El PCCh adoctrina a los creyentes para que renuncien a su fe a través de golpizas, privación del sueño y de la alimentación, y mediante otros crueles tormentos físicos y psicológicos.
por Xiang Yi
Una gran cantidad de miembros de los grupos religiosos prohibidos en China se encuentran detenidos en los campamentos de transformación por medio de educación de Sinkiang, junto con tres millones de uigures y otros musulmanes. Los mismos también son sometidos a tortura y adoctrinamiento. Varios miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) compartieron con Bitter Winter las historias de inhumano tormento que han padecido. Utilizamos seudónimos para proteger su identidad.
Golpeada y privada del sueño
Gao Jie comenzó el relato de su experiencia en un campo de internamiento emplazado en el norte de Sinkiang recordando cómo fue golpeada por haberle dicho a su instructor de adoctrinamiento que sus comentarios sobre su fe eran blasfemos. «Los guardias les ordenaron a otros dos reclusos que me golpearan, y los mismos golpearon mi cabeza contra la pared hasta que mi rostro se inflamó», afirmó la mujer. «También amenazaron con cegarme si me negaba a escribir las cuatro declaraciones: arrepentimiento, ruptura de lazos, garantía y crítica». Los guardias también le dijeron que no le contara a nadie lo que había sucedido en la «clase de estudio».
El campamento donde Gao Jie permaneció detenida se encuentra situado en una ubicación remota y está rodeado de altos muros con alambre de púas. “Cuando nos llevaron allí, nos desnudaron, nos registraron y los guardias nos ordenaron que hiciéramos tres sentadillas, luego nos revisaron el cabello”, recordó Gao Jie. “Cuatro guardias armados nos escoltaron hasta el bloque de celdas. Había tres edificios para los detenidos, uno para mujeres y dos para hombres. De los aproximadamente 400 detenidos, la mayoría eran musulmanes uigures, cristianos y practicantes de Falun Gong”.
Como Gao Jie se negó a firmar las cuatro declaraciones, fue sometida a una represión aún más severa. «Me esposaron a una silla y cubrieron mi cabeza con una capucha negra», continuó la mujer. “Más de una docena de guardias se turnaban para vigilarme. Tan pronto como me quedaba dormida, golpeaban el escritorio que se hallaba situado a mi lado, me golpeaban la cabeza o golpeaban mi espalda con un palo de hierro. Durante tres días consecutivos, no me dieron comida ni agua, ni me permitieron usar el baño. Cada vez que pedía ir al baño, me decían que hiciera mis necesidades en la silla”.
Un día, varias guardias femeninas la despojaron por la fuerza de toda su ropa y la bañaron antes de obligarla a tener relaciones sexuales con un guardia masculino. «Afortunadamente, en ese momento estaba teniendo mi período, así que escapé por poco de eso», afirmó Gao, añadiendo que los reclusos no tenían derechos en el campamento; eran monitoreados a través de cámaras de vigilancia incluso mientras se aseaban.
Gao Jie sufrió importantes lesiones mentales y físicas debido a las frecuentes golpizas y torturas a las que fue sometida. Perdió aproximadamente diez kilogramos en pocos meses.
Al ser una de las herramientas de referencia para tratar a la disidencia, el Partido Comunista Chino (PCCh) a menudo encierra a las personas en instituciones mentales a fin de «transformarlas» o desacreditarlas. En el caso de otra miembro de la IDT entrevistada, la misma fue trasladada a un hospital psiquiátrico por haber discutido con uno de los instructores del campo de internamiento cuando éste pronunció comentarios irrespetuosos sobre su fe. “Me obligaron a tomar medicamentos y a vivir escuchando gritos y llantos de pacientes durante todo el día. Pensé en morir en varias ocasiones”, recordó la mujer.
Presionada a renunciar a su fe
Mediante los «estudios» en los campamentos de transformación por medio de educación, las autoridades chinas buscan erradicar la cultura e identidad de los uigures y de otras etnias musulmanas. En lo que respecta a los miembros de la IDT, el objetivo es hacerles renunciar a su fe y aceptar incuestionablemente la ideología del PCCh.
«‘¡Ponte en cuclillas, endereza los brazos!’ un guardia nos gritaba en el pasillo fuera de nuestras celdas», le relató a Bitter Winter Zhou Min, otra mujer que permaneció detenida en uno de los campamentos. «Teníamos que permanecer quietos en posición de medio cuclillas, con los brazos estirados hacia adelante, y los guardias nos golpeaban y gritaban si hacíamos un ligero movimiento».
La mujer afirmó que tenían que asistir a clases de adoctrinamiento a diario, durante las cuales se les enseñaba «el espíritu del XIX Congreso Nacional del PCCh» y leyes y reglamentos, con el objetivo de obligar a los miembros de la IDT a firmar las cuatro declaraciones. Zhou Min reveló que una gran cantidad de miembros de la IDT fueron castigados físicamente por negarse a firmarlas. A veces, durante varios días consecutivos, tenían que permanecer de pie desde las 7 de la mañana hasta la medianoche. Algunas personas que tenían una salud débil se desmayaban al no podían resistir, y los guardias los levantaban y los obligaban a permanecer de pie.
A los que se negaban a firmar se les racionaba la comida. Como única comida del día, a dos creyentes se les daba solo un pequeño bollo al vapor y un cucharón de verduras para compartir de pie en el pasillo.
«Para nosotros, los creyentes de la IDT, escribir las cuatro declaraciones equivale a blasfemia, pero aún así nos obligaban no solo a escribirlas sino también a recitarlas», explicó Zhou Min. «No queríamos hacerlo, pero no todos podían soportar el tormento, por lo que algunos sucumbían a la presión. Fue insoportable para ellos».
Otro miembro de la IDT recordó que los guardias no solo electrocutaban a los creyentes y los golpeaban con zapatos, sino que también los dejaban colgados, suspendidos de sus manos esposadas, con libros que consideraban sagrados desparramados por el suelo: solo podían aliviar el dolor pisándolos.