Los musulmanes de Sinkiang que viven fuera de la región son severamente vigilados, controlados y discriminados bajo el pretexto de «desradicalización».
por Wang Yong
El Sr. Wang, procedente de la provincia suroriental de Jiangxi, conoció y se hizo amigo de un uigur que trabajaba en su ciudad al hacer negocios con él. Pero nunca imaginó que dicho contacto le traería tantos problemas.
“En China existe una ley sobre la lucha contra el terrorismo, y la misma es ampliamente aplicada. La gente de Sinkiang es tildada de terrorista”, le dijo el Sr. Wang a Bitter Winter. «Si viven fuera de Sinkiang, deben registrarse en la estación de policía de la localidad donde residan y llamar a la estación de policía donde esté registrado su hukou [registro del hogar] una vez por semana».
Tras olvidarse de llamar a estación de policía, según lo exigido, en una ocasión, el amigo del Sr. Wang se convirtió en blanco de vigilancia policial. Los frecuentes encuentros del Sr. Wang con dicho uigur llamaron la atención de la policía y, debido a ello, se le advirtió que debía mantenerse alejado de los uigures porque «los mismos son terroristas».
El Sr. Wang desestimó la advertencia y, como era de esperar, se metió en problemas. Pronto fue detenido por agentes de policía, y no fue liberado hasta que pagó una multa de 2000 yuanes (alrededor de 285 dólares).
Es casi imposible alquilar un departamento
El Sr. Wang reveló que, a causa de ser catalogados como «terroristas», es sumamente difícil para los uigures alquilar un departamento. “Si la gente le alquila a un uigur, la policía se presentará a hablar con ellos. Para evitar problemas, los arrendadores a menudo deciden no alquilarles sus propiedades a uigures. Por la misma razón, nadie se atreve a emplearlos”, explicó el hombre.
Prácticas discriminatorias similares abundan en todo el país. Un día de junio, en el condado de Puyang, administrado por la ciudad de Puyang, en la provincia central de Henán, más de una docena de agentes de policía irrumpieron en una propiedad alquilada por una pareja uigur. Los mismos le exigieron al arrendador que expulsara a los uigures de forma inmediata.
El arrendador trató de explicarle a la policía que el contrato de la pareja seguía vigente y que eran personas decentes que no causaban ningún tipo de problema. Haciendo caso omiso de sus palabras, se le exigió expulsar a la pareja ese mismo día, o de lo contrario, sería responsabilizado «de cualquier consecuencia». La pareja uigur en cuestión fue echada a la calle ese mismo día.
“Antes de que la pareja de Sinkiang fuera expulsada, la policía venía a controlarlos al menos una vez al mes. Incluso les prohibieron hacer negocios aquí”, le dijo el arrendador a Bitter Winter. “Funcionarios de nuestra aldea me llamaban casi todos los días para preguntarme sobre ellos, diciéndome que los echara y advirtiéndome que no debía alquilarle a ninguna persona procedente de Sinkiang. El Gobierno sigue poniéndonos objeciones. Es sumamente perturbador».
Los hoteles son obligados a denunciar a los uigures
El pretexto «antiterrorista» es frecuentemente utilizado por las autoridades para hostigar a los uigures que han abandonado Sinkiang para ganarse la vida en otros lugares. A principios de este año, la unidad antiterrorista de la Agencia de Seguridad Pública de un condado de la ciudad de Ulanqab, en Mongolia Interior, les exigió a todos los hoteles locales que firmaran una «declaración de responsabilidad antiterrorista». Afirmaron que este requisito es esencial para «seguir fortaleciendo la gestión de la labor antiterrorista”. Al firmar la declaración, los hoteles acordaron no aceptar que personas de Sinkiang se alojen en sus instalaciones sin la aprobación previa del Gobierno.
Los mismos también están obligados a enviarle a la brigada antiterrorista la información de identificación de cualquier persona de Sinkiang que se aloje en sus hoteles. De lo contrario, según amenazaron los agentes de policía, sus licencias comerciales serán revocadas, los hoteles clausurados y los propietarios se verán envueltos en serios problemas y serán castigados personalmente.
Un empleado de un hotel de Mongolia Interior le relató a Bitter Winter un incidente ocurrido en el mes de julio, cuando un empresario de Sinkiang se registró en el hotel con su esposa e hijo. El propietario cargó inmediatamente su información de identidad en el Sistema de Gestión de Información de Seguridad, el cual está conectado al servidor de la Agencia de Seguridad Pública. Luego de menos de 20 minutos, varios policías SWAT irrumpieron en el hotel, interrogaron al empresario en detalle sobre su identidad, el motivo de su viaje, si tenían familiares en el área local y temas similares.
Los velos faciales y las barbas son vistos como signos de terrorismo
Luego de que, en el año 2017, el Gobierno de Sinkiang emitiera el Reglamento sobre desradicalización en la Región Autónoma Uigur de Sinkiang, se prohibió que los hombres se dejaran crecer la barba y las mujeres usaran velos faciales. En otras regiones de China, las personas con estos atributos comenzaron a ser tratadas como terroristas y sometidas a un estricto control y persecución.
Incluso antes de eso, la caza de brujas de los llamados «terroristas» fue aumentando gradualmente a lo largo de China, y las autoridades provinciales y locales comenzaron a adoptar «medidas preventivas». Como, por ejemplo, lo sucedido en marzo de 2016, cuando la oficina antiterrorista de la ciudad de Manzhouli, en Mongolia Interior, emitió un aviso, titulado Todo el pueblo lucha contra el terrorismo: regulaciones sobre la recompensa a informantes activos que proporcionen pistas relacionadas con el terrorismo. El documento alentaba a todos los ciudadanos a que le informaran a la policía sobre cualquier hombre que tuviera características físicas específicas: frente protuberante, ojos grandes y hundidos, cejas pobladas y barba. Las mujeres que usaran velos faciales o burkas también debían ser denunciadas.