Las autoridades están haciendo todo lo posible para poner a los creyentes «desobedientes» bajo el control del Estado: las iglesias son clausuradas y las congregaciones son amenazadas y vigiladas.
por Tang Zhe
Los Gobiernos provinciales y municipales de toda China están intensificando sus esfuerzos para clausurar los lugares de reunión clandestinos donde los objetores de conciencia que se niegan a unirse a la Asociación Patriótica Católica China (APCC) continúan practicando su fe. Dichas acciones gubernamentales están ignorando y distorsionando las directrices pastorales del Vaticano del 28 de junio, las cuales permiten que los sacerdotes y obispos católicos se unan a la APCC, pero también permiten la «objeción de conciencia» por parte de aquellos que creen que unirse a la organización dirigida por el Estado va en contra de sus principios.
Un documento confidencial exige la represión de lugares católicos clandestinos
Según infiltrados en el Gobierno, en el mes de abril, el Grupo Líder del Departamento de Trabajo del Frente Unido en un condado bajo la jurisdicción de Fuzhou, una ciudad a nivel de prefectura de la provincia oriental de Jiangxi, emitió un documento confidencial para intensificar el «trabajo de rectificación religiosa» contra las actividades católicas clandestinas llevadas a cabo en la diócesis de Yujiang.
Una de las cuatro diócesis de la arquidiócesis de Nanchang, la cual cubre aproximadamente el territorio de Jiangxi, la diócesis católica de Yujiang, reúne a creyentes procedentes de veinte condados emplazado en el este de la provincia, seis de ellos bajo la jurisdicción de Fuzhou. Al negarse a unirse a la APCC, algunas congregaciones allí continúan reuniéndose de forma clandestina, a pesar de los intentos de las autoridades de hacer que sean gobernadas por el Estado. Debido a ello, el edicto exige incrementar las investigaciones para determinar las actividades de los objetores de conciencia católicos, reduciendo aún más su espacio de supervivencia, debilitando sus capacidades para realizar actividades religiosas, e intensificando el control sobre los miembros clave del clero.
Poco después de que el documento fuera emitido, múltiples lugares de reunión católicos clandestinos existentes en la diócesis fueron clausurados. A mediados de mayo, cuando uno de ellos fue allanado por funcionarios, los mismos amenazaron a su propietario, un hombre de más de 70 años, con revocar sus beneficios de la seguridad social a menos que cerrara el lugar. También lo amenazaron con imponerle una multa de 200 000 yuanes (alrededor de 30 000 dólares) y arrestarlo si volvía a reunir a la congregación para celebrar misa.
Para evitar la persecución gubernamental, los creyentes comenzaron a reunirse muy temprano, a las 5 de la mañana. A pesar de ello, a fines de junio, funcionarios y oficiales de policía allanaron el lugar mientras se estaba celebrando una misa. El sacerdote logró evitar ser arrestado al escapar, y el propietario del lugar fue llevado a la estación de policía donde los agentes amenazaron con retener su tarjeta de identificación y sus documentos de registro de hogar como medio para obligarlo a cerrar el lugar de reunión. El propietario no tuvo más remedio que dejar de organizar reuniones para la congregación.
En el mes de abril, otro lugar de reunión existente en la diócesis fue clausurado, obligando a los creyentes a dispersarse en grupos más pequeños para poder celebrar reuniones. El lugar había sido construido en el año 2017 a un costo de más de un millón de yuanes (aproximadamente 150 000 dólares), los cuales habían sido recaudados por la congregación. En el pasado, católicos procedentes de cinco municipios solían asistir a misa en este lugar.
“Xi Jinping proclamó en las noticias que en China hay libertad religiosa. Eso es falso. Es mentira. Simplemente lo dice para que los extranjeros lo crean», afirmó un creyente. “Orar y asistir a misa es como librar una guerra de guerrillas, tenemos que escondernos, desplazándonos de un lugar a otro».
En el mes de mayo, una iglesia católica emplazada en la Diócesis de Yujiang no pudo evitar ser clausurada por el Gobierno local a pesar de haberse hecho pasar por una sala ancestral, siendo la misma un tradicional templo chino dedicado a los familiares fallecidos.
Los lugares clausurados son vigilados para evitar que los creyentes regresen a los mismos
A lo largo de toda China, los católicos que se niegan a unirse a la APCC continúan siendo perseguidos. A principios de junio, en el condado de Pingtan, bajo la administración de Fuzhou, la capital de la provincia suroriental de Fujian, dos lugares clandestinos fueron allanados y clausurados. Dos más fueron clausurados más o menos al mismo tiempo debido a que «no estaban autorizados», y además se citaron como motivo para la clausura de uno de ellos violaciones de las normas de seguridad contra incendios. Las autoridades amenazaron con demoler los lugares y arrestar a los creyentes si los mismos no dejaban de celebrar reuniones.
Para evitar que los creyentes reanuden las asambleas, el Gobierno del condado envió a más de una docena de miembros del personal del comité de la aldea para que lleven a cabo tareas de vigilancia fuera de los lugares. Los funcionarios se turnan a diario para vigilar las instalaciones y toman fotos regularmente como prueba de que las reuniones no se han reanudado, informando la situación a sus superiores. Las actividades de vigilancia a veces duran hasta las 9 de la noche, para asegurarse de que los miembros de la congregación no intenten celebrar una misa vespertina.
Uno de los funcionarios de la aldea le dijo a Bitter Winter que no pueden detener la vigilancia hasta nuevo aviso de los altos cargos del Gobierno del condado. “La presión de los superiores está siendo aplicada en cada nivel. No podemos hacer nada al respecto», añadió con impotencia. Para evitar que los creyentes ingresen a uno de los lugares, los funcionarios incluso colocaron pegamento en el cilindro de la cerradura.
En la ciudad de Baoding de la provincia norteña de Hebei, el Departamento de Trabajo del Frente Unido allanó una iglesia católica que se negaba a unirse a la APCC. Los creyentes fueron dispersados, y las mesas y sillas fueron retiradas de la misma. A pesar de las intimidaciones, la congregación continúa reuniéndose en la iglesia vacía, solo que ahora, alguien siempre hace guardia afuera para advertirles a los creyentes si las autoridades se presentan para allanar la iglesia nuevamente.