Un creyente de la Iglesia de Dios Todopoderoso recuerda el tiempo que pasó en prisión luego de ser arrestado y posteriormente sentenciado a causa de su fe.
por Yang Luguang
Qi Qiang, un creyente de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) procedente de la provincia oriental de Anhui, fue sentenciado a siete años de prisión solo a causa de sus creencias. Liberado a fines del año pasado tras completar su condena en prisión, le contó a Bitter Winter su terrible experiencia.
Un frío día de diciembre de 2012, la policía arrestó a Qi Qiang mientras compartía el Evangelio con otros creyentes. El hombre fue interrogado durante toda la noche para que divulgara información sobre la Iglesia. Los oficiales lo esposaron, retorciendo un de sus brazos por encima de un hombro y el otro por debajo de una axila, forzando su cuerpo en una posición arqueada, y comenzaron a colocar ladrillos entre su espalda y las esposas. «Cada vez que agregaban un ladrillo, el dolor se agudizaba», recordó Qi Qiang. «Se sentía como si mis brazos estuvieran rotos; apenas podía respirar. Los oficiales también golpearon mis muñecas y me abofetearon».
Como aún seguía negándose a hablar, los oficiales le quitaron la ropa, dejándolo vestido solo con su ropa interior larga, lo golpearon con un trapeador húmedo y lo arrastraron dos veces afuera para que se tumbara en la nieve mientras vertían agua sobre él. «Esa noche nevaba copiosamente», recordó el hombre. «Me temblaba todo el cuerpo a causa del frío. Cuando vertieron el agua, hacía tanto frío que dejé de respirar. Quería que todo acabara».
Tras regresar a la habitación, un oficial encendió un cigarrillo y lo movió frente al rostro de Qi Qiang, amenazándolo con quitarle los pantalones y quemarle las partes privadas si seguía negándose a revelar información. El mismo también fue golpeado con un cinturón de cuero y se le untó el rostro con mostaza. Luego de ello, los oficiales esposaron sus muñecas a las ranuras de un dispositivo de tortura llamado banco de tigre y presionaron los anillos de bloqueo de hierro hacia abajo, provocándole un dolor punzante insoportable.
Al no poder sonsacarle ningún tipo de información, la policía envió a Qi Qiang a una casa de detención, donde fue sometido a trabajos forzados enredando alambres. “Comenzaba a trabajar a las 5 de la mañana y tenía que completar una cuota de 8000 luces de colores cada día. Los alambres eran delgados como agujas, y con el paso del tiempo, mi vista comenzó a volverse borrosa”, recordó. “Trabajaba lentamente porque no estaba calificado. Si no terminaba mi tarea, no se me permitía dormir y tenía que seguir trabajando durante toda la noche. Los otros reclusos a menudo me maltrataban. Posteriormente, fui asignado a enchufar bombillas. Mis dedos se deformaron y comenzaron a cubrirse de ampollas sanguinolentas”.
En abril de 2015, tras pasar más de dos años en la casa de detención, Qi Qiang fue sentenciado a siete años de prisión por «utilizar una organización xie jiao para socavar la aplicación de la ley». La IDT fue incluida en la lista de organizaciones xie jiao en el año 1995 debido a su rápido crecimiento, y desde entonces ha sido sometida a una brutal represión. Innumerables creyentes de la IDT han sido arrestados por llevar a cabo actividades religiosas regulares, las cuales el PCCh considera «crímenes». Solo en el año 2019, al menos 3800 creyentes de la IDT fueron sometidos a torturas o a adoctrinamiento obligatorio luego de ser arrestados, de los cuales más de 1300 fueron condenados a prisión.
Cuando Qi Qiang fue transferido a una prisión, se le asignó la tarea de pulir y empacar traviesas de ferrocarril. Tenía que completar una cuota de casi 40 000 kilogramos por día, y cada traviesa pesaba más de 15 kilogramos. Cada parte de su cuerpo se sentía agotada a causa del prolongado trabajo forzado y el tormento psicológico. «Sentía tanto dolor que incluso pensé en lastimarme dejando caer uno de estos troncos sobre mis pies», recordó.
Qi Qiang también fue adoctrinado con la ideología del PCCh por personal especialmente asignado y se vio obligado a cantar canciones patrióticas. «Uno de ellos me dijo que los occidentales confían en la redención de Jesús para transformarse, pero que el pueblo chino tiene sus propias tradiciones y cultura, y no la necesitan», afirmó.
Luego de negarse a renunciar a su fe firmando una declaración de arrepentimiento, el hombre fue enviado a confinamiento solitario durante 15 días. «Solo podía sentarme sobre la plataforma de una cama, con todas mis extremidades estiradas, esposadas y encadenadas al suelo», recordó Qi Qiang. «Cuatro personas se turnaban para vigilarme las 24 horas del día. Cuando salí del confinamiento solitario, los demás no podían reconocerme. Es un lugar aterrador».