Un importante sitio perteneciente al maniqueísmo, una antigua religión extinta, no pudo escapar de la persecución religiosa del Gobierno chino, ya que el PCCh se infiltró en el mismo con su propaganda.
por Ye Ling
Al pie de la montaña de Huabiao situada en Quanzhou, una ciudad a nivel de prefectura de la provincia suroriental de Fujian, se encuentra emplazado el templo de Cao’an, el cual es considerado el único edificio perteneciente al maniqueísmo que ha sobrevivido intacto. El maniqueísmo, una religión dualista extinta que postulaba una lucha continua entre las fuerzas del bien y del mal, fue fundado por el profeta Mani (216-274) en Persia. La religión se extendió y floreció rápidamente en el mundo antiguo. El maniqueísmo llegó a China en el siglo VI o VII y gradualmente asumió características budistas y taoístas.
El templo de Cao’an fue construido originalmente por maniqueos chinos en el siglo XII y luego fue reconstruido en el año 1339. Ese mismo año se creó el icono más notable del templo —la estatua de piedra del profeta Mani, comúnmente conocido en China como Mani, el buda de la luz—. Mani fue representado como una reencarnación de Laozi, considerado el fundador del taoísmo, quien, según creían muchos chinos, no había muerto, sino que se había marchado a Occidente y reapareció como el Buda histórico.
El sitio atrae a una gran cantidad de visitantes y a innumerables expertos y académicos extranjeros especializados en las diferentes religiones del mundo. Quizás debido a su peculiaridad, el templo ha sido vigilado de cerca por las autoridades chinas, y luego del levantamiento del bloqueo a causa del coronavirus, se prohibió su reapertura al público.
Mientras que otros lugares religiosos emplazados en Quanzhou fueron reabiertos en junio, la entrada del templo de Cao’an permaneció cerrada con candado, y varios oficiales de policía fueron enviados al lugar para vigilar el templo. Una fuente local explicó que el Gobierno quiere mantener el templo cerrado «para prevenir la infiltración extranjera». Temen que los visitantes y periodistas extranjeros informen sobre la situación de los derechos humanos y las libertades religiosas en China.
«Noté que en el plazo de una hora y media, varios oficiales de policía en motocicleta pasaron tres veces patrullando frente al templo», le dijo a Bitter Winter un excursionista que pasó por el templo de Cao’an a principios de julio.
Antes de que fuera cerrado a fin de evitar la propagación de COVID-19, el templo ya había caído presa de la política de “sinización” religiosa del Partido Comunista Chino (PCCh). Según una fuente, el 1 de octubre del año pasado, para la celebración del Día Nacional, el Gobierno local ordenó erigir un poste para colocar la bandera nacional y publicar lemas propagandísticos que promovieran los valores socialistas centrales y la cultura tradicional china.
Una fuente local familiarizada con la situación del templo explicó que la mayor parte de los visitantes del templo acudían al mismo para aprender sobre el maniqueísmo. «Lo que obtienen ahora es la impronta del comunismo, el cual está impregnando el templo», afirmó la fuente.
«La política de ‘sinización’ tiene como objetivo controlar y transformar todas las religiones», continuó afirmando la fuente. «Los sitios de patrimonio religioso y cultural también deben obedecer al Partido Comunista, y todos serán ‘sinizados’. La política sigue a Marx y Lenin, quienes abogaron por la eliminación de la religión. Pronto llegará el fin de todas las religiones en China».