Motivados por la visita de un dignatario del Gobierno central, las autoridades locales de Henán están llevando el «trabajo religioso» a un nuevo nivel. Todo sea para complacer al Partido.
Wang Yichi
Del 15 al 17 de abril, Wang Yang, presidente del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh) y miembro del Comité Permanente del Partido Comunista Chino (PCCh) visitó la provincia central de Henán para un tour de inspección de trabajo religioso de tres días de duración. Durante la visita, el Sr. Wang destacó la necesidad de mejorar el trabajo político a nivel de base, alentando a los encargados del trabajo religioso a combatir «las actividades ilegales de manera enérgica».
Los funcionarios del Gobierno local de la aldea de Baisha, bajo la jurisdicción de la ciudad de Zhengzhou, tomaron medidas de manera inmediata: en solo cuatro días, demolieron cuatro templos.
El 16 de abril se le ordenó al propietario del Templo Budista de Deshan que destruyera su templo. Funcionarios locales publicaron una notificación de demolición en la puerta del templo en la cual se podía leer lo siguiente: «Lugar de actividad religiosa ilegal con medidas de control de incendios de calidad inferior». Se le advirtió al propietario que, si se negaba a sacar todas sus pertenencias y a destruir personalmente el templo, las autoridades se ocuparían de ello. Los funcionarios agregaron que «quemar incienso y adorar a Buda es un acto supersticioso, y equivale a no creer en el Partido Comunista». Se envió personal para vigilar el templo día y noche, prohibiéndoles a los fieles ingresar al mismo.
“La demolición del templo es una orden procedente del Gobierno central. Ya no se les permite creer», afirmó un funcionario cuando el dueño del templo le pidió que explicara los motivos de la demolición. «¡Sus estatuas budistas no deben ser vistas en la ciudad de Zhengzhou!».
El templo fue demolido cuatro días después, luego de que un grupo de trabajo compuesto por más de 100 personas condujera grúas, camiones y excavadoras para llevar a cabo la labor. La policía acordonó el templo y no permitió que nadie ingresara al mismo, incluso se les prohibió a los residentes cercanos abandonar sus hogares. El propietario permaneció bajo custodia policial durante la demolición y recién fue liberado cuando el templo que le había costado más de 500 000 yuanes (aproximadamente 74 000 dólares) fue convertido en una pila de escombros.
«Este era nuestro hogar, pero no podemos hacernos cargo de él. El Gobierno aún está siguiendo el camino de Mao Zedong, demoliendo templos y destruyendo estatuas budistas. ¡No hay libertad religiosa en absoluto!”, afirmó un creyente con suma impotencia.
El cercano Templo Taoísta de Zumu fue construido en el año 2016 a un costo de más de 300 000 yuanes (aproximadamente 44 300 dólares). Con la esperanza de salvarlo de la persecución gubernamental, los propietarios habían colocado una estatua de Mao Zedong en el mismo. Pero todo fue en vano. Para despejar el camino para la destrucción, la policía ahuyentó a los fieles y llevó al dueño del templo a la estación de policía, liberándolo luego de que el mismo fuera completamente demolido.
Los otros dos templos taoístas de la aldea fueron los siguientes: el Templo de Laonai, construido hace 13 años a un costo de más de 500 000 yuanes (aproximadamente 74 000 dólares) fue demolido la tarde del 17 de abril, y el Templo de Yanjun, el 20 del mismo mes.
Según fuentes, hasta la fecha, los propietarios no han recibido ningún tipo de compensación financiera por sus propiedades destruidas.