Aún sin contar con estatus de refugiado en Kazajistán, la mujer que dio a conocer los horrores de los campamentos de Sinkiang abandonó el país el 3 de junio, buscando asilo en Suecia.
Massimo Introvigne
Bitter Winter se ha enterado que el 3 de junio del 2019 a las 2:10 de la madrugada, Sayragul Sauytbay, una kazaja étnica que logró escapar de los temidos campamentos de transformación por medio de educación de Sinkiang, abandonó Kazajistán con su esposo y sus dos hijos, buscando asilo en Suecia. La vida en Kazajistán se había tornado insostenible para esta valiente mujer y la misma temía ser deportada de regreso a China.
Bitter Winter ha seguido la historia de Sayragul Sauytbay desde sus comienzos. El 6 de agosto de 2018, informamos que una jueza kazaja había detenido su deportación a China, luego de que el 21 de mayo de 2018 la misma cruzara la frontera entre China y Kazajistán con un pasaporte falso, siendo posteriormente arrestada. Su esposo e hijos ya se encontraban en Kazajistán.
No obstante. El Partido Comunista Chino (PCCh) no se rindió. Primero llegaron las noticias de que varios de sus familiares que aún permanecían en China habían sido arrestados. Se trata de una forma de represalia sumamente utilizada cuando los casos de refugiados son publicitados por los medios de comunicación. Posteriormente, tal y como Sauytbay reveló, comenzó a recibir amenazas contra ella y sus hijos.
Su abogado comenzó a estar «ausente», presumiblemente intimidado, hasta que ella lo despidió y contrató a la destacada abogada especializada en derechos humanos Aiman Umarova. Continuaron las amenazas de muerte y de otro tipo contra Sauytbay y Umarova, y el líder de una organización kazaja en defensa de los derechos humanos que había hecho campaña a favor del asilo de Sauytbay, Serikhzan Bilash, fue puesto bajo arresto domiciliario. Varias ONG apoyaron a Bilash, pero hasta la fecha sigue bajo arresto domiciliario.
A Sauytbay se le negó repetidamente el asilo y recibió varias advertencias de estilo mafioso en las que le exigían que dejara de hablar con los medios de comunicación extranjeros sobre la horrorosa realidad de los campamentos de transformación por medio de educación, o sus hijos sufrirían las consecuencias.
Actualmente, la misma ha decidido abandonar el país gracias a los visados que Suecia les ha concedido a ella y a su familia. Al igual que muchos otros antes que ella, prefiere el exilio al silencio forzado.