En Fujian, las autoridades han estado clausurando iglesias y forzando a los católicos a pasar a la clandestinidad.
por Lin Yijiang
Geng Shuang, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, habla a menudo de que quiere mejorar las relaciones entre el Vaticano y China, sobre todo en noticias sobre el acuerdo previsto entre ambos. Sin embargo, no puede estar más lejos de la verdad ya que el Partido Comunista Chino (PCCh) sigue aumentando su persecución a los católicos de China.
En julio, Bitter Winter informó de la demolición del altar de una iglesia católica de la ciudad de Fuzhou, en la provincia de Fujian, cuya construcción había costado cerca de 300 000 yuanes, y que fue desmantelado por las autoridades basándose en que era una “construcción ilegal”.
La Archidiócesis católica romana de Fuzhou es una institución arraigada en Fujian. Sin embargo, desde principios de este año se ha visto sometida a un repetido hostigamiento e intimidación. Varios lugares de reunión de la zona han sido demolidos o cerrados por la fuerza. El clero también ha estado controlado y, en algunos casos, les han detenido ilegalmente.
En la primera semana del propio enero, las autoridades se llevaron a un exadministrador apostólico designada por el Vaticano en Fuzhou, el padre Lin Yuntuan, y lo tuvieron detenido en un lugar secreto durante cerca de 40 días.
Al mes siguiente, las autoridades locales de la ciudad de Fuan obligaron a los creyentes de una iglesia católica clandestina a retirar la estatua de San José de su local. Cuando los creyentes protestaron contra esta orden, les amenazaron con demoler sus casas y echar a sus hijos de sus empleos.
Más tarde, en junio, las autoridades tomaron medidas enérgicas contra otra iglesia clandestina en un pueblo de la ciudad de Fuqing. Para pasar desapercibidos, los creyentes de la iglesia se referían a los sacerdotes y las monjas como “jefes”. Sin embargo, de alguna forma les descubrieron y pronto la policía se presentó en la casa de retiro en la que solían reunirse.
La iglesia cuya construcción costó más de 20 millones de yuanes. Solía ser un lugar favorito para cerca de 10 000 fieles fueron obligados a abandonar para celebrar misas y actos en las festividades, además de ser un lugar de culto. Sin embargo, ahora han abandonado a los creyentes a sus suerte y no tienen un lugar al que acudir para practicar su fe.
En otro incidente a finales de junio, un creyente anciano, fue detenido cuando barría el suelo del lugar de reunión. Le interrogaron sobre los actos que se celebraban en ese lugar y sobre las creencias religiosas de los que acudían.