En medio de la campaña implementada por el PCCh para impedir la «infiltración religiosa extranjera», los miembros del clero y los misioneros extranjeros son sometidos a una estricta vigilancia, y muchos de ellos son obligados a marcharse a sus hogares.
por Cai Congxin
El Partido Comunista Chino (PCCh) siempre ha tratado a los misioneros extranjeros existentes en China como fuerzas externas que intentan derrocar a su régimen influyendo en la población. Desde que el presidente Xi Jinping llegó al poder, las represiones contra los misioneros y las iglesias asociadas con países extranjeros se han intensificado a lo largo de todo el país.
Miembros del clero procedentes de Irlanda y Estados Unidos fueron obligados a marcharse
El 14 de julio, cinco policías irrumpieron en una iglesia católica emplazada en la ciudad de Xiantao, en la provincia central de Hubei. Un sacerdote procedente de Irlanda que trabajaba en la iglesia fue obligado a proporcionar sus documentos e información personal. Uno de los oficiales proclamó que «a los extranjeros no se les permite impartir sermones en las iglesias de China», por lo tanto, la iglesia había infringido los nuevos Reglamentos sobre Asuntos Religiosos, cuyo artículo 5 establece que «los grupos religiosos, instituciones religiosas, lugares de actividades religiosas y asuntos religiosos no podrán estar sujetos al control de fuerzas extranjeras».
Los agentes de policía llevaron al sacerdote irlandés y a uno de los miembros del clero de origen chino a la Agencia de Seguridad Pública local para interrogarlos. Al sacerdote se le prohibió realizar trabajo misionero en China y se le ordenó regresar a Irlanda de inmediato porque le había estado enseñando inglés gratis a los hijos de los miembros de la congregación. Aparentemente, había violado las regulaciones educativas de China. Los oficiales amenazaron con confiscar su pasaporte y deportarlo por la fuerza de China si se negaba a acatar las órdenes. El sacerdote abandonó el país al día siguiente.
Según un miembro de la congregación, tres días antes de que el sacerdote irlandés de 48 años fuera detenido, varios policías vestidos de civil visitaron la iglesia a diario para monitorear las actividades que se realizaban en la misma.
Otro feligrés comentó que Xi Jinping está promoviendo su política de «sinización» de la religión para eliminar eventualmente todas las religiones de China. «Las autoridades chinas están tomando medidas enérgicas contra las iglesias vinculadas con el extranjero y deportan a los misioneros para que las personas de fe no tengan acceso a las doctrinas religiosas puras», afirmó el creyente.
En el mes de julio, un sacerdote chino-estadounidense de aproximadamente 70 años llegó a la Prefectura Autónoma de Dehong Dai y Jingpo de la provincia suroccidental de Yunnan, con la intención de implementar programas educativos para niños de familias empobrecidas. Junto con los creyentes de las iglesias domésticas locales, el sacerdote también planeaba distribuir entre estos niños computadoras, ropa y otros artículos recolectados por cristianos procedentes de Hong Kong.
No obstante, el Gobierno local temía que el sacerdote estuviera relacionado con los organizadores de las protestas en favor de la democracia de Hong Kong y que estuviera planeando difundir materiales religiosos prohibidos junto con la ayuda. Como consecuencia de ello, todos los programas del sacerdote fueron prohibidos. Después de haber sido intensamente vigilado y controlado por funcionarios locales, el sacerdote se vio obligado a regresar a Estados Unidos.
“El Partido Comunista gobierna a través de maquinaciones e intrigas. Nos regulan y controlan, exigiendo que los sigamos, porque temen que el creciente número de personas religiosas pueda representar una amenaza para el régimen», comentó un creyente local.
Testigos de Jehová arrestados y deportados
Tras la adopción del Plan de trabajo de la operación especial para investigar y lidiar con la infiltración cristiana extranjera según la ley el año pasado, los testigos de Jehová, junto con algunos otros grupos religiosos extranjeros, han sido objeto de severas persecuciones en China. Varios han sido arrestados y deportados.
En el mes de mayo, funcionarios de la Agencia de Seguridad Nacional de Hubei arrestaron a un misionero de los testigos de Jehová y a su esposa, procedentes de Japón, luego de haber estado vigilando la residencia de alquiler de la pareja. A los dos se le colocaron capuchas negras sobre sus cabezas y fueron llevados a una estación de policía local para ser interrogados durante 24 horas. Privados del sueño durante todo el proceso, a los misioneros se les exigió revelar los detalles de su trabajo misionero en China. La pareja fue liberada, pero se les ordenó abandonar China en el plazo de una semana sin contactar a nadie hasta el momento de su partida.
Según un testigo de Jehová de origen chino, antes del arresto, los misioneros japoneses habían sido vigilados por la policía durante un año.
Una misionera australiana de aproximadamente 20 años también fue arrestada casi al mismo tiempo. La misma enseñaba en una escuela emplazada en Wuhan, la capital de Hubei, y se encargaba de guiar a los nuevos testigos de Jehová de la zona.
Funcionarios de la Agencia de Seguridad Nacional irrumpieron en el hogar de la mujer a última hora de la tarde, mientras la misma trabajaba en su computadora, preparándose para el trabajo escolar del día siguiente. Sobre la mesa había un poco de dinero –el salario que había recibido recientemente–, y cuando los funcionarios lo notaron, exigieron saber si se trataba del dinero de las donaciones de la iglesia y si ella era una presbítera de la misma.
Los funcionarios confiscaron el dinero y se llevaron a la mujer para interrogarla, tras lo cual se le ordenó marcharse de China en el plazo de una semana.
Según una fuente interna, numerosos testigos de Jehová procedentes de Corea del Sur, Estados Unidos, Suecia, Taiwán y África también fueron deportados en el mes de mayo.
En el mes de septiembre, una testigo de Jehová procedente de Qingdao, una ciudad portuaria de la provincia oriental de Shandong, fue interrogada por miembros de la policía local, quienes amenazaron con arrestarla y encarcelarla si se descubría que tenía contactos con extranjeros, especialmente con misioneros de los testigos de Jehová procedentes de Corea del Sur. Los mismos afirmaron que una gran cantidad de personas de fe están apoyando los «disturbios de Hong Kong».