Con el objetivo de detener la propagación del budismo tibetano en China Continental, el PCCh está estrechando su control sobre cualquier actividad religiosa o expresión de la cultura tradicional.
Yang Xiangwen
Durante la última década, mientras la cantidad de budistas practicantes entre la etnia tibetana en China se ha mantenido más o menos constante, la popularidad del budismo tibetano ha crecido cada vez más entre la clase media urbana de etnia han, obteniendo varios millones de nuevos creyentes. Molestas por dicho crecimiento, las autoridades han estado llevando a cabo políticas opresivas, acosando monjes, controlando el nombramiento de líderes religiosos y destruyendo templos y estatuas. La represión se ha intensificado durante los meses que se aproximan al 60 aniversario de la Batalla de Lhasa de 1959, la cual acabó brutalmente con la autonomía del Tíbet y obligó al dalái lama a exiliarse.
El budismo tibetano fue investigado en la provincia de Hebei y se planificaron nuevas medidas represivas
Según un documento recientemente obtenido, emitido por un Gobierno local de la provincia china norteña de Hebei, en el mes de marzo, los funcionarios recibieron órdenes de investigar de manera exhaustiva la propagación del budismo tibetano, incluyendo conferencias de monjes, ceremonias de iniciación para monjes novicios y otras actividades religiosas. El documento también exige conocer la estructura organizativa de los budistas tibetanos locales, sus patrones de actividad y los métodos de difusión de información utilizados, incluyendo los lugares donde se estudia budismo tibetano, así como también datos sobre sitios web y grupos de WeChat relacionados. También se deberá recopilar y analizar información relacionada con arquitectura budista tibetana, estatuas, ornamentos, etc. Estas tareas fueron puestas en marcha por el Departamento de Trabajo del Frente Unido de la provincia de Hebei.
Varias personas han expresado su preocupación de que, dadas las prácticas habituales del Partido Comunista Chino (PCCh), es probable que a lo largo de la provincia de Hebei las autoridades adopten medidas adicionales para aplicar medidas enérgicas exhaustivas sobre los budistas tibetanos una vez concluida la labor de investigación preliminar.
Monjes expulsados del jardín de Wanfo
El año pasado, a lo largo de toda la provincia de Hebei, se produjeron múltiples casos de represión contra el budismo tibetano. En una reunión convocada por la Agencia de Asuntos Religiosos en la ciudad de Wu’an, se hizo hincapié en la prevención de la propagación de la cultura budista tibetana, exigiendo la restricción y supervisión de todas sus actividades.
El área escénica del Jardín de Wanfo (literalmente el Jardín de los Diez Mil Budas, 萬佛園), situada en el poblado de Malanyu bajo la jurisdicción de la ciudad de Zunhua, es un cementerio operativo que fue construido con la aprobación del Ministerio de Asuntos Civiles y la Administración Estatal de Patrimonio Cultural. A los monjes budistas tibetanos (lamas) previamente se les permitía salmodiar, adorar a Buda dentro del jardín y llevar a cabo ceremonias tradicionales para honrar a los muertos.
Hasta octubre del año pasado, los residentes que vivían en las cercanías podían escuchar a diario el sonido de las campanas y los tambores de los lamas. Desde entonces, no se ha visto ni siquiera a un solo lama con túnica tibetana roja en el Jardín de Wanfo. Según empleados de la zona escénica, el Gobierno local teme que los lamas promuevan el budismo tibetano y causen inestabilidad, razón por la cual ordenaron su expulsión y las estatuas de los Dieciocho Arhats fueron retiradas del jardín. Incluso los sutras en lengua tibetana que recitaban los lamas, así como también los dispositivos utilizados para salmodiar las sagradas escrituras budistas y las túnicas de lama, fueron destruidos y se les prohibió reaparecer en el jardín. Según se informa, todos los lamas fueron obligados a regresar al Tíbet.
Fueron destruidas las banderas de oración de un templo que corre peligro de ser clausurado
Para promover las enseñanzas del budismo tibetano, la persona a cargo del Templo de Jiulong (situado en una zona montañosa remota bajo la jurisdicción de la ciudad de Jiujiang, en la provincia china suroriental de Jiangxi) colocó banderas de oración budistas alrededor del templo y a lo largo de las montañas, atrayendo a numerosos visitantes que asistían al lugar para adorar a Buda y salmodiar.
Al ondear en el viento, las banderas llamaron la atención del Gobierno local, dando como resultado la implementación de medidas represivas: el pasado mes de julio, la Agencia de Asuntos Étnicos y Religiosos local ordenó la clausura del Templo de Jiulong y exigió destruir todas las decoraciones relacionadas con el budismo tibetano.
Según un budista, en ese momento, personal de la Agencia de Asuntos Étnicos y Religiosos amenazó a la persona a cargo del templo, afirmando: «¡Si no destruyes las banderas de oración, le diremos a la policía que te detenga y te encarcele!». A fin de proteger las banderas, el encargado juró autoinmolarse si lo seguían presionando. Dado que, en los últimos diez años, más de 150 tibetanos se prendieron fuego en señal de protesta contra la represión de la cultura budista tibetana en China, los funcionarios lo dejaron en paz en ese momento, temiendo más víctimas. Pero regresaron al templo con frecuencia para hostigar a los fieles, destruyendo eventualmente las banderas.
«Las banderas de oración fueron traídas del Tíbet y son consideradas tesoros por aquellos que creen en el budismo», explicó el budista.
A los creyentes les preocupa que la clausura del templo sea inminente.