Cuando los miembros de la congregación se negaron, las autoridades de Shaanxi destruyeron, con un pretexto fabricado, una iglesia protestante aprobada por el Estado.
por Zhou Xiaolu
La construcción de una iglesia de las Tres Autonomías en Shengli Road en el distrito de Jintai de la ciudad de Baoji, en la provincia norteña de Shaanxi, fue financiada por los creyentes. Su estilo arquitectónico occidental le daba una apariencia impresionante, pero ya no más: el 2 de abril, las autoridades locales comenzaron la demolición de la iglesia.
Un anexo a la iglesia de cuatro pisos de altura destinado a ser utilizado como un asilo de ancianos, fue el primero en desaparecer, aunque todavía estaba en construcción. De acuerdo con un testigo ocular, el día de la demolición oficiales de policía rodearon la iglesia mientras tres excavadoras destruían el edificio.
Dos días después fueron desmanteladas la cruz y una estructura en forma de triángulo que se encontraban en la parte superior del edificio principal de la iglesia. Hasta ese momento, los creyentes aún albergaban la esperanza de que la iglesia pudiera sobrevivir. No obstante, dos semanas más tarde el ruido de las excavadoras destruyó por completo la última esperanza de los creyentes, ya que la iglesia fue convertida en una pila de escombros.
De acuerdo con las fuentes, el procedimiento de demolición fue estrictamente controlado y supervisado por tres niveles de gobierno: funcionarios de instituciones provinciales, municipales y distritales estuvieron presentes en el sitio. El área alrededor de la iglesia fue acordonada con el pretexto de “estar llevando a cabo trabajos de construcción” y personal que portaba brazaletes rojos protegía cada intersección en el área. A cualquier persona que no estuviera relacionada con la demolición se le prohibía entrar en la escena. A todos los vehículos se les forzaba a desviarse y el personal tomaba turnos para mantener vigilada el área las 24 horas del día.
Para evitar que la información se difundiera, las autoridades controlaron la escena de forma estricta: se detuvo a las personas para verificar el contenido de su teléfono móvil con el fin de asegurarse de que no se hubieran tomado fotos de la demolición.
Miembros de la congregación contaron a Bitter Winter que el acoso comenzó a mediados de marzo cuando uno de los pastores de la iglesia fue puesto bajo arresto domiciliario. Todos los días, de las 8 de la mañana a las 2 de la madrugada, oficiales de policía y del Departamento de Asuntos Religiosos se turnaban para presionarlo para que accediera a la demolición de la iglesia. Agotado por la persecución constante, el pastor cayó enfermo y posteriormente fue enviado al hospital para recibir tratamiento.
Las autoridades no se detuvieron ahí: obtuvieron la lista del personal de la iglesia y convocaron a más de 100 miembros clave del mismo, diáconos con nivel gerencial y algunos miembros del coro de la iglesia para hacerlos firmar –por medio de amenazas y coerción– un documento en donde aceptaban que la iglesia fuera demolida.
Cuando comentó sobre el destino de la iglesia, un residente dijo que, debido al gran número de creyentes que hay en China, el presidente Xi Jinping piensa que no hay suficientes personas que crean en él: esa es la razón por la que el gobierno está eliminando a las iglesias.