El PCCh está vigilando y arrestando a misioneros extranjeros a lo largo de China como parte de una campaña a nivel nacional y fuerza a los creyentes a reunirse en secreto y a esconder su fe.
por Wang Anyang
Con base en el Plan de trabajo a nivel nacional de la operación especial para investigar y lidiar con la infiltración cristiana extranjera según la ley, emitido el año pasado por el Departamento de Trabajo del Frente Unido y el Ministerio de Seguridad Pública, autoridades en toda China han estado reprimiendo a los movimientos y grupos religiosos que vienen del extranjero. Los creyentes cristianos surcoreanos son el principal blanco de estas medidas enérgicas, pero en el documento también se mencionan explícitamente otros grupos: Jóvenes Discípulos de Jesús, Testigos de Jehová, Cru (conocido como Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo hasta el año 2011), Iglesia Evangélica Luterana, Iglesia de Bo’ai, Iglesia del Corazón Amoroso (사랑 교회) e Iglesia de Canaán (가나안 교회).
Los testigos de Jehová han estado sufriendo mucho desde que se lanzó la operación especial. Frecuentemente son arrestados y deportados; los que se quedan en China han sido forzados a ocultar su fe.
Misioneras son arrestadas después de un largo periodo de vigilancia
A mediados de mayo, después de regresar a Japón para obtener una visa, dos mujeres testigos de Jehová misioneras japonesas regresaron a la ciudad de Harbin en la provincia nororiental de Heilongjiang. Al día siguiente, la policía arrestó a ambas mujeres tan pronto como salieron de su vivienda.
La policía dijo a las misioneras que las habían estado vigilando durante mucho tiempo. Luego, los funcionarios dieron a firmar a las mujeres declaraciones de garantía donde prometían no regresar a China a predicar. Ambas misioneras se negaron a firmarla porque el texto contenía el enunciado “Me arrepiento de regresar a China a predicar”, y las creyentes fueron a China voluntariamente y nunca se arrepintieron de su decisión.
El compañero creyente de las misioneras que solicitó permanecer en el anonimato reveló que después del interrogatorio, que duró más de diez horas, una de las mujeres fue llevada al aeropuerto y deportada a Japón; ni siquiera se le permitió empacar lo necesario para satisfacer sus necesidades diarias. La otra misionera también fue liberada, pero fue deportada apenas tres días después.
“La policía siguió vigilando a la misionera por tres días. Si ella hubiera estado en contacto con otros misioneros extranjeros, todos habrían sido arrestados”, dijo el creyente al explicar el razonamiento de la policía detrás de permitir que una de las misioneras se quedara tres días más. El Partido Comunista Chino (PCCh) a menudo emplea esta táctica de vigilancia constante de un creyente para que los guíe a un grupo más grande. Añadió que más de una decena de testigos de Jehová también fueron arrestados, incluyendo un anciano.
“China es una dictadura de un solo partido. A los extranjeros no se les permite venir a China a predicar. El PCCh tiene miedo de que las ideas religiosas extranjeras vayan a influir en los cristianos chinos”, dijo el creyente. “El Partido Comunista teme que los testigos de Jehová constituyan una amenaza a su mandato, así que insiste obstinadamente en decir que estás llevando a cabo ‘reuniones ilegales’”.
De acuerdo con informantes, el arresto de las dos misioneras ha sido parte de una operación unificada de arrestos que tiene como blanco a los grupos religiosos relacionados con el extranjero, implementada en otras partes de China, como en las provincias de Guangdong y Hunán.
Medidas de precaución: vitales
A medida que el PCCh sigue intensificando su represión hacia las iglesias relacionadas con el extranjero, los misioneros extranjeros han adoptado distintas medidas de autoprotección, como disfrazar sus sitios de reunión o ser extremadamente cuidadosos con lo que dicen o hacen o, incluso, con cómo se visten en público.
De acuerdo con una testigo de Jehová misionera japonesa que vive en la provincia oriental de Shandong, para evadir la persecución del PCCh, desde mayo su iglesia ha estado llevando a cabo sus reuniones en múltiples grupos pequeños. Uno de sus sitios de reunión está oculto en un edificio residencial, disfrazado como actividad empresarial. Se ha instalado una cámara de vigilancia en la entrada para ver quién está al otro lado de la puerta. Se trata de una medida vital en caso de que el Gobierno realice una inspección.
“La situación que prevalece en este momento no es buena. El Gobierno está ejerciendo una fuerte presión. No puede haber muchas personas en nuestras reuniones; tenemos que dividirnos en pequeños grupos”, dijo la misionera. “Cuando llevamos a cabo reuniones, preparamos fruta, bocadillos y todo tipo de alimentos por adelantado. Si alguien toca a la puerta, no podemos abrir de inmediato. Primero debemos guardar nuestras biblias y otros libros religiosos, y luego abrir la puerta. Si alguien pregunta, diremos que simplemente estábamos viendo televisión y platicando”.
Añadió que cuando los creyentes asisten a las reuniones, deben tocar a la puerta un cierto número de veces según se ha acordado por anticipado, y no pueden tocar muy fuerte. Ya sea que hagan la reunión de día o de noche, siempre cierran las cortinas y prenden las luces. Durante las reuniones ponen música a volumen bajo y los creyentes sólo pueden canturrear en voz muy baja. Cuando terminan las reuniones, los creyentes se van por separado, no en grupos.
Siempre utilizan palabras en clave cuando hablan por teléfono entre sí. Si los creyentes organizan una reunión por teléfono, dirán “vámonos de compras”, “vamos a comer”, etc.
La mujer dijo que también es imperativo que se impida que los espías del PCCh se infiltren en la iglesia. Cuando las personas nuevas buscan asistir a las reuniones en la iglesia, no se les acepta de inmediato: la congregación debe observar primero a una persona nueva durante alrededor de seis meses. Sólo después de que se determina que la fe del recién llegado es real lo llevarán a la iglesia para que participe en las reuniones.