Presentamos el impactante caso de la Dra. Gulshan Abbas –una inocente profesional que fue detenida– relatado exclusivamente para nosotros por su hija. ¿Cuándo finalizará este martirio?
Ziba Murat
Nota del editor: al menos un millón de musulmanes uigures están detenidos en campamentos de transformación por medio de educación emplazados en Sinkiang solo por ser creyentes y pertenecer a una minoría étnica. Entre estas numerosas personas se encuentra la Dra. Gulshan Abbas, quien repentinamente desapareció muy probablemente debido al activismo voluntario de su hermana Rushan Abbas en el campo de los derechos humanos en defensa de su pueblo. En la retórica del régimen, este sistema de campos de concentración está compuesto por escuelas de capacitación profesional creadas para superar lo que el Partido Comunista Chino (PCCh) considera el atraso típico tanto de la región como de su gente. Pero, sin duda alguna, una persona como la Dra. Abbas, una experimentada médica profesional jubilada, no necesita ningún tipo de superación…
Ahora, una de sus hijas, Ziba Murat, ha decidido hablar. Cuidadosamente, con calma, no obstante, con firmeza. Ziba nació en Sinkiang y llegó a Estados Unidos en el verano de 2005. Pasó su juventud en Ürümqi, la capital de la región, y asistió a la escuela secundaria allí. En EE. UU. se graduó en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia emplazada en Richmond, Virginia, y ahora vive en Tampa, Florida, trabajando como analista de precios corporativos. La misma ha escrito algunas líneas sobre el caso de su madre, con la intención de ayudar a crear conciencia sobre lo que está enfrentando el pueblo uigur. Hoy es el Día de la Madre en Estados Unidos, en la mayor parte de los países europeos, en Japón, en Australia y en otros lugares. Ziba espera que los próximos años, en este día, su mamá Gulshan pueda celebrar el día junto a su familia y a salvo en su hogar. También esperamos que así sea, tanto para la Dra. Gulshan como para todos los uigures y otras personas que se encuentran ilegalmente detenidas en China. Esta es la razón por la cual publicamos el mensaje de Ziba.
Dejar a mi familia y a mi ciudad natal, Ürümqi, Sinkiang, hace 14 años para venir a Estados Unidos no fue nada fácil, pero aún así, lo hice. Me marché con el corazón apesadumbrado y con la esperanza de algún día traer a mis padres aquí para que disfruten el resto de su vida sin preocupaciones. Nunca imaginé que algún día podría estar aquí sentada, buscando información sobre mi madre, la Dra. Gulshan Abbas, quien desapareció en los llamados campamentos de transformación por medio de educación chinos.
En una ocasión vino a visitarnos aquí, a Estados Unidos. Todavía recuerdo vívidamente el día en que la vi pasar por la seguridad del aeropuerto nacional Ronald Reagan en el verano de 2016. Le rogamos que se quedara y no regresara, pero se mostró testaruda. La razón por la que insistió en regresar fue su anciana tía, quien había venido a Estados Unidos con ella. Nos dijo: «Tengo que llevarla de vuelta, es un largo viaje». Cuando pasó la seguridad, se volvió y saludó. De repente tuve una sensación muy oscura e incómoda en mi estómago. Oré para que estuviera a salvo, esperando poder verla pronto.
Mi madre es una doctora jubilada. Se retiró a temprana edad por razones de salud. Su hermana, Rushan Abbas, siempre dice «por lo general, cuando alguien te habla, le hacemos saber que lo estamos escuchando asintiendo con la cabeza o respondiéndole, pero cuando alguien le habla a tu madre, ella simplemente sonríe. Es un alma cariñosa, sin una pizca de malicia en su ser”. Recuerdo que cuando era niña, siempre la encontraba levantada muy temprano por la mañana, lista para irse. Cuando le preguntaba a dónde iba, obtenía la misma respuesta el 90% de las veces. O bien alguien procedente de Artux, Kasgar o de alguna de las otras ciudades rurales de Sinkiang había llegado en busca de atención médica y tenía que llevarlos al hospital, o estas personas la necesitaban porque no sabían hablar en mandarín. Mi abuela (que Alá guarde su alma) siempre se quejaba (mi mamá lo llamaba «tatliq aghrinish«, que significa «quejas dulces») porque mamá nunca se ocupó de sí misma, poniendo el cuidado del prójimo en primer lugar. Fui testigo de ello en varias oportunidades: las personas a quienes ella ayudaba se sentaban allí y sollozaban porque se sentían sumamente felices. Ella siempre nos decía a mi hermana y a mí: «Respeten al prójimo, hagan todo lo que esté a su alcance por hacer el bien a los demás».
Esta es la Dra. Gulshan Abbas, de etnia uigur, una persona compasiva y amable que hizo de la ayuda al prójimo una parte importante de su vida.
Entonces, ¿por qué esta ciudadana amable, culta y respetuosa de la ley, que vivía una vida simple, terminó en un campo de concentración chino para «reeducación»? Su personalidad y su vida social no encarnan lo que el Gobierno chino describe como su objetivo para estos centros. Su único delito es la «culpa por asociación». El Gobierno chino detuvo a mi madre para silenciar a mi tía, Rushan Abbas, una ciudadana estadounidense que ha estado hablando activamente sobre lo que le está sucediendo a mi pueblo en su país.
Perdimos contacto con mi madre desde el 11 de septiembre de 2018. Ya han pasado más de siete meses. No tenemos noticias de ningún tipo. No sabemos dónde está ni nada sobre su estado. Mi hermana tuvo a su segundo bebé dos semanas después de que mi madre fuera detenida, y ella ni siquiera sabe que tiene otro nieto. Nunca pensamos que criaríamos a nuestros hijos sin que mi madre fuera parte de ello.
Ella regresó a pesar de que nosotros le rogamos desesperadamente que se quedara porque creía en su Gobierno y porque no tiene nada que esconder o temer. Pero nunca pensó que la confinarían para «educarla».
Esperé tanto tiempo antes de poder finalmente buscar información sobre mamá de manera pública porque temía que surgieran represalias contra ella y otros familiares que aún viven en mi país. También tenía la esperanza de que regresara pronto de dondequiera que esté. Ahora tengo miedo de perderla, el solo hecho de pensarlo me hace estremecer y me deja sin aliento. A veces me derrumbo, me siento impotente. A diario lucho para no perder la razón y para no tocar fondo. Todo lo que quiero es volver a verla, que se una a nosotros y a sus nietos en la mesa para cenar y que ría junto a nosotros otra vez. A menudo me pregunto «¿alguna vez podremos recuperarnos de este trauma, de esta tortura emocional?». Rezo para que podamos hacerlo.
Esto es sólo la punta de un iceberg. Mi madre es solo una entre millones de uigures que se encuentran detenidos en estos campamentos. La identidad uigur está siendo atacada, nuestra cultura está siendo destruida. Mi comunidad en la diáspora se siente destrozada. A pesar de nuestra continua súplica, el mundo nos está dando la espalda. Están presenciando cómo una etnia está siendo eliminada y no hacen nada.
Debido a ello le suplico al mundo. El holocausto de los judíos tuvo lugar antes de que el mundo pudiera abrir los ojos y finalmente decir «¡Basta!»: por favor, no permitan que la historia se repita con los uigures.