Turquía necesita el apoyo y a los turistas de China. El Gobierno está cubriendo Estambul con letreros escritos en mandarín, algo que los refugiados uigures consideran ofensivo.
por Ruth Ingram
Son las 2 de la madrugada. La aglomeración nocturna en el centro de Estambul está llegando a su fin. Pero entre los que aún esperan el transporte para poder volver a sus hogares, una pequeña banda de jóvenes uigures y turcos están ocupados moviéndose rápidamente por la línea del tranvía, quitando carteles y filmándose a medida que avanzan.
Mientras roban los nombres bilingües de los suburbios en idioma mandarín que han aparecido recientemente en la ciudad, se muestran desafiantes en su protesta. Tras quitar los letreros, los reemplazan con las banderas de Turquestán Oriental y de Turquía, que solo difieren en el color de su fondo, y con calcomanías que denuncian los asesinatos cometidos en su patria.
Sus acciones publicadas en el sitio web local del canal «Fatih TV» muestran a residentes turcos locales en solidaridad con sus hermanos túrcicos, quitando letreros escritos en chino y denunciando a su Gobierno por complacer al Gobierno chino.
«¿Cómo puede nuestro Gobierno hacer la vista gorda ante lo que está sucediendo en Turquestán Oriental?», se quejó un joven turco, mientras quitaba el letrero de Sultanahmet, afirmando que Turquía debería apoyar a sus hermanos uigures que se han refugiado bajo su protección y no simplemente complacer al mercado turístico chino. «Nos estamos vendiendo a Pekín», afirmó.
Los uigures involucrados en este acto de desobediencia civil afirmaron que se sienten traicionados por Turquía y cada vez les temen más a las consecuencias resultantes de que los dos países intenten congraciarse entre sí.
Las recientes declaraciones del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, han preocupado a los uigures. En su reciente artículo de opinión para el Global Times de China, elogió a Pekín, afirmando que su país y China «comparten la misma visión de la paz mundial, la seguridad y la estabilidad globales, así como también del multilateralismo y el libre comercio».
Esta actitud enfureció a Gulnur, quien dirige una tienda en la zona de Sepakoy, en Estambul, y se siente desesperado ante tal hipocresía. “En este momento, mis mejores amigos, sin excepción, están confinados y languideciendo en campamentos, mis propios hermanos han desaparecido, el Gobierno chino ha confiscado mi fábrica y congelado mi cuenta bancaria. No he hecho nada malo, y a pesar de todo ello, Erdogan está elogiando a China por promover la paz mundial».
El ministro de Cultura y Turismo de Turquía, Mehmet Ersoy, al detallar recientemente los planes de su país para aumentar los ingresos generados por el turismo, afirmó que su atención estaba comenzando a centrarse más en China, India, Corea del Sur y Japón. «Estos son considerados mercados de recursos que impulsan el crecimiento del turismo mundial», afirmó. «Esperamos que la cantidad de turistas provenientes de la región de Asia Pacífico aumente en más del 30% entre 2018 y 2023».
Las aerolíneas chinas ya están reanudando sus vuelos al país tres veces por semana desde Pekín y al mercado turco están ingresando nuevas rutas desde la mayor parte de las principales ciudades de China. «Los dos países están trabajando para aumentar la cantidad de turistas a 1 millón», afirmó.
Esto enfureció a los uigures, quienes habiéndose sentido invadidos por los chinos de etnia han en su propia provincia, ahora experimentan idénticos sentimientos de pánico al ver a enormes grupos de turistas chinos inundando los bazares y los sitios históricos de Estambul.
«Los guías turísticos están aprendiendo el idioma chino y los comerciantes están gritando ‘¡ni hao!’. Están apareciendo carteles en chino y estamos comenzando a escuchar el mandarín a nuestro alrededor», afirmó Nurgul, cuyo esposo se encuentra confinado en un campamento y cuyo imperio de pequeñas empresas ha sido requisado por Pekín. “Sé que esto es Turquía y que tienen todo el derecho de hacer sus propias leyes. Por supuesto, solo somos invitados”, afirmó. «Pero aquí estoy viviendo como si fuera una indigente y mi gente está atravesando los terrores más inimaginables mientras que los chinos de etnia han llegan en masa a jugar y nuestros supuestos hermanos turcos los reciben con los brazos abiertos».
Un pequeño letrero oculto en mandarín permanece intacto en Gülhane. Donde solían estar las piezas ofensivas pueden verse pequeños vestigios reveladores de cinta adhesiva. Las banderas de Turquestán Oriental y las calcomanías ofensivas contrarias al Gobierno chino han sido eliminadas, pero los sentimientos siguen siendo muy fuertes.
El Gobierno local aún no ha reemplazado los letreros en idioma chino; pero aun así, la incesante marcha del turismo chino sigue fluyendo, y solo el tiempo dirá cuáles serán las implicaciones para los 30 000 refugiados uigures que se encuentran en Estambul.