En China, a los sacerdotes se les restringen los viajes al exterior y sus movimientos son monitoreados a través de teléfonos móviles y cámaras de vigilancia.
por Lin Yijiang
El padre Chen (seudónimo) de la ciudad de Fuzhou de Fujian, solicitó por primera vez un pasaporte en el año 2002. Las autoridades del PCCh llevaron a cabo una investigación política y luego rechazaron su solicitud debido a que era un sacerdote católico.
Diez años después, las políticas se relajaron. El padre Chen sacó provecho de ello rápidamente y, habiendo recibido su pasaporte, voló a Hong Kong. No obstante, funcionarios del departamento local de seguridad del estado se pusieron en contacto con él nuevamente. Le exigieron regresar al país y entregarles su pasaporte.
Cuando regresó, fue interrogado y tuvo que sentarse a «hablar» sobre sus viajes a Hong Kong.
Conversando con Bitter Winter , el padre Chen reveló que la diócesis de Fuzhou cuenta con más de 100 sacerdotes. La mayoría de ellos tienen pasaportes, pero las autoridades solo permiten que un máximo de 12 de ellos viaje al mismo tiempo.
Además de encontrarse restringidos de esta manera, los sacerdotes también son monitoreados a través de teléfonos móviles y cámaras de vigilancia. Es difícil celebrar misas y los sermones también son monitoreados. De hecho, a veces, los sacerdotes reciben advertencias por hablar sobre «temas delicados «.
Deng Xinhai (seudónimo), otro sacerdote católico, estuvo detenido en secreto durante un mes. Le quitaron su tarjeta de identificación y su pasaporte, pero debido a que era ciudadano español, las autoridades finalmente tuvieron que liberarlo. Sin embargo, todavía sigue siendo vigilado de cerca y no se le permite salir de China ni siquiera para ver a su familia que reside en España.