Contrariamente a las exageradas expectativas, el acuerdo entre el Vaticano y China posee un alcance limitado — pero es descripto como «el primer paso del proceso».
por Massimo Introvigne
El sábado 22 de septiembre, el Vaticano anunció que ha firmado en Pekín un «Acuerdo Provisional» con el Gobierno chino, el cual está relacionado con el nombramiento de obispos católicos en China, y cuyos detalles permanecen en secreto. La edición internacional del diario oficial chino People’s Daily (Diario del Pueblo), en primer lugar, negó que una delegación procedente del Vaticano estuviera visitando Pekín, pero luego de que el anuncio oficial del Vaticano mencionara al viceministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Chao, como la parte representante de China que firmó el mismo, tuvo que admitir que se había firmado un acuerdo confidencial. El curioso comportamiento de los medios de comunicación del Partido Comunista Chino (PCCh) confirma que existen opositores al acuerdo dentro del propio PCCh.
El comunicado de prensa del Vaticano dice lo siguiente:
“En el marco de los contactos entre la Santa Sede y la República Popular de China, que están en curso desde hace tiempo para tratar cuestiones eclesiales de interés común y promover ulteriores relaciones de entendimiento, hoy, 22 de septiembre de 2018, se ha celebrado una reunión en Beijing entre Mons. Antoine Camilleri, Subsecretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, y S.E. el Sr. Wang Chao, Viceministro de Asuntos Exteriores de la República Popular de China, respectivamente Jefes de las delegaciones vaticana y china.
En el contexto de esta reunión, ambos representantes firmaron un Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los obispos.
El Acuerdo Provisional antes mencionado, que es fruto de un acercamiento gradual y recíproco, se estipula después de un largo proceso de delicadas negociaciones y prevé evaluaciones periódicas sobre su implementación.
Trata del nombramiento de los Obispos, una cuestión de gran importancia para la vida de la Iglesia, y crea las condiciones para una colaboración más amplia a nivel bilateral.
La esperanza compartida es que este acuerdo fomente un proceso de diálogo institucional fructífero y con visión de futuro y contribuya positivamente a la vida de la Iglesia Católica en China, para el bien común del pueblo chino y para la paz en el mundo.”
A principios de esta semana, el periódico Wall Street Journal anticipó un acuerdo mucho más amplio, para el cual, como informó Bitter Winter, las autoridades de Pekín no estaban preparadas.
Lo que realmente sucedió puede ser resumido de la siguiente manera:
- El PCCh favoreció en el año 1957 el nacimiento de una «Iglesia Patriótica Católica», con obispos teóricamente «elegidos» por los católicos locales, pero de hecho designados por el PCCh en lugar de por el Vaticano, formando parte del «mercado rojo» de religiones controladas por el Gobierno en China. El Vaticano declaró a esta «Iglesia Patriótica» como cismática y excomulgó a sus obispos, reconociendo en China como verdaderamente católica solo a una Iglesia Católica «clandestina», con obispos nombrados por el Vaticano, la cual fue duramente perseguida por el régimen.
- Desde el pontificado de Benedicto XVI, y en algunos casos incluso antes, el Vaticano y el PCCh acordaban los nombramientos de los obispos locales, los cuales eran seleccionados por el PCCh y reconocidos por el Vaticano. Las dos iglesias católicas, la oficial y la «patriótica», no se fusionaron, pero en muchas diócesis tenían los mismos obispos.
- Esto sucedió en varias diócesis, mientras que en otras el Vaticano tenía fuertes objeciones contra los obispos seleccionados por el PCCh, y cualquier acuerdo al respecto resultó imposible.
- Lo que sucede con el nuevo acuerdo, a pesar de que los detalles son secretos, es que el Vaticano y el PCCh han acordado resolver los problemas existentes y establecer un proceso (secreto) para identificar juntos a los futuros obispos de todas las diócesis chinas. Según un mensaje del Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, los problemas han sido resueltos para todas las diócesis donde no existía un acuerdo previo, ya que anunció que «Por primera vez, hoy, todos los Obispos en China están en comunión con el Santo Padre, con el Papa, con el Sucesor de Pedro.», es decir, con el Papa Francisco y la Santa Sede.
- Lo que no está sucediendo, contrariamente a las expectativas o temores exagerados, es el intercambio de reconocimientos diplomáticos entre la Santa Sede y China, lo que también significaría que el Vaticano debería finalizar su reconocimiento diplomático de Taiwán — el Ministerio de Relaciones Exteriores taiwanés se apresuró a publicar una nota explicando que éste no es el caso.
- No existe un anuncio que especifique que las iglesias clandestinas y la «Patriótica» se fusionarán (lo cual fue y es rechazado por los principales líderes de la Iglesia Patriótica y por sus partidarios en el PCCh). En lo inmediato, lo que podemos esperar es una extensión gradual a todas las diócesis de la situación ya existente en varias de ellas, donde las dos estructuras están conectadas íntimamente por tener el mismo obispo en la cima de las mismas.
- Claramente, en el mediano o largo plazo, este proceso conducirá probablemente a la fusión de las dos iglesias, pero para ello se deberán negociar muchos más detalles. El Vaticano del Papa Francisco posee un estilo de «iniciar procesos», en lugar de concluirlos, y este es otro ejemplo más de dicha estrategia.
- Los católicos conservadores, incluidos algunos en China y Hong Kong, están levantando la voz en contra de la «traición de principios» de la Iglesia Católica ante el PCCh. Su posición y sus preocupaciones son comprensibles. No obstante, con la nueva ley que entró en vigor el 1 de febrero de 2018, la alternativa para la iglesia católica «clandestina» era llegar a un acuerdo con el PCCh o ser aniquilada y perseguida. La Iglesia Católica «clandestina» forma parte de un «mercado gris» de religiones que el presidente Xi Jinping prometió eliminar. Si bien la mayoría de las iglesias domésticas protestantes, que también forman parte del «mercado gris», no tienen la posibilidad de llegar a acuerdos similares, el Vaticano es a la vez una organización religiosa y un Estado. El mismo obviamente cree que se encuentra en una posición única que le permitirá llegar a un acuerdo que evite la persecución y asegure un mínimo de libertad religiosa para los católicos en China. El Vaticano, luego de su experiencia en países tales como Polonia o Lituania, también cree que estos acuerdos le ofrecen la libertad de operar abiertamente dentro de sociedades comunistas, e influir sutilmente en su transformación desde adentro. Solo el tiempo dirá si esto es una perspectiva realista o una ilusión peligrosa. Pero esta es la razón por la cual sectores del PCCh se oponen al acuerdo y, en lugar de un tratado global, final y público con el Vaticano, hasta ahora lo que tenemos es uno parcial, provisional y secreto.