Las escuelas intensifican los esfuerzos para adoctrinar a los estudiantes con el pensamiento comunista, asegurándose de que el «gen rojo» esté vivo y sea transmitido de generación en generación.
por Tang Zhe
En el simposio para profesores de teoría ideológica y política celebrado el 18 de marzo en Pekín, el presidente Xi Jinping subrayó repetidamente la necesidad de cultivar generaciones de talentos que apoyen a los líderes del Partido Comunista Chino (PCCh) y al sistema socialista chino. Esto debe comenzar con las escuelas y los niños, afirmó.
El 11 de junio, la Agencia de Educación de la ciudad de Jiujiang, en la provincia suroriental de Jiangxi, emitió una notificación en la que se exigía la introducción de un curso de «Cultura Roja» en los planes de estudio de jardines de infantes, con el objetivo final de sentar las bases para cultivar sucesores socialistas mediante la introducción de preescolares (de 3 a 6 años) al «espíritu rojo» y la inspiración de «emociones rojas». Las clases deben reflejar la esencia de la serie de discursos de Xi Jinping relacionados con el tema. Los maestros deben hacer pleno uso de los recursos sociales para guiar a los niños pequeños a percibir y experimentar la cultura comunista en sus vidas, introducida a través de actividades lúdicas, para sembrar las semillas de los «genes rojos» en sus jóvenes mentes.
Un documento emitido por la Agencia de Educación de la ciudad de Jiujiang exige agregar clases sobre «Cultura Roja» en los jardines de infantes.
En el mes de julio, Jiujiang, Nanchang y otras ciudades de Jiangxi organizaron en una de las denominadas «bases revolucionarias» emplazadas en Jinggangshan –una ciudad a nivel de condado que limita con la provincia de Hunan, considerada como la «cuna de la revolución china»– un campamento de verano de «pensamiento revolucionario» para más de 200 estudiantes de primaria y secundaria. Tras haber funcionado como base para los comunistas chinos y el Ejército Rojo en la década de 1920, Jinggangshan se ha convertido en un centro de actividades que ofrece numerosos cursos de capacitación que glorifican la revolución proletaria de China.
Según uno de los estudiantes que se hallaba en el campamento anteriormente mencionado, los instructores les contaron a los niños historias sobre la heroicidad del presidente Mao y otros líderes revolucionarios, llamándolos «muy valientes», y les ordenaron «tener al presidente Mao siempre en sus corazones».
Tal y como Bitter Winter había informado anteriormente, desde principios de año, las escuelas primarias emplazadas a lo largo de Jiangxi han intensificado las actividades de educación patriótica por orden de las autoridades educativas.
Nueva agencia de adoctrinamiento: estación de servicio comunitario para niños pequeños
El PCCh también está intensificando los esfuerzos para restringir y reprimir la fe religiosa en los niños. Según un creyente procedente del condado de Wuning, bajo la jurisdicción de la ciudad de Jiujiang, en el mes de mayo, el Gobierno del condado estableció una «estación de servicio comunitario para niños pequeños» cerca de una iglesia de las Tres Autonomías y reclutó a miembros del Partido y maestros locales para que se ofrecieran como voluntarios para impartirles a los niños una educación al estilo adoctrinamiento.
En el mes de julio, uno de los voluntarios que estaba haciendo guardia notó que un niño de siete años ingresaba a la iglesia y, en contra de los deseos del niño y de sus padres, lo llevó a la estación de servicio comunitario para «educarlo». Otro niño, de cuatro años, también fue enviado a la estación ese mismo día.
Cuando los niños son llevados a la estación de servicio comunitario se les registra su información de identificación. En el interior de la misma hay numerosas pantallas en las que se exhibe propaganda educativa «roja» y estanterías repletas de libros y revistas que promueven la ideología del PCCh. Claramente, el Gobierno no escatima esfuerzos para reemplazar la conciencia religiosa de los niños con pensamiento ateo.
Niños obligados a «dedicar sus vidas a la patria»
El adoctrinamiento con propaganda comunista se ha convertido en la parte más crucial del plan de estudios de las escuelas de todo el país, impregnando todos los temas de enseñanza y las clases. A finales de junio, el director de una escuela primaria emplazada en la ciudad de Binzhou, en la provincia oriental de Shandong, les dijo a los estudiantes que «la religión es superstición», que debían mantenerse alejados de ella y, en su lugar, debían creer en el Partido y defender la ciencia. El mismo también alentó a los estudiantes a denunciar proactivamente a los creyentes ante la policía. “Debemos dedicar nuestras vidas a la patria”, afirmó el maestro.
En el mes de julio, cuando un alumno de primaria procedente de la ciudad de Shangqiu, en la provincia central de Henán, regresó a su hogar para las vacaciones de verano, su madre le entregó una lista de libros de lectura de verano que su maestro había publicado en el grupo de padres de WeChat, siendo la misma una popular plataforma de mensajería en China. De la lista de 13 libros relacionados con el nacimiento del comunismo chino, el heroísmo de los líderes revolucionarios, la Guerra Civil China (1945-1949), y otros, los estudiantes tenían que elegir dos para leer durante el verano. Cada estudiante también recibió instrucciones de elaborar carteles basados en libros después de leer los mismos.
«Es frustrante leer esos libros, pero no leerlos no es una opción. Si no termino de leerlos, no podré elaborar mis carteles, y entonces el director no me permitirá inscribirme para el próximo semestre», afirmó el niño con voz angustiada mientras hojeaba una novela de aproximadamente 600 páginas escrita en 1961, sobre comunistas clandestinos que luchan contra las autoridades durante la Guerra Civil China, titulada “Red Crag” (Peñasco Rojo).
«Los niños no han tenido tiempo para jugar durante las vacaciones de verano. La escuela les exige leer libros ‘rojos’ y ver películas ‘rojas’. El maestro incluso les ordenó que enviaran los títulos de las películas que habían visto», afirmó la madre del niño, con impotencia en su mirada.