Las personas que intentan divulgar las mentiras que se esconden tras la propaganda del PCCh son acusadas de «divulgar secretos de Estado» y tratadas como si fueran espías.
por Huang Xin
Al sentirse decepcionados por los medios de comunicación oficiales controlados por el Partido Comunista Chino (PCCh) que inundan a los ciudadanos con propaganda cuidadosamente elaborada, cada vez más personas en China se están convirtiendo en reporteros no oficiales para investigar e informar lo que realmente está sucediendo en su país. No obstante, esto los pone en una situación sumamente peligrosa. Tres ciudadanos autoproclamados como reporteros, Fang Bin, Chen Qiushi y Li Zehua, desaparecieron recientemente luego de que el Gobierno los detuviera por brindar información sobre el brote de coronavirus en Wuhan. Antes de su desaparición, los blogueros grabaron docenas de videos en los que transmitían imágenes sin filtrar desde el centro de la epidemia.
Intentando evitar que algo que pueda dañar su imagen salga de China, el régimen autoritario del PCCh está intensificando los esfuerzos para censurar la información en las redes sociales donde los reporteros ciudadanos suelen publicar sus informes. Muchas de estas valientes personas son rastreadas y reprimidas. Algunos desaparecen sin dejar rastro.
Las personas que ayudan a Bitter Winter a informar sobre la persecución religiosa llevada a cabo en China enfrentan los mismos peligros. Desde que Bitter Winter fuera catalogado por el PCCh como «un sitio web hostil en el extranjero» en el verano de 2018, al menos 45 de nuestros reporteros, corresponsales y colaboradores fueron arrestados bajo el cargo de «divulgación de secretos de Estado» o «participación en infiltración de fuerzas extranjeras». Una de las reporteras detenidas afirmó que los oficiales que la interrogaron le dijeron que «los que envían información negativa sobre el Estado a entidades extranjeras son traidores». A otro le dijeron que «recopilar materiales e informar es considerado una subversión del poder estatal, lo cual equivale a espionaje».
«En China, los que investigan e informan la verdad corren un grave peligro», explicó un corresponsal de Bitter Winter procedente de la provincia central de Hubei. El mismo mostró una «notificación dirigida a los ciudadanos» publicada en una de las comunidades residenciales de la provincia, en la que se les exigía a las personas denunciar a los «espías». Dicha notificación enumera algunas disposiciones de la ley china de contraespionaje y establece que «aquellos que sepan sin lugar a dudas que alguien efectúa tareas de espionaje pero se nieguen a ofrecer las pruebas pertinentes serán considerados penalmente responsables».
«¿Qué tipo de espías pueden detectar los residentes?» continuó el corresponsal. «En realidad, el PCCh intenta arrestar a quienes comparten algo que no quiere que el público sepa. Luego lo llaman ‘secreto de Estado’ y catalogan al que envía información al extranjero como espía».
El 24 de febrero, el Tribunal Popular Intermedio de Ningbo de la provincia oriental de Zhejiang condenó a Gui Minhai, uno de los propietarios de Causeway Bay Books en Hong Kong, a diez años de cárcel por «proporcionar ilegalmente información de inteligencia en el extranjero».
En julio de 2019, Huang Qi, quien pasó aproximadamente 20 años exponiendo las fechorías y la brutalidad del Gobierno local además de fundar 64tianwang.com, un sitio web relacionado con los derechos humanos, fue declarado culpable de «proporcionarle ilegalmente secretos de Estado a entidades extranjeras» y sentenciado a 12 años de prisión.
En el año 2015, Gao Yu, un reportero chino, fue sentenciado a cinco años de prisión por filtrar un documento del PCCh en el que se exponían los planes de lanzar en China una campaña contra las ideas liberales occidentales.