El presidente chino reaccionó con enojo después de que el reino himalayo se negó a firmar un tratado de extradición que tenía como objetivo deportar a refugiados tibetanos a China.
por Massimo Introvigne
En Nepal viven unos 20 000 refugiados tibetanos; 9000 tan solo en Katmandú. Su condición es incierta, pues Nepal jamás ha firmado la Convención y Protocolo de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados. En el pasado, algunos refugiados han sido detenidos en la frontera y, por presión de los chinos, la policía ha impedido que se organicen manifestaciones anti-PCCh (Partido Comunista Chino) en Katmandú.
Sin embargo, eso fue en el pasado. Ahora, bajo el Gobierno de Xi Jinping, la actitud de Nepal ya no es suficiente para el PCCh. Quieren que los refugiados tibetanos sean deportados a China, comenzando con quienes cuentan a los medios internacionales la historia de las atrocidades que sufrieron en el Tíbet. Los medios de comunicación chinos y los medios nepaleses que están a favor del PCCh ya han comenzado sus conocidas campañas y afirman que los tibetanos que están en Nepal son “falsos refugiados”.
Ya estaba listo un tratado de extradición y el presidente Xi Jinping fue a Nepal del 12 al 13 de octubre con la expectativa de firmarlo con bombo y platillo. Fue la primera visita de un presidente chino a Nepal desde 1996. Además, China habría ayudado a Nepal a crear una Universidad de Defensa Nacional para entrenar a personal militar y policiaco. Lo que los profesores chinos les habrían enseñado es fácil de imaginar.
No obstante, la visita de Xi no se desarrolló según lo esperado. Cuando llegó a Katmandú, se le informó que el Gobierno nepalés había decidido no firmar el tratado de extradición y tampoco el acuerdo sobre la Universidad de Defensa Nacional. Nepal también rechazó el dinero chino para construir un nuevo edificio del Parlamento y caminos cerca de la frontera con China.
Los nepaleses sabían que Xi tenía que cuidar su imagen y firmaron un Pacto sobre Asistencia Legal Mutua en Asuntos Criminales, pero esto se refiere a delitos comunes y no políticos, y no es el tratado de extradición que los chinos esperaban firmar. También se firmaron acuerdos comerciales tradicionales.
Por una vez en la vida, las protestas por parte de las organizaciones a favor de los derechos humanos y la diáspora tibetana se escucharon, aunque se espera que China siga presionando a Nepal, y el primer ministro nepalés, Sharma Oli, que es miembro del Partido Comunista de Nepal, reiteró que las manifestaciones anti-PCCh están prohibidas en Nepal.
Xi no estaba contento y eso quedó confirmado por el tono beligerante de sus discursos en Katmandú. Al referirse a Hong Kong, declaró que “aquel que intente dividir a China en cualquier parte del país terminará con el cuerpo aplastado y los huesos destrozados”. Agregó que “quienes participen en actividades separatistas en cualquier parte de China serán hechos pedazos”. Los medios locales interpretaron las palabras como una amenaza velada al Tíbet y a todos los que apoyan a los refugiados tibetanos.
Como de costumbre, a los chinos no les informaron sobre el fracaso de la visita de Xi a Nepal. Fue aclamada por los medios del PCCh como un gran éxito.