Han Jingtao tiene 97 años y es sacerdote de la iglesia católica “clandestina” del distrito de Bairin, ciudad de Chifeng, Mongolia Interior. Como sacerdote de una iglesia cuyos obispos son designados por el Vaticano, en vez de por la Asociación Patriótica Católica controlada por el gobierno, el padre Han ha sido víctima de una brutal represión liderada por el Partido Comunista de China (PCCh) durante más de 60 años: ha sido condenado tres veces y pasado más de 30 años de su vida en prisión. El sacerdote, que está por cumplir los 100 años, se encuentra enfermo y postrado en la cama, pero el Partido Comunista de China se niega a dejarlo en paz: sigue manteniéndolo bajo arresto domiciliario.
Las autoridades del condado de Nong’an en la ciudad de Changchun, provincia de Jilin, le ordenaron a la policía local, a la administración urbana y a la Oficina de Aplicación de la Ley Administrativa de Nong’an vigilar las 24 horas del día el complejo residencial Chuncheng en la ciudad de Helong, en el que reside el padre Han. Nadie puede acercarse al sacerdote sin autorización y quienes lo visitan son trasladados a la comisaría para rendir declaraciones que son grabadas y transcritas. Una fuente que pidió permanecer en el anonimato explicó que el gobierno había ordenado que se retirara el cuerpo del sacerdote tan pronto como muriera sin permitir que nadie lo viera. “Ya han hablado con el crematorio”, puntualizó.
En agosto de 1949, Han Jingtao servía como sacerdote en una iglesia católica de la ciudad de Siping, provincia de Jilin, y, con apenas 27 años, fue catalogado como “contrarrevolucionario” por el PCCh y condenado a 15 años de prisión. Las autoridades intentaron obligarlo a unirse al Partido y a la Iglesia Patriótica, controlada por el gobierno, con la promesa de liberarlo si lo aceptaba. El padre Han estaba comprometido con su fe y se negó diciendo: “La organización del Partido — la Iglesia Patriótica — no alaba al verdadero Dios. ¡Es una organización falsa y satánica!”. Pagó un alto precio por sus palabras, pues le añadieron otros 15 años a su condena y fue trasladado al condado de Zhenlai en la ciudad de Baicheng para cumplirla. Los funcionarios chinos lo sometieron a todo tipo de abusos mientras cumplía su condena: no le permitían comer una comida completa; lo obligaban a hacer trabajos forzados, incluso durante 16 horas al día; y lo hacían cargar ladrillos tal como salían del horno contra su piel. Sufrió quemaduras y perdió piel en manos y cuerpo. El padre Han no fue liberado sino hasta 1980.
En 2006, el padre Han fue detenido por segunda vez en la ciudad de Shenyang, provincia de Liaoning, a la edad de 85 años, y cumplió una condena de seis meses. Fue detenido de nuevo en 2016 y enviado, ya con 95 años de edad, a la residencia de Chuncheng para cumplir condena bajo estricta vigilancia del PCCh. Al parecer, el sacerdote anciano, enfermo e indefenso, pero aferrado a sus creencias, todavía representa una amenaza para las autoridades.
Información de Gu Qi