En China, las estatuas religiosas situadas al aire libre continúan siendo destruidas y los funcionarios locales a cargo son amenazados con ser despedidos si desobedecen las órdenes del Gobierno central.
por Wang Anyang
A mediados de junio, una escultura del Buda Shakyamuni de 29 metros de altura tallada en una montaña del distrito de Fengman de la ciudad de Jilin, en la provincia nororiental de Jilin, fue destruida con explosivos porque las autoridades locales afirmaron que era «demasiado alta». La demolición se llevó a cabo bajo la atenta mirada de funcionarios gubernamentales.
Según fuentes informadas, se necesitaron once años para tallar al Buda, y en el momento de ser destruido se encontraba en proceso de ser pulido y bañado en oro. El trabajo, financiado por un particular, había costado alrededor de 3 millones de yuanes (aproximadamente 420 000 dólares).
Antes de que se llevara a cabo la demolición, los funcionarios proclamaron que todas las estatuas religiosas existentes en el país estaban siendo desmanteladas, y que nadie podía detener el proceso. Los mismos amenazaron con detener al financiador de la escultura si se resistía a la demolición. Un infiltrado en el Gobierno le reveló a Bitter Winter que, si la estatua no hubiera sido destruida, todos los funcionarios locales a cargo hubieran sido removidos de sus puestos.
En la provincia central de Henán, funcionarios gubernamentales ordenaron demoler una estatua del Buda Shakyamuni de 10 metros de altura que se encontraba fuera del Templo de Longxing, situado en una aldea del condado de Mengjin bajo la jurisdicción de la ciudad de Luoyang. Según fuentes informadas, los funcionarios del Gobierno local fueron amenazados por sus superiores con ser removidos de sus puestos si no lograban demoler la estatua en un plazo de tres días.
El trabajo de demolición tardó dos días en completarse, los trabajadores contratados por el Gobierno trabajaron sin parar los días 17 y 18 de julio. Un funcionario de la aldea afirmó que todas las estatuas religiosas situadas al aire libre están siendo destruidas por orden del Gobierno central. “Nadie en China tiene más poder que Xi Jinping. ¿Quién se atrevería a contradecirlo?”, añadió el funcionario.
Según algunos aldeanos, para proteger la estatua y evitar que fuera demolida, la congregación del templo la había cubierto con redes de protección solar, pero esto no ayudó a salvarla.
“No existe ningún lugar donde buscar justicia. No es diferente de la Revolución Cultural; todas las cosas relacionadas con Buda están siendo derribadas y destruidas», afirmó con impotencia un creyente. “El Partido Comunista Chino (PCCh) teme que las personas comiencen a adorar a Buda y ya no crean en el Partido. Si todas las personas se volvieran religiosas, ¿no significaría que el PCCh está acabado? Esta es la razón por la cual se han impartido estas órdenes urgentes de destruir todos estos íconos».
No solo las estatuas budistas son demolidas; ni siquiera la palabra «Buda» puede existir en público. En la primavera de este año, funcionarios gubernamentales ordenaron eliminar una estela que contenía la palabra china utilizada para escribir «Buda» situada fuera de un templo budista emplazado en el poblado de Lushuihe del condado de Fusong, administrado por la ciudad de Baishan, en la provincia de Jilin, alegando que «las regulaciones gubernamentales prohíben las inscripciones religiosas situadas al aire libre». La estela que había sido exhibida durante más de diez años quedó tirada en el suelo.