Una investigadora británica se reúne con refugiadas que escaparon de China y actualmente viven en Inglaterra (éste es el segundo de una serie de dos artículos).
por Ruth Ingram
En el primer artículo de esta serie, analicé un inquietante libro publicado en Corea sobre la persecución a la que es sometida la Iglesia de Dios Todopoderoso en China. Luego de leer el libro, descubrí que también en Gran Bretaña vivían refugiados pertenecientes a esta iglesia.
Sentada a orillas del Támesis, en Londres, pareciera que estoy sumamente alejada del mundo cada vez más distópico de China, donde cada momento de la vida de las personas es monitoreado a través de una vasta red de cámaras y dispositivos de vigilancia. Mientras contemplaba el fangoso torrente repleto de barcos de todo tipo desde el cálido aire viciado de una cafetería, tres de estos exiliados se reunieron conmigo para hablar sobre sus vidas. Hannah, una recién llegada a Gran Bretaña, temerosa de que se descubriera su identidad y, por ende, sus familiares en China fueran perseguidos por el Partido Comunista Chino (PCCh), aún se siente conmocionada por haberse visto obligada a vivir una vida de fugitiva. Por esta razón, ocultó su verdadera identidad.
Hannah ingresó a la Iglesia de Dios Todopoderoso en el año 2013 tras desilusionarse con la corrupción generalizada que la rodeaba en su lugar de trabajo. Vio honestidad e integridad entre un grupo de amigos que formaban parte del movimiento y se unió a ellos con sumo entusiasmo. Luego de cinco años, escaló posiciones hasta transformarse en líder, pero debido a la persecución puesta en marcha por el PCCh se convirtió en un objetivo clave de arresto. Se mudó de una casa segura a otra, logrando evitar ser atrapada en redadas por un día o unas pocas horas. Sus compañeros de cuarto fueron capturados y torturados para que revelaran su paradero, pero ninguno de ellos cedió.
Entre lágrimas, habló de una miembro de la Iglesia que fue arrestada tras el inicio de una importante operación de arresto llevada a cabo en la provincia de Zhejiang, quien fue golpeada hasta morir en medio de un interrogatorio. El cuerpo de la mujer estaba cubierto de hematomas y había marcas de estrangulamiento alrededor de su cuello, las cuales fueron utilizadas por la policía para afirmar que se había suicidado, siendo la misma una táctica comúnmente utilizada por ellos para explicar las inexplicables muertes de personas detenidas. De las cuatro jóvenes con las que había compartido una casa antes de escapar, solo una fue liberada. Durante su cautiverio y a modo de castigo, a esta amiga se le ordenó permanecer de pie durante varios días consecutivos sin poder conciliar el sueño, y debido a ello, sus piernas se hincharon, provocándole un insoportable dolor. Posteriormente, fue atada a un árbol donde fue picada por hormigas que le causaron una incontrolable comezón en todo el cuerpo. Las otras tres mujeres aún siguen desaparecidas. Según me relató, otra miembro de la Iglesia fue golpeada con bastones eléctricos, su cara fue sumergida en agua y fue amenazada con ser violada si se negaba a firmar las tres declaraciones (una declaración de arrepentimiento, una de garantía y una de ruptura de lazos con la Iglesia). Otra miembro de la Iglesia fue encerrada en una pequeña habitación subterránea durante un mes en un intento de quebrar su voluntad y forzarla a proporcionar detalles de nombres y finanzas de la Iglesia.
«En caso de que tuviera que salir de casa por alguna razón, tenía que esconderme durante el día y usar una máscara durante la noche», afirmó. La misma me contó que en las contadas ocasiones en las que se atrevió a salir usó una amplia variedad de pelucas y que siempre llevaba ropa de repuesto en caso de que notara que alguien la seguía. «Muy a menudo me daba cuenta de que diferentes personas me fotografiaban y tenía que ir a un baño público a cambiarme de ropa», afirmó. «Era aterrador y extremadamente estresante», añadió. “No podía llevar un teléfono móvil conmigo, y la única forma de comunicarme era a través del envío de notas escritas”, afirmó, añadiendo que durante esos días los creyentes se reunían en las montañas, en granjas, en campos o en bodegas, lejos de la vigilancia. No tenía forma de ponerse en contacto con su madre para decirle que estaba a salvo.
Las jóvenes hablaron de la dificultad de mantener una vida normal para los miembros de su Iglesia. Si alguien compraba demasiado arroz o más gasolina de lo habitual, era arrestado e interrogado. «Cada aspecto de nuestras vidas era monitoreado», afirmó Hannah. “Nuestros teléfonos fueron intervenidos. Las camionetas de la policía rodeaban los edificios donde vivíamos para monitorear los sonidos provenientes de los pisos”, afirmó, recordando nuevamente entre lágrimas cómo una de las reuniones fue allanada de esta manera y cinco miembros de la Iglesia fueron detenidos. Desde ese día no se sabe nada de ellos.
Ella y las otras jóvenes entrevistadas en Londres están convencidas de que el objetivo final de Xi Jinping es erradicar la religión del mapa de China. «El mismo está decidido a que su pensamiento reine en cada rincón del país», afirmó.
Hannah logró obtener una visa de turista y abordar un vuelo al Reino Unido, lo cual solo puede atribuir a una intervención milagrosa, y ahora espera ansiosamente el resultado de su solicitud de asilo. Mientras el proceso sigue su curso, sin saber decir ni una palabra en inglés, se sienta a solas en una pequeña habitación, demasiado asustada como para salir y marcada por los años de mirar por encima del hombro y esperar que alguien toque a su puerta. En el Reino Unido no hay una iglesia de Dios Todopoderoso, solo un pequeño puñado de miembros de la misma dispersos por todo el país y muy pocos solicitantes de asilo en su situación. Teme ser enviada de regreso a China y continuar siendo perseguida si su solicitud no es aprobada.
Al leer los desgarradores relatos y hablar con Hanna y sus amigas en Londres, uno solo puede preguntarse ¿por qué? ¿Por qué esta potencia mundial masiva que ya está planeando la construcción de una estación espacial en la luna para el año 2040, que tiene a 54 naciones del mundo amedrentadas para que no hablen sobre el tratamiento dispensado a los uigures en su lejano oeste, que vierte infinitas sumas de dinero en agujeros negros de pobreza dispersos alrededor del mundo y que planea sorprendernos con más espectáculos de nieve y hielo en los Juegos Olímpicos de Invierno del 2022 le tiene tanto miedo a un puñado de millones de creyentes que practican pacíficamente su fe? Investigadores independientes han demostrado que los espurios intentos de desacreditar al movimiento al implicar a sus miembros en graves delitos han sido falsos, pero la campaña para erradicarlos continúa. No se trata de una campaña legal basada en leyes y procesos legales abiertos y transparentes, sino de una campaña de brutalidad feroz, sádica e irracional contra aquellos que no tienen a su disposición absolutamente ninguna reparación legal y cuya voz ha sido silenciada.
Y los implacables y bien documentados planes de Xi Jinping para sinizar a todas las religiones existentes dentro de sus fronteras no se limitan a los nuevos grupos emergentes, tales como la IDT. La campaña continúa a buen ritmo, arrasando mezquitas y cúpulas, derribando iglesias, templos, cruces y estatuas budistas, y adoctrinando a la nueva generación de que no hay más dioses que Xi Jinping y el Partido Comunista.