El PCCh se dio cuenta de que se estaba desarrollando una pandemia el 13 de enero. En una reunión secreta celebrada el 14 de enero, decidió no revelar la información hasta el 20 de enero. La medida le costó al mundo decenas de miles de muertes.
por Massimo Introvigne
El 15 de abril de 2020, Associated Press anunció que había obtenido de fuentes chinas no identificadas, y verificado como auténticos, documentos que confirmaban que el Partido Comunista Chino (PCCh), bajo instrucciones personales del presidente Xi Jinping, esperó seis días, del 14 al 20 de enero, antes de revelar información sobre la pandemia de COVID-19. Esos seis días fueron cruciales, tanto para China como para el mundo. Fue durante esos seis días que la ciudad de Wuhan intentó romper un récord mundial Guinness organizando la cena compartida más grande de la historia, a la que asistieron más de 40 000 familias, y en los que millones viajaron desde la ciudad en preparación para las festividades del Año Nuevo Chino. Sin el retraso de seis días, esto no habría sucedido, y la epidemia podría haber permanecido contenida en Wuhan, evitando así que se extendiera por todo el mundo.
¿Qué fue exactamente lo que sucedió y por qué? Sabemos que el primer caso de lo que luego fue identificado como COVID-19 fue detectado en Wuhan el 17 de noviembre de 2019, y en diciembre, varios médicos locales comenzaron a contactar a las autoridades para informarles que se había desarrollado un nuevo coronavirus mortal y a publicar sus hallazgos en Internet. Como consecuencia de ello, fueron arrestados el 1 de enero. Esto intimidó a los médicos de Wuhan, quienes no informaron sobre nuevos casos, a pesar de que conocían su existencia.
Mientras impedía que los médicos hablaran al respecto, el Gobierno de Pekín estaba al tanto de lo que estaba sucediendo. Associated Press informó que el Gobierno había enviado dos equipos de expertos a Wuhan. El 6 de enero, el jefe del primero, Xu Jianguo, le dijo al periódico de Hong Kong Takungpao que todo estaba bajo control y que «no había absolutamente ninguna posibilidad» de que viajar desde Wuhan pudiera causar la propagación de la enfermedad hacia otros lugares (el enlace que proporcionamos puede no funcionar, ya que Takungpao es controlado por el PCCh y ahora podría haber eliminado el artículo). El PCCh no estaba totalmente convencido, por lo cual envió un segundo equipo de expertos el 8 de enero. Su jefe, Wang Guangfa, apareció en televisión el 10 de enero para afirmar que solo se trataba de una «neumonía», con «síntomas leves» y «bajo control». A fines de enero, el mismo contrajo la COVID-19. El 15 de marzo publicó en Weibo que «siempre había sospechado» que el virus se estaba propagando rápidamente de humano a humano, pero que no se le había permitido decirlo públicamente.
Parece que, hasta el 13 de enero, el PCCh creía que sería posible suprimir la información sobre el virus, siempre y cuando se limitara a Wuhan. Lo que persuadió al PCCh de que esto no sería posible fue un caso detectado en Tailandia el 13 de enero. Si el virus se estaba propagando en el extranjero, ya no sería posible suprimir la información. El 14 de enero, el jefe de la Comisión Nacional de Salud de China, Ma Xiaowei, mantuvo una teleconferencia secreta con funcionarios de salud provinciales y distribuyó un memorándum, el cual ahora se filtró a Associated Press. El mismo les dijo que les estaba transmitiendo instrucciones directas del presidente Xi Jinping, y que Xi sabía que lo que se estaba desarrollando era «el desafío más grave [para la salud] desde el SARS en 2003″ y que » la transmisión de persona a persona era posible». Ma utilizó la palabra «pandemia» e insistió en que era fundamental mantener la estabilidad social y prepararse para los congresos provinciales y nacionales del PCCh. No obstante, admitió que el caso acaecido en Tailandia había «modificado significativamente» la situación.
Associated Press también obtuvo un documento de 63 páginas enviado por la Comisión Nacional de Salud a los funcionarios de salud provinciales poco después de la teleconferencia de Ma, en el cual se detallaban instrucciones sobre cómo lidiar con una epidemia grave, sin «divulgar públicamente» ni mencionar en Internet lo que estaba sucediendo. El resultado fue que a Pekín le comenzaron a llegar datos que mostraban que los viajeros procedentes de Wuhan habían propagado el virus a varias ciudades y provincias. Finalmente, el 20 de enero, el presidente Xi Jinping y sus principales asesores de salud se presentaron públicamente y le contaron a China y al mundo sobre la epidemia.
De ninguna manera podemos considerar la demora de seis días como breve. Entre el 13 y el 20 de enero, miles de personas se infectaron en Wuhan, si no decenas de miles, y se les permitió viajar a otras provincias chinas y al extranjero. Si en todo el mundo estamos encerrados, lamentando la muerte de familiares y amigos, es en gran parte porque el presidente Xi y el PCCh mantuvieron en secreto la información sobre el virus por razones políticas, hasta que fue demasiado tarde.