Ciento seis países asistieron en Washington a la segunda Reunión Ministerial para Promover la Libertad Religiosa. El mensaje más claro fue: China persigue a todas las religiones.
por Massimo Introvigne
“El Super Bowl de la libertad religiosa”. No queda claro quién lo dijo primero, pero la etiqueta se quedó. Una atmósfera parecida a un Super Bowl capturó incluso a los delegados más escépticos en la segunda Reunión Ministerial para Promover la Libertad Religiosa en Washington, D.C. del 15 al 18 de julio de 2019. Lloraron con los perseguidos, se enojaron con los perseguidores y rieron en los momentos de humor que salpicaron los serios comentarios de los conferencistas superestrella, incluyendo la portavoz de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el ex primer ministro británico, Tony Blair.
Washington, D.C. no queda fácilmente sorprendido, pero tuvo que darse cuenta, cuando dos mil practicantes de Falun Gong vestidos de amarillo marcharon por la ciudad para recordar el mundo en el que han sido perseguidos por veinte años, y el presidente Trump cambió su agenda para reunirse con las víctimas de persecución religiosa, incluyendo cuatro de China (un budista tibetano, un uigur, un miembro de Falun Gong y un cristiano). Y el secretario de Estado, Mike Pompeo, fue inusualmente severo cuando llamó a la persecución china de los uigures “la mancha del siglo” e insinuó que China había presionado indebidamente a algunos países para que no enviaran representantes al evento en Washington.
Bitter Winter estuvo ahí, pero fue imposible cubrir todo. Todas las personas que tenían un nombre en el ámbito del activismo de la libertad religiosa estaban presentes. Sin duda, fue la más grande reunión relacionada con la libertad religiosa que jamás haya ocurrido, con 106 países y 500 ONG y organizaciones religiosas representadas, y más de 100 eventos paralelos.
Claramente, el estilo Super Bowl desafió a los medios. Hubo un claro mensaje de que la libertad religiosa está en problemas en muchas partes del mundo y que los crímenes de odio y la discriminación también ocurren en occidente. Sin embargo, los medios algunas veces se sentían confundidos acerca de en qué casos específicos debían enfocarse.
No todo está bien, ni siquiera en los países democráticos. Durante uno de los eventos paralelos con mayor asistencia, acerca del trabajo de las Mesas Redondas Internacionales sobre Libertad Religiosa, un socio clave de esta reunión ministerial, yo mismo señalé la ironía de que unos días después de esta celebración masiva de libertad religiosa, Corea del Sur permitirá que agentes chinos y compañeros de viaje monten falsas manifestaciones en contra de refugiados pacíficos de China que pertenecen a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Provocarán un estrés y sufrimiento innecesarios a los solicitantes de asilo que ya están alterados por el hecho de que las autoridades coreanas no reconozcan su condición de refugiados. Una carta firmada por 13 ONG donde se denuncia el engaño fue distribuida a los delegados y generó amplia simpatía y apoyo.
Había demasiados casos de abuso y discriminación denunciados como para permitir que los medios de comunicación los informaran todos. En cierto modo, el discurso de la “mancha del siglo” por parte del secretario de Estado de los Estados Unidos retomó el eje de la conferencia. Como el mismo Pompeo había dicho el mes pasado al presentar el nuevo Informe del Departamento de Estado sobre Libertad Religiosa, existen muchas personas malas en este mundo, pero China “se encuentra en otro nivel”.
Las voces de los uigures se escucharon fuerte y claro, más de una vez. Hablaron en una recepción abarrotada en el Instituto de la Paz de los Estados Unidos y en una sesión plenaria la hija del intelectual uigur encarcelado Ilham Tohti desafió a China a que dijera la verdad, dejara de difundir noticias falsas y liberara a millones de uigures detenidos en los temidos campamentos de transformación por medio de educación.
Para mí, uno de los discursos más conmovedores fue el de la hermana Zou Demei en el evento paralelo de apertura sobre China, donde la exlíder de la Iglesia de Dios Todopoderoso en cuatro provincias chinas contó cómo, cuando ella huyó a Estados Unidos y los medios de comunicación comenzaron a publicitar su caso, el Partido Comunista Chino (PCCh) arrestó a sus padres y mató a su madre.
Al dialogar con políticos, diplomáticos y líderes religiosos, quedó claro que Pompeo estaba, de hecho, en lo correcto, y China trató de interferir con la reunión ministerial al movilizar a sus aliados en el Eje de la Vergüenza, que está en contra de los derechos humanos, para criticarla. Es posible que algunos países resintieran el papel de liderazgo de los Estados Unidos en la promoción de la libertad religiosa. En lugar de quejarse, deberían volverse tan activos en este ámbito como lo son los estadounidenses.
Al final, el choque se da entre dos narrativas distintas sobre los derechos humanos. Para China y sus aliados del Eje de la Vergüenza, los derechos humanos son “occidentales” o “estadounidenses” y a los países no occidentales se les autoriza ignorarlos. Para la ley internacional, para los gobiernos democráticos y para los seres humanos decentes y compasivos, los derechos humanos son universales y la libertad religiosa es la joya de la corona de todos los derechos humanos.