Primero cortaron el suministro de energía, luego aterrorizaron a la congregación. Dos pastores fueron detenidos para ser interrogados y amenazados para que renunciaran a su fe.
por Deng Jie
«¡Dense prisa! ¡Entren!”, agentes de policía gritaban fuera del lugar de reunión perteneciente a la Iglesia doméstica de Le’en emplazado en el distrito de Tianhe de Cantón, capital de la provincia sureña de Cantón, el 11 de agosto de 2019. Los miembros de la congregación que se encontraban dentro del recinto bloqueaban la puerta, tratando de evitar el ingreso de más de 30 oficiales. Estos últimos velozmente irrumpieron en el lugar, empujando con fuerza a uno de los creyentes que vigilaba la entrada y fracturándole la mano como resultado de dicho accionar.
Sosteniendo una copia de los nuevos Reglamentos sobre asuntos religiosos, uno de los oficiales le informó a la congregación que alguien los había denunciado alegando que formaban parte de «un xie jiao que celebraba reuniones ilegales». Tras registrar toda su información de identidad, la policía expulsó a todos los creyentes de la iglesia.
Minutos antes del allanamiento, mientras más de 50 creyentes asistían al servicio dominical, la luz de la iglesia se apagó repentinamente. Un miembro de la congregación salió para verificar lo que estaba sucediendo y vio a varios oficiales preparándose para irrumpir en el lugar. Más tarde se enteraron de que la Agencia de Asuntos Étnicos y Religiosos local, la oficina subdistrital y la policía habían organizado la operación.
Dos líderes de la iglesia fueron detenidos y llevados hasta la estación de policía para ser interrogados. Amenazados con multas de 50 000 a 200 000 yuanes (alrededor de 7000 a 28 000 dólares), se vieron obligados a firmar declaraciones en las que prometían nunca más volver a organizar reuniones religiosas.
Tras la redada, algunos creyentes se quedaron fuera de la iglesia orando. «Solo somos personas comunes, en su mayoría mujeres y ancianos. No hicimos nada malo”, afirmó una de las creyentes mientras intentaba razonar con los oficiales, incapaz de contener las lágrimas. “¿Por qué persiguen tanto a los cristianos? ¿Por qué no se dedican a atrapar criminales?».
Los pastores de la Iglesia de Le’en se encontraban entre los firmantes de la Declaración por el bien de la fe cristiana, emitida el 30 de agosto de 2018, para denunciar la persecución de los cristianos a manos del Partido Comunista Chino (PCCh).
Desde el año 2016, el Gobierno había estado acosando a la iglesia por medio de diversas advertencias, expulsando a los creyentes y dando órdenes de quitar la cruz. Los miembros de la congregación se volvieron sumamente precavidos, tomando todas las precauciones necesarias para proteger su iglesia: vigilaban a los recién llegados, temiendo que las autoridades se hubieran infiltrado entre ellos, insonorizaron el edificio y comenzaron a organizar reuniones en grupos más pequeños.
Video: los feligreses están discutiendo con los agentes de policía.
“El Estado está en conflicto con las religiones. Innumerables misioneros han sido perseguidos e incluso asesinados en China”, comentó la persona a cargo de la iglesia. “El Gobierno está promoviendo el culto a la personalidad del presidente Xi Jinping. Esta es su llamada ‘religión’, una religión falsa que se opone a Dios. Su objetivo es eliminar toda creencia en Dios y en la fe verdadera».