuentes. Las personas de la celda solo podían estar de pie; no había suficiente espacio para sentarse. El obispo Jia permaneció detenido siete días durante los que sufrió una pérdida significativa de peso y se infestó de piojos por todo el cuerpo. A los siete días le trasladaron a la Oficina de Seguridad Pública de Baoding para encerrarle. Para obligar al obispo Jia a que rompiese sus vínculos con el Papa, se uniera la Asociación Católica Patriótica China y renunciase a su fe, la policía le torturó llenando de agua la celda en la que estaba encerrado hasta una altura de más de 20 cm. La humedad provocó que le salieran espolones en los pies que le hacían caminar con dolor. Tras pasar tres meses detenido, le pusieron en libertad y le llevaron a la iglesia catedral de la diócesis de Shijiazhuang, en la aldea de Wuqiu, ciudad de Jinzhou.
Poco después de la puesta en libertad del obispo Jia, fueron a verle unos funcionarios de la Oficina de Asuntos Religiosos de Shijiazhuang. Le prometieron que si rompía sus vínculos con el Vaticano, se unía a la Asociación Patriótica y aceptaba la supervisión del Gobierno, le darían un buen coche y le permitirían ir a cualquier parroquia de la provincia de Hebei que quisiera visitar. El obispo Jia se negó rotundamente. Posteriormente, las autoridades locales le pusieron bajo arresto domiciliario. La policía de Shijiazhuang le alquiló un apartamento privado enfrente de la catedral y organizó turnos de vigilancia entre cuatro o cinco funcionarios. Le prohibieron salir del alojamiento e instalaron en su habitación dispositivos de escucha. Cuando el obispo Jia tenía que ir al médico al hospital para que le hicieran una transfusión o le dieran una medicina, siempre le seguía un policía.
Según uno de los familiares del obispo, el 8 de noviembre de 2005, cuando el presidente Bush visitó China, pidió reunirse con el obispo Jia. La policía le apartó de la catedral y le retuvo en sus dependencias. No permitieron al presidente que se reuniera con él declarando falsamente que se encontraba de viaje. Sin embargo, las protestas de Bush continuaron y su Administración llegó a amenazar con cancelar una visita de dirigentes chinos a los Estados Unidos. Debido a las presiones, el Gobierno del PCCh le devolvió a la catedral en septiembre de 2006. Entonces la policía instaló una gran cámara a la entrada de la catedral.
El 5 de junio de 2007, volvieron a arrestar al obispo Jia y posteriormente le pusieron en libertad. El 24 de agosto de 2008, el día de la clausura de los Juegos Olímpicos de Pekín, las autoridades de Shijiazhuang le apartaron por la fuerza de la catedral de Cristo Rey de la aldea de Wuqiu. Le pusieron en libertad el 18 de septiembre del mismo año, después de la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos.
El 30 de marzo de 2009, la policía de la prefectura de Shijiazhuang volvió a retirar al obispo Jia de la catedral. Durante este período, sus parientes fueron a ver a la policía en la Oficina de Seguridad Pública de Shijiazhuang para discutir el asunto, insistiendo en que no había cometido ningún delito. Al final, aunque la policía permitió que la familia del obispo Jia fuera a verle, cambiaron de vehículo varias veces a lo largo del camino para que le perdieran el rastro y no pudieran saber dónde estaba siendo retenido.
Hasta el 7 de Julio de 2010, no se suspendió su arresto domiciliario. Aunque el obispo Jia volvió a la catedral católica de la aldea de Wuqiu, sigue viviendo bajo vigilancia policial y le han advertido en repetidas ocasiones que no salga de la zona de la catedral. Para mantener la zona bajo una vigilancia más estrecha, la policía encontró un edificio de una granja al nordeste del complejo que han convertido en una oficina donde reunir información y mantener al obispo bajo vigilancia.
Cada vez que un miembro del clero católico va a ver al obispo, el personal de la Oficina de Seguridad Pública le sigue inmediatamente al interior del complejo. También les presionan para que se marchen lo antes posible. Además, han instalado numerosa cámaras en las dependencias del obispo, dejándole sin la menor privacidad en su vida personal. Los católicos locales han denunciado repetidamente su situación, pero ha sido en vano.