En China, los disidentes y los miembros de grupos religiosos prohibidos a menudo son torturados mientras se encuentran detenidos. Dos creyentes comparten sus historias.
por Yang Luguang
Tal y como Bitter Winter ha informado repetidamente, los miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) —el movimiento religioso más perseguido en China— son rutinariamente torturados y maltratados solo a causa de su fe. Muy a menudo, para hacer que renuncien a su fe o divulguen información sobre otros creyentes y la Iglesia se los tortura aplicando una fuerza excesiva. Dos miembros de la IDT procedentes de la provincia oriental de Anhui comparten su terrible experiencia. Utilizamos seudónimos para proteger su identidad.
Li Yi, de 56 años, hace algunos años fue arrestada en dos oportunidades por compartir el Evangelio, e interrogada y torturada para que divulgara información. «Tres agentes de policía presionaban mi rostro contra el suelo, mientras que un cuarto golpeaba brutalmente mi espalda y mis piernas con un palo de 50 centímetros de largo, grueso como un rodillo», recordó la mujer. “Esto duró al menos tres horas hasta que todo mi cuerpo se volvió negro y azul. Los oficiales no se detuvieron hasta que se cansaron y perdí el conocimiento”.
Le golpearon el rostro con un zapato y, a causa de los golpes, el mismo se enrojeció, inflamó y comenzó a brotarle sangre de la boca. «Me arrastraron tirando de mi cabello, me arrancaron varios mechones y golpearon fuertemente mi cabeza contra una silla, lo que me hizo sentir mareada», continuó Li Yi. «Todavía tengo un parche calvo en la cabeza donde no me crece el pelo».
«Sigo teniendo dolores de cabeza y de espalda, y en los días húmedos me duelen las piernas», Li Yi enumeró los problemas que sigue teniendo luego de su terrible experiencia en la cárcel. «A veces el dolor es tan intenso que apenas puedo moverme».
Qin Jing fue sometido a una tortura aún más cruel. «Los oficiales me quitaron la camisa y me ordenaron que me quitara los zapatos y los calcetines antes de atarme a un banco de tigre [un dispositivo de tortura]», el hombre recordó el interrogatorio al que fue sometido por la Brigada de Investigación Criminal de Anhui en el año 2012. «Ese día hacía ocho grados bajo cero, y los mismos vertieron agua fría sobre mi cuerpo mientras esposaban mis manos y pies al banco. Mis labios no paraban de temblar y mi cuerpo tiritaba a causa del frío».
A fin de sonsacarle información sobre los líderes de la IDT, Qin Jing fue obligado a ingerir aceite de mostaza —un método de tortura comúnmente utilizado en China, ya que no deja marcas visibles, pero causa dolor y daños extremos al cuerpo de la persona que lo ingiere—.
«Cuatro oficiales de policía vertieron cuatro botellas de aceite de mostaza en mi boca y fosas nasales y las cubrieron», afirmó Qin Jing. «¡Era sumamente picante! Sentí un dolor extremo en mi boca, nariz, garganta y estómago. Se sentía como si estuviera ardiendo, las lágrimas y la mucosidad no paraban de salir. Mis labios se hincharon, llegando a ser tan grandes como salchichas. Luego de ello, no pude comer durante algún tiempo».
Los oficiales también azotaron los dedos de sus manos y pies utilizando una vara de bambú de 70 centímetros de largo. «Cada latigazo me causaba un dolor punzante, y los dedos de mis manos y de mis pies comenzaron a cubrirse de sangre mientras me azotaban sin cesar, provocando que se hincharan y que sintiera un dolor insoportable», recordó el hombre.
Qin Jing también recibió una descarga eléctrica que le dejó marcas de quemaduras en su cintura. El hombre pasó el tiempo que permaneció detenido padeciendo dolor, cubierto de heridas y sin recibir atención médica. Solo podía arrastrarse por el suelo, incapaz de ponerse de pie. Los oficiales amenazaron con golpearlo nuevamente si revelaba los detalles de su detención.
Según el informe anual de la IDT del año 2019, 3824 miembros de la IDT fueron sometidos a diversas formas de tortura y adoctrinamiento el año pasado, y 19 creyentes murieron como resultado de la persecución.
«En el vasto territorio de China, la tortura se aplica todo el tiempo en innumerables centros de detención, salas de interrogatorios, prisiones, granjas de reforma laboral y centros de detención clandestinos», comentó Chang Ping, un reconocido escritor, periodista y comentarista chino, que ahora vive en Alemania. El mismo cree que «la atención y el apoyo que han recibido las víctimas está lejos de ser suficiente. El sistema de victimización y los individuos que hacen uso de la tortura no solo no han recibido el castigo que se merecen, sino que además están extendiendo su abuso tiránico, e incluyen al pueblo de Hong Kong en el ámbito de la tortura arbitraria».
Wang Quanzhang, un famoso abogado defensor de los derechos humanos, fue sentenciado a cuatro años y medio de prisión en enero del año pasado, luego de haber permanecido detenido durante tres años. Tras ser liberado, describió cómo fue golpeado y pateado para que se declarara culpable. A fin de forzarlo a confesar que «trató de subvertir al Gobierno al recibir fondos procedentes del extranjero» fue abofeteado y torturado de diferentes formas.