Hace siete años, un hombre de 23 años fue encarcelado por ser miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Sigue siendo perseguido aun después de haber sido puesto en libertad.
En las prisiones de China, los guardias emplean a los internos conocidos por su violencia para intimidar y controlar a los prisioneros de conciencia, los disidentes. Habitualmente son sometidos a fuertes golpizas y abusos, lo cual ha dado como resultado la muerte o incapacitación de muchos de ellos. Después de que un miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso fue arrestado y encarcelado hace siete años, fue golpeado y abusado por otros prisioneros, provocando que perdiera la vista del ojo izquierdo. Para evitar más persecuciones, se escondió durante mucho tiempo después de su liberación. La vida como prófugo ha convertido al joven –recientemente cumplió 30 años– en un anciano cansado.
Narra a Bitter Winter su trágico tormento de larga persecución por parte del PCCh (Partido Comunista Chino):
El 19 de diciembre de 2012, más de 30 miembros de la IDT, incluyéndome a mí, fuimos arrestados mientras compartíamos el evangelio. Nos llevaron a rastras a una estación de policía.
En la sala de interrogatorios, dos agentes de policía me amarraron a un instrumento de tortura llamado “banco del tigre”. Uno de ellos me pateó brutalmente en el pecho tres veces, al tiempo que me presionaba para entregar información sobre la Iglesia. Como no dije nada, me amenazó: “Todos los instrumentos de tortura que están en esta habitación son para lidiar con los prisioneros que están en el corredor de la muerte. No sé cuántos cinturones de piel se han roto en las golpizas. Dinos todo lo que sepas. Si no lo haces, te golpearemos hasta matarte. ¡Mereces ser asesinado!”. Luego me tomó del cabello y me abofeteó. De repente, sentí un fuerte ardor en el rostro, que inmediatamente se inflamó. No pudieron sacarme ninguna información. Esa tarde me enviaron a una casa de arresto.
Después de que el guardia me escoltó a una celda, insinuó a otros internos que me torturaran. Los prisioneros amenazaron con “enseñarme una lección mañana”. Como no sabía lo que ocurriría, me inquieté.
Al día siguiente, un prisionero deliberadamente inició una pelea conmigo y aprovechó la oportunidad para golpearme ferozmente en el ojo izquierdo. Sentí un dolor insoportable y comenzó a correr sangre por mi mejilla. Lloré de dolor, pero a nadie le importó. Definitivamente, había cámaras de vigilancia en la celda, pero el guardia no preguntó ni hizo nada al respecto y, por el contrario, permitió que los prisioneros utilizaran la violencia en mi contra. Al poco rato me dio fiebre y sentí un dolor de cabeza terrible. Mi ojo izquierdo sangraba continuamente, acompañado con una descarga de pus, pero el guardia no estaba preocupado en lo más mínimo y seguía forzándome a trabajar triturando papel aluminio tóxico.
Para el quinto día, mi ojo se inflamó hasta tener el tamaño de un huevo y el dolor era insoportable. Solo entonces el guardia me colocó las esposas y grilletes en las piernas y me llevó al hospital para que me examinaran. El doctor dijo que había sangrado interno en la parte inferior de mi ojo izquierdo y que jamás podría volver a ver con él. Si no recibía un tratamiento oportuno, también quedaría ciego del ojo derecho. El doctor pidió permiso para tratarme en el hospital, pero el guardia se negó.
Fui llevado por la fuerza nuevamente a la casa de arresto. Posteriormente, mi fiebre y mi dolor de cabeza fueron más severos. Sin embargo, aun así, el guardia me forzó a permanecer despierto por la noche y me dijo: “Ahora tus ojos son más hermosos que antes. Apúrate y ponte a trabajar. No puedes comer y estar aquí sin pagar”.
Los guardias finalmente reconocieron que mi ojo se estaba deteriorando y que en verdad no podía trabajar. Fui liberado. Antes de irme, uno de los guardias me advirtió: “No puedes decirle a nadie lo que pasó aquí. Si dices algo, te arrestaremos y te traeremos de vuelta, y no te dejaremos ir”.
Tras regresar a casa, pasé dos meses con tratamiento para los ojos, pero como dejé pasar el tiempo óptimo de tratamiento perdí la vista en mi ojo izquierdo para siempre. No me atrevía a verme en un espejo o a salir. Si salía de casa, me ponía anteojos para cubrir mi defecto. Tenía miedo de que mi ojo se resecara cada vez más y que, finalmente, se hundiera por completo. Todo lo que podía hacer era mantener abierto mi ojo cada día, con la esperanza de que no colapsara. El daño hecho a mi ojo provocó que viviera con una sensación de inferioridad. Además de que la visión de mi ojo derecho también disminuyó drásticamente, tanto mi trabajo como mi vida se han visto seriamente afectados. Algunas veces me sentía totalmente desesperanzado. No sabía cuándo me quedaría completamente ciego.
Mis padres estaban extremadamente tristes. A menudo los veía llorar, lo cual me hacía sentir terrible. “Si todavía hay alguna esperanza de que recibas tratamiento para tus ojos, aun si tengo que sacarme los míos para dártelos, estoy dispuesta a hacerlo”, dijo mi madre en una ocasión.
A pesar de ser perseguido por el PCCh incluso al punto de perder la vista, las autoridades no me dejaban en paz; seguían persiguiéndome implacablemente. En junio de 2013, la policía vino a mi casa dos veces para hostigarme. Me interrogaron acerca de si seguía siendo creyente y me amenazaron con arrestarme si continuaba con mi fe.
Un año después, la policía irrumpió nuevamente en mi casa para arrestarme. Afortunadamente, ya habíamos huido. Para escapar de la persecución, mi familia se vio forzada a vivir en el exilio. Posteriormente, supe que la policía había emitido una orden judicial para que me arrestaran. A menudo van a mi casa a investigar, esperando poder rastrearnos. Hasta la fecha, no nos atrevemos a regresar a casa.
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La Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) es el nuevo movimiento religioso cristiano más grande en China; ha sido incluida en la lista de xie jiao desde 1995 y es fuertemente perseguida debido a su rápido crecimiento, considerado por el PCCh como una amenaza para su régimen.