El PCCh está entrenando a los abades como portavoces para difundir propaganda y exige que los templos pasen por evaluaciones administrativas estandarizadas.
por Sun Kairui
Los abades budistas como “embajadores” del PCCh
No se sorprenda si escucha a empleados de los sitios religiosos aprobados por el Gobierno decir que en China hay plena libertad religiosa, porque el PCCh (Partido Comunista Chino) está preparando activamente a representantes de entre el clero oficial a los que se les enseña a difundir la palabra “apropiada”.
La persona a cargo de un templo en la provincia oriental de Zhejiang dio recientemente una entrevista a Bitter Winter. Para evitar las represalias por parte de las autoridades, no estuvo dispuesto a dar su nombre.
El entrevistado dijo que su templo recibe a numerosos turistas cada año, muchos de ellos, del extranjero. Sin embargo, el templo lo es sólo de nombre: se utiliza primordialmente para difundir la propaganda del PCCh al mundo exterior. También reveló que el Gobierno exige que los abades de los templos locales asistan a cursos sobre asuntos internacionales, en particular, acerca de las relaciones de China con Japón y Estados Unidos. También aprenden acerca del avanzado arsenal de China, administración de empresas y otros temas relacionados. Todo esto se hace para preparar a los abades para recibir a los visitantes extranjeros y para enseñarles lo que deben decir.
Del mismo modo, los abades de los templos deben recibir instrucción sobre etiqueta especializada y protocolo oficial; por ejemplo, cómo dar la bienvenida a invitados extranjeros en los aeropuertos, cómo servir el té, cómo llevar de paseo a los visitantes y cosas por el estilo. Se da atención especial a los detalles para recibir a invitados de Hong Kong, Macao y Taiwán, y enseñan a los abades sobre temas sensibles que deben evitarse: los anfitriones siempre deben actuar y hablar dentro de los límites prescritos por el Gobierno.
“Hay ciertos temas que no pueden discutirse a la ligera. Por ejemplo, si alguien pregunta cuál es nuestra opinión sobre el dalái lama, nuestro punto de vista no puede ser contrario al del Gobierno; nos meteremos en problemas”, explicó el encargado, quien no pudo ocultar su descontento. “Todas estas cosas son muy complicadas. Cuando vienen visitantes taiwaneses, no pueden abordarse algunos temas porque siempre hay personal del Gobierno junto a nosotros, y cada palabra que digamos se graba. Si decimos algo equivocado, seremos reprendidos”.
Un abad de la provincia suroriental de Fujian confirmó que él también está obligado a informar con regularidad al Departamento de Asuntos Religiosos, especialmente en lo que se refiere a temas relacionados con el extranjero. Por ejemplo, cuando budistas tibetanos extranjeros o personas de Hong Kong, Macao o Taiwán vienen a visitar el templo, no puede tomarse fotos con ellos; una vez que los funcionarios del Departamento de Asuntos Religiosos lo descubren, vienen a hacer una inspección y lo acusan de ser separatista.
Los templos requerían certificación de calidad ISO
El encargado al que entrevistamos reveló que los templos aprobados por el Estado deben pasar por una evaluación de “progreso”, organizada por la Asociación Budista China al final de cada año. Incluye evaluaciones del progreso individual de cada empleado y el progreso colectivo del lugar de adoración en su conjunto, igual a las evaluaciones anuales que se llevan a cabo en las empresas e instituciones públicas. Algunos templos también deben pasar por evaluaciones nacionales de gestión de la calidad estandarizadas para recibir la certificación 9001 de la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés), lo cual prueba que el sistema de gestión de un templo es efectivo y apropiado. Las evaluaciones ISO, que se utilizan principalmente para compañías y organizaciones, califican diversos productos o servicios a través de proponer mejoras administrativas.
Un medio de comunicación de China continental informó en febrero que el templo de Lingyin en la ciudad de Hangzhou de Zhejiang se convirtió formalmente en el primer templo budista en el país en alcanzar la certificación de sistemas de gestión de la calidad ISO 9001:2015. El informe declara que esto se hizo para fortalecer la gestión del templo y es una extensión efectiva de la implementación de los nuevos Reglamentos sobre Asuntos Religiosos y otras leyes relacionadas.
En respuesta, las redes sociales se inundaron de comentarios sobre lo absurdo de estos pasos que ha dado el Gobierno, como: “¿Cuáles son las medidas para cuantificar la satisfacción del cliente en los templos?”, “¿cómo puede un sistema científico de gestión garantizar la satisfacción al cliente por pedir un deseo o el número de veces que aparezca un Bodhisattva?”, “¿acaso le enviaron la encuesta de satisfacción a Buda? ¿Buda tiene alguna objeción?”.
El encargado dijo que es como si el templo se hubiera convertido en una empresa o institución bajo las órdenes del PCCh. Considera que esto es resultado de “seguir el camino de la religión con características chinas”: la “sinificación” de la política religiosa que defiende el presidente Xi Jinping.
“Seguir el camino de la ‘sinificación’ y aceptar la gestión del Gobierno no era la intención original de los abades” dijo con impotencia el encargado. “Pero si no cumples los requisitos del Gobierno o si desobedeces al Partido, el Estado cerrará tu templo”.
“Es como sostener un recipiente de barro ardiente: te duele mucho y sufres, pero no puedes soltarlo”, fueron las palabras con las que la persona a cargo finalizó la entrevista en un intento por describir de la mejor manera la grave situación que viven las personas de fe en China.