Relatos de cuatro maestros que presencian diariamente la destrucción de la cultura y el idioma uigur llevada a cabo por el PCCh, torturando psicológicamente a los jóvenes uigures en el proceso.
por Xiang Yi
Bitter Winter se reunió con cuatro maestros de etnia han que trabajan en escuelas primarias y secundarias emplazadas en varias zonas de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang. Los mismos relataron en detalle cómo el Partido Comunista Chino (PCCh) está reprimiendo a los uigures, incluso a los más pequeños, prohibiéndoles hablar su lengua materna, destruyendo libros y obligando a los niños a jurar lealtad al Estado que encarcela a sus padres solo por ser musulmanes.
Erradicando el idioma uigur
La Sra. Zhang, maestra de una escuela primaria, le dijo a Bitter Winter que el año pasado su escuela movilizó al cuerpo docente y a los estudiantes para que denunciaran a cualquier persona que descubrieran hablando el idioma uigur en el establecimiento educativo: a cada maestro se le exigió que presentara los nombres de al menos diez estudiantes. Si no completaban la tarea, se les asignarían horas extra como castigo. Mientras tanto, la rama del comité del PCCh en la escuela le envió al personal docente una lista de todos los maestros uigures, exigiéndoles marcar los nombres de aquellos que hablaran uigur regularmente y enviar la lista a la administración de la escuela.
“Durante una reunión de personal, el director de la escuela enfatizó que la lucha contra las ‘personas hipócritas’ es interminable. Si alguien sostiene un tazón de arroz [jerga china que se refiere al trabajo en el que uno confía para mantener a su familia] que le dio el Estado, pero sigue hablando el idioma uigur, dicha persona es una típica ‘persona hipócrita’. Las autoridades escolares le han prometido al Gobierno que ya no se hablará el idioma uigur en los establecimientos educativos. ¡El que cometa errores no la pasará nada bien!”, recordó la Sra. Zhang. “Al ver las miradas nerviosas en los rostros de los maestros uigures, sentí un inexplicable dolor en mi corazón. Informar y delatarse mutuamente, sin necesidad de pruebas, no es diferente del ‘terror blanco’”, añadió la mujer, refiriéndose a los arrestos y ejecuciones de presuntos disidentes llevados a cabo en Taiwán entre los años 1949 y 1992.
Poco después de la reunión, un maestro fue criticado públicamente por hablar uigur en la oficina de maestros y un estudiante uigur que dijo algunas palabras en uigur durante un descanso fue obligado a asistir a clases intensivas de mandarín. Otro estudiante que fue escuchado hablando uigur tuvo que escribir «Hablaré mandarín» 4000 veces en un cuaderno a modo de castigo.
En otro caso, la Sra. Zhang recordó que la escuela castigó a toda una clase, haciéndolos permanecer parados fuera del aula y gritar repetidamente «hablaré mandarín», debido a que la administración previamente se había enterado que algunos alumnos de la clase habían hablado en uigur, pero no pudieron identificar exactamente quién había sido. Algunos niños agraviados le dijeron a la Sra. Zhang que nadie en la clase hablaba uigur, y que el maestro que los había denunciado debe haber confundido su dialecto con el idioma uigur.
Desde que se promulgaron las medidas en la escuela, los maestros y estudiantes uigures se volvieron extremadamente cautelosos, asegurándose de no decir ninguna palabra en uigur en las aulas, los dormitorios, la cafetería o al ir y volver de la escuela. La Sra. Zhang cree que debido a las medidas y a los castigos impuestos, la escuela se ha convertido en una versión de un campamento de transformación por medio de educación.
“Incluso al completar un sencillo formulario, los estudiantes me preguntaban si lo estaban haciendo correctamente. Mi corazón se desangraba mientras observaba su cautela, como si estuvieran patinando sobre hielo delgado», afirmó la Sra. Zhang. «Hablan con fluidez su idioma étnico, pero no se les permite hacerlo y, en su lugar, se ven obligados a hablar un mandarín que suena extraño. Los estudiantes que no hablan bien mandarín dejaron de hablar. Cuando veo sus miradas indefensas y deprimidas, me pregunto: ¿quién podrá salvarlos?”.
«¡La escuela es muy buena conmigo!»
Otra maestra que trabaja en una escuela secundaria de la región informó que a ella y a otros colegas de la escuela se les asignó «una importante tarea política», siendo la misma, vigilar a los estudiantes cuyos padres se encuentran detenidos en campamentos de transformación por medio de educación.
Todos los maestros asignados recibieron el Manual de Asistencia, publicado por la Agencia de Educación. El Manual, que tiene la palabra china utilizada para «secreto» impresa en la primera página, exige registrar información sobre los estudiantes, su pensamiento y estado emocional “anormal”, así como también información sobre sus familiares, los motivos de la detención de sus padres, y reportar todo esto a la Agencia de Educación.
Algunas escuelas incluso les han exigido a los niños que les escriban cartas a sus padres detenidos en campamentos, incluyendo en las mismas su promesa de obedecer, seguir al Partido Comunista y ser agradecidos con el mismo. «Es realmente irónico. Se obliga a los estudiantes a escribirles cartas a sus padres sin saber su paradero o cuándo regresarán”, le dijo la maestra a Bitter Winter.
Cuando uno de los estudiantes le preguntó a la maestra, quien tiene un hijo de poco más de diez años, por qué debía agradecerle al Partido en una carta dirigida a sus padres, la maestra no supo cómo responderle. «Mis padres han sido arrestados y no sé cuándo podrán salir, pero aún puedo seguir estudiando en la escuela. ¡La escuela es muy buena conmigo!”, la maestra citó un fragmento de la carta de dicho alumno.
La maestra afirmó que el estudiante había cambiado luego de verse obligado a escribir la carta: el educado niño de repente se volvió perturbador, se escabullía a jugar durante las siestas de la tarde o desobedecía de otras maneras, algo que nunca antes había hecho. «No lo reprendí. Después de todo, tal control del pensamiento es sumamente sofocante”, afirmó la maestra. «Es tan cruel hacer que estos niños agradezcan al mismo Gobierno que arrestó y perjudicó a sus familiares. Estas cosas son devastadoras para sus psiques».
Fueron confiscados todos los libros escritos en idioma uigur
Un maestro procedente de la zona norte de Sinkiang le dijo a Bitter Winter que, en septiembre pasado, su escuela exigió que se eliminaran todos los libros escritos en idioma uigur. Además, todos los textos e imágenes relacionados con la religión, tales como mezquitas, cruces y el símbolo de la luna creciente y la estrella existentes en los libros debían ser destruidos.
Los estudiantes se vieron obligados a destruir todos los libros. Sus padres se deshicieron de todas las publicaciones con connotaciones religiosas existentes en sus hogares, temiendo ser enviados a campamentos de transformación por medio de educación si tales libros eran descubiertos.
En el mes de noviembre, el maestro recibió otra notificación de la administración de la escuela, esta vez, exigiendo eliminar cualquier referencia a la religión existente en libros infantiles tales como, Las fábulas de Esopo o Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm. Además, se les ordenó a todos los maestros de la escuela que participaran en una reunión de estudio político. Entre otras cosas, los maestros tuvieron que ver Conspiración en el libro de texto; un documental creado por el PCCh sobre Sattar Sawut, el exjefe del Departamento de Educación de Sinkiang, y otros funcionarios e intelectuales que fueron condenados a muerte o sentenciados a cadena perpetua por «compilar libros de texto uigures que deliberadamente distorsionan la historia y poseen contenido reaccionario». Según la propaganda del PCCh, los condenados «no dudaron en extender sus diabólicas garras sobre los jóvenes uigures y utilizar los libros de texto para envenenar el pensamiento de los jóvenes a fin de lograr sus malvados objetivos». Dicho documental es frecuentemente exhibido en Sinkiang a modo de intimidación.
En la escuela, los niños también deben realizar un juramento de lealtad al Partido Comunista y al liderazgo de China, afirmó el maestro. Por lo general, los estudiantes se reúnen y siguen a un maestro al recitar el juramento o lo leen en voz alta. A pesar de que su contenido puede variar de una escuela a otra, el texto es prácticamente el mismo: «Bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, juro seguir resueltamente al Partido Comunista, no defender ninguna creencia religiosa, luchar contra las tres fuerzas malignas [separatismo, terrorismo y extremismo religioso] y mantenerme alejado de los pensamientos ‘hipócritas’».
“A veces veo a niños en la calle deteniéndose automáticamente y levantando el brazo en un saludo solemne cuando escuchan el himno nacional», afirmó el maestro. «Quizás eso es exactamente lo que el PCCh quiere».
Los estudiantes y los niños se sienten sofocados
Una maestra de escuela primaria procedente de la zona sur de Sinkiang secretamente ayuda a sus estudiantes uigures a evitar los castigos impuestos por la administración. Al confiar en ella, algunos niños le contaron que la estaban pasando mal en la escuela porque se sentían sofocados y que las clases intensivas de idiomas les resultaban extremadamente difíciles.
«Somos supervisados de la mañana a la noche y estamos obligados a hablar solo en mandarín. No somos máquinas. Es sumamente agotador», se quejaron los niños. «Si abandonamos la escuela, les causaremos problemas a nuestros padres».
La maestra también se siente sofocada. Pero no solo por el duro entorno político, sino también por el profundo dolor que emana de su conciencia.
A primera vista, las escuelas pueden parecer comunes y acogedoras, pero, de hecho, están destruyendo la cultura étnica y eliminando la libertad de un pueblo bajo el pretexto de la «educación obligatoria». La maestra piensa que en estas escuelas que se han vuelto similares a los campamentos de transformación por medio de educación, los inocentes niños son víctimas de las ambiciones de su gobernante.