Los clérigos que se niegan a ser controlados por el Estado son hostigados por las autoridades y sometidos a adoctrinamiento para obligarlos a unirse a la Iglesia patriótica.
por An Xin
Para ejercer presión sobre el clero que se niega a unirse a la Asociación Patriótica Católica China (APCC), el Departamento de Trabajo del Frente Unido (UFWD, por sus siglas en inglés) y la Agencia de Asuntos Étnicos y Religiosos de Fuzhou, la capital de la provincia suroriental de Fujian, organizaron una conferencia en el condado de Yongtai de la ciudad del 27 al 29 de agosto.
Los sacerdotes de la ciudad de Fuqing, la cual forma parte de la arquidiócesis de Fuzhou, se negaron a participar, demostrando su renuencia a ser controlados por el Partido Comunista Chino. Su ausencia en la conferencia no pasó desapercibida, por supuesto. Los funcionarios locales organizaron medidas represivas contra las iglesias donde sirven los sacerdotes «desobedientes», clausurando los lugares e intimidando al clero y a los miembros de la congregación.
Tras el acuerdo entre el Vaticano y China del 2018, el Vaticano les permitió a los sacerdotes católicos unirse a la APCC, pero afirmó que los objetores de conciencia que se negaran a hacerlo deberían ser «respetados».
Se clausuran sedes y se cortan suministros de agua y electricidad
A principios de noviembre, funcionarios de la Agencia de Seguridad del Estado de Fuqing y del Gobierno de Chengtou, un poblado administrado por Fuqing, se presentaron en un seminario católico local para informarle a su administración que se trataba de «una organización ilegal». Quitaron por la fuerza el medidor eléctrico, cortaron el suministro de agua y electricidad, y expulsaron a los sacerdotes y creyentes del seminario. Para monitorear el lugar y evitar el ingreso al mismo, se instaló una cámara de vigilancia en una intersección que conduce al seminario.
El 2 de noviembre, un lugar de reunión católico emplazado en el subdistrito de Honglu de Fuqing fue clausurado luego de que también se cortara el suministro eléctrico del mismo. Una semana después, una iglesia católica emplazada en la aldea de Beilin, administrada por el poblado de Yangxia de la ciudad, padeció la misma suerte.
A finales de octubre, varios funcionarios clausuraron una iglesia católica emplazada en Chengtou e instalaron una cámara de vigilancia en la entrada del lugar, amenazando con arrestar a quien se atreviera a ingresar.
En Longtian, un poblado administrado por la ciudad de Fuqing, funcionarios locales clausuraron una iglesia católica y le dijeron a la congregación que al pueblo chino no se le permite «creer en la religión del Vaticano» porque «el Gobierno chino no les permite esa libertad». Los mismos amenazaron con arrestar a los feligreses si volvían a reunirse para adorar a Dios.
El 27 de octubre, más de una docena de funcionarios pertenecientes a la Agencia de Asuntos Religiosos, a la Agencia de Gestión Urbana y a otros departamentos gubernamentales de la ciudad irrumpieron en una iglesia católica situada en la calle Yuping de Fuqing y tomaron fotos de cada rincón de la misma.
«Cada domingo, un agente de la ley viene a vigilarnos y a verificar si algún sacerdote viene a celebrar misa. Esto frena el desarrollo del catolicismo», le dijo un miembro de la congregación a Bitter Winter. “En China no hay libertad de religión ni de expresión. El Gobierno tiene la última palabra en todo. Solo tienes que escuchar y seguir al Partido Comunista».
Según cálculos preliminares, por lo menos 60 lugares católicos han sido clausurados en la arquidiócesis de Fuzhou durante los últimos meses, 50 de los cuales se encuentran emplazados en la ciudad de Fuqing.
Sacerdotes sometidos a adoctrinamiento
El 27 de octubre, tras negarse repetidamente a firmar la solicitud de adhesión a la APCC, un sacerdote del poblado de Jiangjing bajo la jurisdicción de Fuqing fue convocado por la Agencia de Asuntos Religiosos local y por el Gobierno de la ciudad. El mismo permaneció detenido durante nueve horas. Los funcionarios le ordenaron que acatara las órdenes del Gobierno, o de lo contrario, anularían su certificado de clérigo.
Según un funcionario local, cualquier sacerdote que se niegue a unirse a la APCC será considerado jefe de una organización xie jiao. Los Gobiernos de varios poblados comenzaron a exigirles a los líderes de las aldeas bajo su jurisdicción que asistan a las iglesias cada domingo para efectuar inspecciones y que le informen a la policía si algún sacerdote que no sea miembro de la APCC está celebrando misa.
“El Partido Comunista es ateo. ¿Está calificado para liderar a los católicos?”, preguntó un sacerdote local mientras hablaba sobre el intento del Partido Comunista Chino (PCCh) de controlar completamente a la Iglesia católica china. El mismo alienta a los creyentes a ser pacientes y esperar, y a no unirse a la APCC ni someterse al control gubernamental; ya que según cree, hacerlo equivaldría a rendirse. Por el momento, prefiere celebrar reuniones en secreto o en los hogares de los miembros de la congregación. «Es como librar una guerra de guerrillas contra el Partido Comunista», añadió el sacerdote.
«Creo en Dios para la salvación de mi alma», le dijo un feligrés local a Bitter Winter. “El PCCh nos obliga a unirnos a la APCC bajo su control, a cantar el himno nacional y a colocar la bandera nacional en las iglesias. Esto es contrario a la voluntad de Dios. El Gobierno está jugando con nosotros, exige que demostremos nuestro amor por el país y que solo creamos en el Partido Comunista”.
La presión ejercida sobre el clero católico para «transformarlos» y hacerlos unirse a la Iglesia patriótica también se ha estado intensificando en otras arquidiócesis chinas. Según un infiltrado en el Gobierno de la provincia central de Henán, los Gobiernos locales comenzaron a emplear el llamado «sistema de control cinco en uno«, el cual hasta ahora había sido utilizado principalmente en miembros de grupos y movimientos religiosos prohibidos, tales como la Iglesia de Dios Todopoderoso. En lo que respecta a los objetores de conciencia católicos, el UFWD, la Agencia de Seguridad Pública, la Agencia de Asuntos Étnicos y Religiosos, el Gobierno municipal y el comité de la aldea, asignan de manera individual una persona a un grupo para trabajar de manera conjunta en la reeducación de los mismos. Éstos convocan regularmente a los sacerdotes a reuniones de «transformación ideológica dirigida» y los supervisan exhaustivamente.