Zhou Youjing, de 55 años, miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso, nuevo movimiento religioso cristiano, procedente del distrito de Pukou de la ciudad de Nanjing, en la provincia de Jiangsu. En octubre de 2016, la policía del Partido Comunista Chino (PCCh) la arrestó cuando se dirigía a casa de un miembro de la Iglesia. La policía del PCCh la drogó con éxtasis y la sometió a un brutal interrogatorio para obligarla a revelar información sobre sus correligionarios. Le rompieron tres costillas, ahora ya no puede valerse por sí misma.
Alrededor de las 6 de la tarde del 25 de octubre de 2016, Zhou Youjing cruzaba la carretera de Xi’er de la comunidad de Longshan en el sub- distrito de Tangquan, del distrito de Pukou, en Nanjing cuando la rodeó un grupo de agentes de la Oficina de Seguridad Pública de Nanjing. La esposaron con las manos a la espalda, le cubrieron la cabeza con una bolsa de plástico negra y la llevaron a una habitación del sótano del hotel Shixing en la carretera de Haidu, en el sub-distrito de Jiangpu, del distrito de Pukou, para interrogarla.
En la habitación del sótano, la policía obligó a Zhou Youjing a permanecer quieta con la cara apretada contra la pared. Como se moviera lo más mínimo le darían bofetadas, puñetazos y patadas. Al cabo de estar mucho tiempo parada, los pies se le hincharon como globos. Durante los días siguientes, los funcionarios de la brigada de seguridad nacional del distrito de Pukou le enviaban tres comidas al días, pero después de comer se sentía somnolienta y mareada e incapaz de distinguir el día de la noche. Empezó a sufrir alucinaciones: casas cerradas; su nuera, sus nietos, su suegra y otros parientes muriendo aplastados por buldóceres o a tiros. La policía intentaba aprovechar su desorientación para obtener información sobre la Iglesia. Ella seguía teniendo alucinaciones; a veces eran alucinaciones auditivas del sonido de sirenas de coches de policía, personas que le gritaban que saliera corriendo y que si no, se la llevarían. Debido a estas alucinaciones trató de salir corriendo del edificio, por lo que los agentes la abofetearon, golpeándola hasta que la cara se le puso roja e hinchada y le salía sangre por las comisuras de los labios. Uno de los policías le dio una patada que la hizo caer, la puso de rodillas sobre su espalda y la esposó con las manos en una postura muy dolorosa. Luego la agarró por la cabeza, la levantó y volvió a golpear su cabeza contra la pared. Físicamente debilitada, Zhou Youjing fue torturada hasta que se le hinchó la cabeza y le dolía terriblemente y tenía dificultades para respirar. Lo único que podía hacer era aguantar el dolor volviendo a arrodillarse en el suelo. Debido a su estado de desorientación y a sus alucinaciones, no puede recordar que torturas soportó después de aquello. Durante ese tiempo, la policía registró su casa y se llevó una tableta, dos reproductores MP5, un teléfono móvil y varios libros sobre la fe en Dios.
El 9 de noviembre, una funcionaria femenina de la brigada de seguridad nacional volvió a interrogar a Zhou Youjing. Estaba al borde de la muerte, próxima a expirar. La funcionaria, temiendo que falleciese en el hotel y causara problemas a la policía, la envió al hospital central de Pukou. El examen mostró que tenía luxaciones en las costillas del lado izquierdo, desde la sexta hasta la octava, fisuras en la cuarta costilla del lado derecho y la quinta del izquierdo y acumulación de fluidos gástricos. Durante su estancia en el hospital, los funcionarios de la brigada nacional de seguridad volvieron a intentar seducirla con suavidad para que revelase información sobre los miembros de la Iglesia y para que firmase una declaración garantizando que no volvería a creer en Dios, pero ella no lo hizo. Uno de los funcionarios le agarró la mano para firmar la declaración con la huella de su dedo pulgar y luego hizo que su marido firmase un documento para darle la libertad bajo fianza, a la espera de juicio y al día siguiente la dejaron libre.
Desde que salió del hospital, Zhou Youjing no puede valerse por sí misma. Los funcionarios de la brigada de seguridad nacional nunca la han llegado a dejar en paz de verdad; le dijeron a su nuera que la fe en Dios de Zhou afectaría las posibilidades que tendrían sus nietos para ir a la universidad o ingresar en el ejército y convencieron al marido para que dijera que las lesiones se deben a tropezones y caídas. Esto ha hecho que la familia se oponga a su fe y que se rían y se burlen de ella, lo que le causa aún más daño físico y emocional.