Discurso introductorio de Massimo Introvigne, editor en jefe de Bitter Winter, durante el debate plenario sobre la estrategia de Lituania para Asia, llevado a cabo en el Parlamento lituano el 18 de junio de 2020.
por Massimo Introvigne
Espero que su debate sobre la relación de Lituania con Asia se vea favorecido por la contribución de un académico especializado en derechos humanos en China.
Tal y como demostró la sinóloga francesa Alice Ekman en su reciente libro Rouge Vif, no es cierto que China haya «abandonado» el comunismo. Aunque en la retórica oficial también se utilizan elementos de la China imperial, los mismos son interpretados a través de lentes marxistas. Con Xi Jinping, la ideología se encuentra en el centro del proyecto del Partido Comunista Chino (PCCh), aún más que antes.
Xi Jinping forma parte de una generación que pasó años estudiando las posibles causas por las cuales la Unión Soviética se derrumbó y de qué manera el PCCh puede evitar repetir los mismos errores. Llegaron a cuatro conclusiones principales. En primer lugar, la Unión Soviética comenzó a colapsar mucho antes de Gorbachov, con lo que Xi llamó la «estúpida» idea de criticar a Stalin. «Nunca deberíamos olvidar las enseñanzas de Stalin», declaró el mismo.
En segundo lugar, la estrategia de «golpear duro». En mayo de 1989, mientras los estudiantes protestaban en la Plaza de Tiananmén, Gorbachov visitó Pekín y recomendó moderación. En los manuales de historia internos del PCCh, la decisión de Deng Xiaoping de no seguir esa sugerencia y enviar al Ejército a «golpear duro», asesinando a unos 10 000 estudiantes, es aclamada como el glorioso movimiento que salvó al régimen.
En tercer lugar, «golpear duro» a todos los incluidos en lo que Mao llamó «categorías objetivo», entre los que se incluyen los devotos de religiones no autorizadas, los disidentes políticos y las minorías tales como los tibetanos y los uigures, es uno de los pilares de la represión. El otro es la «gestión de la estabilidad pública» a través de la «reeducación en el hogar», la utilización de castigos y recompensas económicas, y la vigilancia continua.
Mao ya había teorizado que todos los ciudadanos chinos deberían ser sometidos a vigilancia permanente. Pero carecía de la tecnología que ahora posee Xi Jinping: 300 millones de cámaras de vigilancia, sistemas de reconocimiento facial, programas espías que todos los chinos están obligados a instalar en sus teléfonos inteligentes e inteligencia artificial, además de «capitanes de cuadra» que visitan todos los hogares y complementan la tecnología con trabajo de campo.
Según los libros de texto del PCCh, una de las principales razones por las cuales colapsó el comunismo en Europa del Este fue que se permitió que la religión persistiera y floreciera (Polonia y Lituania a menudo son citados como «malos» ejemplos). Xi Jinping puso en marcha la peor represión religiosa desde la Revolución Cultural, destruyendo decenas de miles de iglesias, mezquitas y templos, incluidos algunos «autorizados» y progubernamentales.
En algunos templos, las estatuas de Mao y de otros líderes comunistas reemplazaron a las de Buda y de los bodhisattvas.
Millones de uigures, kazajos étnicos y tibetanos fueron enviados a campamentos de «transformación por medio educación». Cientos de miles de miembros de nuevos movimientos de rápido crecimiento considerados especialmente peligrosos para el PCCh, principalmente Falun Gong y la Iglesia de Dios Todopoderoso (actualmente el movimiento más perseguido en China), fueron arrestados y cientos de ellos asesinados.
En cuarto lugar, el PCCh cree que la Unión Soviética fracasó porque su propaganda se había vuelto ineficaz y su presencia en las instituciones internacionales no fue lo suficientemente fuerte. El PCCh utiliza la increíble cantidad de 10,5 millones de troles para publicar continuamente propaganda en las redes sociales internacionales. Cada universidad china debe proporcionar una cuota de «voluntarios para civilizar Internet» (véase el cartel), capaces de efectuar publicaciones en idiomas extranjeros.
China también se las ingenió para que personas de nacionalidad china fueran elegidas para ocupar los actuales cargos de director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), e incluso como altos burócratas del Consejo de Derechos Humanos (CDH). La Organización Mundial de la Salud (OMS) fue moldeada durante los diez años (2007-2017) en los cuales tuvo una directora general china, la cual fue sucedida por el actual director general etíope prochina.
Xi Jinping ha expresado su confianza en que el activismo internacional chino (y el chantaje económico) calmarán cualquier tipo de crítica extranjera relacionada con las medidas presentes y futuras aplicadas a Hong Kong y Taiwán. Los próximos meses y años nos dirán si su estrategia tendrá éxito. Dependerá en gran medida de cómo reaccionen los países democráticos. Gracias.