Para la gente común, diariamente vigilada –incluso para ingresar a sus propios hogares– y tratada como terroristas, la vida en la región se ha convertido en una existencia deprimente y carcelaria.
por Li Zaili
Patrullas policiales armadas, controles de seguridad pública, y reconocimiento facial –la omnipresente vigilancia– es una parte inevitable e intrusiva de la vida cotidiana de los residentes de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang. La exhaustiva vigilancia, introducida bajo el pretexto de mantenimiento de la estabilidad, ha generado temor y ansiedad en lugar de la paz y tranquilidad prometidas. Las autoridades adoptan continuamente más, y a menudo absurdas, medidas de control.
El azúcar blanco es controlado por ser considerado material para fabricar explosivos
Considerada como una política de máxima prioridad, para las autoridades de Sinkiang, el mantenimiento de la estabilidad significa el control total de la población. Las medidas anteriormente adoptadas incluían el requisito de grabar números de identificación en las herramientas para cortar y adjuntarlas a una cadena de hierro antes de utilizarlas, la orden para que las empresas compraren equipos de control antidisturbios para participar en simulacros obligatorios, la inclusión de artículos de uso diario en listas de artículos estrictamente controlados, y muchas más.
La política de mantenimiento de la estabilidad ha generado grandes inconvenientes en la vida de las personas. No obstante, es particularmente difícil comprender una medida prohibicionista introducida el año pasado por las autoridades de Sinkiang: el azúcar blanco granulado también ha sido incluido como un producto controlado, restringiendo y racionando su compra. La medida ha sido adoptada supuestamente para regular la venta de materiales utilizados para fabricar explosivos.
Un residente de la ciudad de Shihezi reveló que, ya en noviembre del año pasado, se le exigió que presentara su tarjeta de identificación al comprar azúcar blanco granulado. El vendedor le dijo que si no registraba su número de identificación, y la Agencia de Seguridad Pública lo averiguaba, sería arrestado y enviado a una «clase de estudio», refiriéndose al adoctrinamiento obligatorio de personas. El vendedor también reveló que, en una ocasión, un empleado le vendió azúcar blanco granulado a un cliente que no había llevado su tarjeta de identificación, y debido a ello, debió pagar una multa de 4000 yuanes (más de 510 dólares) y fue enviado a «estudiar». Según las nuevas regulaciones, con cada tarjeta de identificación solo se puede comprar un kilogramo de azúcar blanco.
Escaneos faciales para ingresar a los hogares
Las medidas de vigilancia y control invaden profundamente la vida de las personas, restringiéndolas en todos los aspectos. En las entradas de algunos complejos residenciales de la ciudad de Ürümqi, la capital de Sinkiang, a menudo se pueden ver personas haciendo fila afuera de la puerta giratoria, esperando escanear su tarjeta de identificación o su rostro para poder ingresar a sus hogares. La máquina no solo verifica la identidad de los residentes, lo que es más importante, registra los movimientos de las personas para llevar a cabo una investigación más exhaustiva de las mismas. Si alguien se niega a escanear su tarjeta de identificación e intenta pasar por la puerta, escondiéndose detrás de otra persona, la puerta giratoria deja de moverse, y ambas personas quedan atrapadas dentro de la misma.
Video: Los residentes deben escanear su tarjeta de identificación antes de ingresar al complejo residencial en el que viven.
Según lugareños, desde el pasado mes de septiembre, estas puertas giratorias de detección de identidad han sido instaladas en numerosos complejos residenciales de Ürümqi. Toda la información personal de los residentes ya ha sido ingresada en el sistema.
Una persona de edad avanzada afirmó con franqueza que estos complejos procedimientos de ingreso le habían causado numerosos inconvenientes. «Por la noche, quiero salir a dar un paseo, pero tan pronto como pienso en los problemas que supone escanear mi tarjeta de identificación al salir y volver a ingresar al complejo, se me van las ganas».
Cuando dichas puertas giratorias fueron puestas en uso por primera vez, los residentes a menudo se olvidaban de traer su tarjeta de identificación y debían contactar a un guardia de seguridad para poder abrir la puerta. «Incluso tenemos que escanear nuestro rostro o nuestra tarjeta de identificación cuando regresemos a nuestros hogares. ¿Cómo esto puede ser considerado un ‘hogar’? ¡Es como estar en la cárcel!”, afirmó un residente con suma impotencia.
En los lugares públicos, las identificaciones son constantemente revisadas
Esta situación no solo se limita a complejos residenciales. Las puertas de detección de identidad también han sido instaladas en verdulerías, fruterías y en mercados mayoristas de Ürümqi. Las personas deben deslizar su tarjeta de identificación para ingresar o salir de los mercados.
Estas medidas son muy impopulares entre los residentes. Una mujer de unos cuarenta años afirmó con franqueza que desde que se instalaron este tipo de puertas, ya ni siquiera tiene ganas de ir al mercado. «Esto le ha causado innumerables inconvenientes a la gente», afirmó descontenta. «Además de tener que llevar en tus manos muchas cosas, debes escanear tu tarjeta de identificación cada vez que sales del mercado. Mucha gente pasa por la puerta, y debido a ello, tienes que hacer fila y esperar. Es sumamente agotador. Lo principal es que se trata de una completa pérdida de tiempo».
Los comerciantes también se sienten molestos por esto. No obstante, por temor a las represalias de las autoridades, reprimen su enojo y no se atreven a hablar. La propietaria de una tienda se quejó de que las medidas son perjudiciales para los negocios porque la gente no quiere ingresar a los mismos. «Los negocios en nuestro mercado no son tan buenos como antes. Pero, en la actualidad, nadie se atreve a decir nada al respecto», afirmó la mujer con temor. «El que se atreva a decir algo será arrestado. El Gobierno vigila a la gente común incluso más estrictamente que a los ladrones».
Video: ciudadanos ingresan a un mercado tras pasar por un control de seguridad.
La gente está huyendo de Sinkiang
Los peatones que caminan por las calles de Ürümqi también pueden ser obligados en cualquier momento a entregar su teléfono móvil bajo el pretexto de probarlo en busca de explosivos. Si la policía tiene algún tipo de sospecha, incluso puede revisar de manera arbitraria el contenido del mismo. Como consecuencia de tal control de alta presión, la gente se siente insegura, y muchos ya no están dispuestos a vivir en Sinkiang.
Una persona de edad avanzada que se mudó a Sinkiang le dijo a Bitter Winter que, si tales medidas continúan, la gente se mudará y nadie estará dispuesto a ir a vivir a la región Uigur. «Nos inspeccionan cuando caminamos por las calles. Tenemos que pasar nuestra tarjeta de identificación cada vez que ingresamos a nuestra área residencial o cuando vamos a un mercado», afirmó el hombre enojado. «Hace cinco años que llegué a Sinkiang, y aún seguimos siendo inspeccionados de esta manera. ¿Acaso somos delincuentes? ¿Somos terroristas?”.
Un hombre procedente de la región central de China que viajó a Sinkiang para visitar a familiares cree que las medidas de control impuestas por el Gobierno son demasiado estrictas. «No deseo quedarme aquí», añadió.
Un comerciante de un centro comercial reveló que tres personas compartían la propiedad del mismo. Para julio de 2018, dos de los propietarios habían retirado su capital y abandonaron Sinkiang. De las 46 tiendas que inicialmente se habían instalado en el centro comercial, solo quedan 11.