por Massimo Introvigne
El 24 de Mayo de 2018 tuvo lugar una acalorada discusión en las Naciones Unidas, en Nueva York. Los Estados Unidos y Alemania acusaron a China de mantener a cientos de miles de musulmanes uigures en “campos de reeducación”. El representante de China respondió que, por lo general, los gobiernos y diplomáticos occidentales aceptan a pies juntillas las noticias falsas difundidas por activistas o “terroristas” musulmanes anti-China y que, de hecho, esos campos habían sido abolidos oficialmente hacía mucho tiempo. ¿Estaba el representante de China simplemente mintiendo? Sí y no.
Es muy importante distinguir entre tres tipos diferentes de campos de reeducación en China. La distinción ha sido estudiada en un reciente artículo (Mayo 15, 2018) del investigador alemán Adrian Zenz. El artículo es importante dado que Zenz trabajó a partir de fuentes oficiales chinas difícilmente objetables para documentar la existencia de diversos campos de reeducación. Sigo el estudio de Zenz para la tipología de los campos y al mismo tiempo añado comentarios propios sobre cómo operan los campos y sobre la ideología que los justifica fuera de Sinkiang.
Los primeros campos descritos por Zenz son los así llamados laogai, de hecho, laodong gaizao (劳动改造), campos de “reformación a través del trabajo”. Los reos son sentenciados a pasar un tiempo en un laogai por un tribunal de justicia después de un juicio criminal y son parte del sistema chino de prisiones.
El segundo tipo de campos se llama laojiao (劳动教养 o 劳教), campos de “reeducación a través del trabajo”, instituidos por el régimen Chino en 1957. Laogai y laojiao pueden parecer instituciones similares, pero había una importante diferencia legal. No había necesidad de una decisión judicial para enviar a alguien a un laojiao. Una orden administrativa emitida por una agencia de seguridad era suficiente. El sistema laojiao era ampliamente utilizado para los disidentes, los fieles de religiones prohibidas y para los contrarrevolucionarios, reales o sospechosos. El sistema fue, de hecho, abolido en 2013 con algunos campos convertidos en centros de atención para rehabilitar a drogadictos.
Cuando, durante el debate en las Naciones Unidas, China objetó que ya no existían los campos de reeducación se refería a los laojiao. Los laogai, por supuesto, siguen completamente vigentes, pero China puede argumentar que hay campos de trabajo similares para aquellos que fueron sentenciados a penas de cárcel en muchos países.
Oportunamente, sin embargo, el representante chino “olvidó” que en China hay un tercer tipo de campos de reeducación. Son parte del sistema jiaoyu zhuanhua (教育转化), traducido normalmente como “transformación por la educación”, aunque zhuanhua, de hecho, significa “conversión”. Estos campos llegaron a ser una inmensa red y están creando lo que Zenz llama “la campaña más intensa de reingeniería social coercitiva [en China] desde el final de la Revolución Cultural”. De hecho, lo que está sucediendo no tiene precedentes. Mientras el sistema laojiao, observa Zenz, albergó en su punto más alto a unos 180,000 reos, informes confiables sostienen que los internados en los campos jiaoyou zhuanhua son cerca de un millón, solo en Sinkiang. Zenz, sin embargo, solo ha estudiado a Sinkiang y a los uigures, pero concluye su artículo advirtiendo que procesos similares se están llevando a cabo actualmente y que van orientados a otras minorías en otras partes de China. Como el sistema es extrajudicial, no está vinculado a las leyes especiales que se aplican en Sinkiang. El número actual, por tanto, puede ser superior a un millón.
El nombre tan positivo de “transformación por la educación” es engañoso. Estos campos no son escuelas. Se supone que los reos deben trabajar, además de ser constantemente adoctrinados y la “educación” puede valerse de métodos brutales. Zenz reporta que “varios detenidos han muerto y otros han sufrido colapsos mentales como resultado de, por lo que parece, las inhumanas condiciones de vida en estos centros”.
A Zenz también le sorprende que algunos laojiao, transformados en centros para drogadictos después de 2013, hayan sido ahora convertidos en parte del sistema jiaoyu zhuanhua. De hecho, informa que el “extremismo religioso” cada vez se presenta más como una “enfermedad”, un “pensamiento enfermo” que debe ser curado.
Zenz puede no ser consciente, sin embargo, de la relación que existe entre la represión China de las minorías religiosas y la desprogramación. China prohíbe una serie de cultos que califica como xie jiao (“enseñanzas no ortodoxas”). Ha buscado legitimar la persecución de las xie jiao con la ayuda de algunos enemigos occidentales de “cultos”. Cuando fui invitado a China en 2017 a seminarios organizados por la Asociación China Anti-Xie jiao, la cual tiene vínculos directos con el Partido Comunista de China, tuve noticia de que desprogramadores occidentales habían sido invitados a China, incluyendo a algunos con un serio historial criminal. La desprogramación era una práctica popular en Occidente desde finales de los sesenta a los ochenta, cuando fue declarada ilegal por tribunales de justicia, incluyendo el secuestro de miembros adultos de nuevos movimientos por parte de poderosos “desprogramadores”, generalmente contratados por los padres de los fieles. Los desprogramadores, entonces, privaban de su libertad a los miembros del “culto” y los bombardeaban con información negativa sobre sus “cultos”, a menudo acompañado la operación con abuso verbal sistemático, privación de comida y sueño y violencia física.
La desprogramación desapareció en Occidente en el siglo XXI, aunque algunos desprogramadores aún ocultan sus viejas prácticas bajo nombres nuevos. Pero al parecer, ahora China está emprendiendo la más amplia operación de desprogramación de la historia humana. Porque desprogramar, en su versión más violenta, es lo que se hace en el sistema jiaoyu zhuanhua. Los musulmanes uigures son las víctimas estudiadas por Zenz; pero, como este anota, el sistema fue creado para Falun Gong antes de que fuera aplicado a musulmanes y en Sinkiang los cristianos ahora son enviados a los mismos campos. En otras partes de China el sistema jiaoyu zhuanhua está extendiéndose cada vez más y los miembros de las xie jiao son también el objetivo, con la Iglesia de Dios Todopoderoso catalogada por el régimen como la primera y más peligrosa xie jiao que opera actualmente en el país.
En cuanto a la noción de “extremismo religioso”, esta fue importada de Rusia, donde se ha utilizado para “liquidar” a la organización laica y musulmana Tablighi Jamaat y a los Testigos de Jehová y preparar la “liquidación” de otras. El padre de la noción rusa de “extremismo religioso”, Alexander Dvorkin, ha sido invitado muchas veces a China, donde es aclamado como un “prominente sectólogo”. La noción estilo Rusia de “extremismo religioso” también les ha servido a los chinos para justificar la represión a los musulmanes uigures con la etiqueta de “guerra al terrorismo”, aunque, como señala Zenz, ahora está más que claro que la así llamada “guerra al terrorismo” es, de hecho, una “guerra a la religión”.
Y quizás está no se conformará con los musulmanes uigures y las . “Mientras supuestamente se enseña a los detenidos a distinguir las actividades religiosas ilegales de las costumbres culturales ‘normales’, Zenz concluye que algunos reportes e informantes señalan que, de hecho, se les obliga a retractarse de cualquier creencia religiosa”. La religión cada vez más se percibe como una enfermedad y la desprogramación es la cura para un millón o más de pacíficos ciudadanos chinos.