Los recién nacidos y los niños también deben valerse por sí mismos si sus padres son detenidos en campamentos.
por Li Zaili
Bitter Winter habló recientemente con un estudiante universitario residente en la ciudad de Kumul, en Sinkiang, sobre cómo las políticas del Partido Comunista Chino (PCCh) contra los musulmanes han afectado su vida.
Para comenzar, Erkin (seudónimo) se negó a hablar antes de que el reportero desactivara las funciones de Internet, Bluetooth y GPS de su teléfono móvil.
Hace seis meses, las autoridades detuvieron a su madre por ser una musulmana devota. Más tarde, su padre fue despedido de su trabajo, donde trabajaba como técnico. Ambos están detenidos en el mismo campamento, pero aún no se les permite verse. Su madre está detenida por un período indefinido y no puede regresar a su hogar. Su padre tiene reumatismo en las rodillas y se ve obligado a trabajar como guardia y a permanecer de pie durante todo el día. Él puede visitar su hogar una vez al mes. Erkin dice que su padre se ha vuelto taciturno y que no habla con él ni con sus hermanos.
Pero esta no es la única pesadilla con la que Erkin tiene que lidiar. Él mismo afirma lo siguiente: «Cuando volví de las vacaciones de verano, mi hermano menor me dijo que los decodificadores de cable gratuitos distribuidos por el gobierno tienen dispositivos de escucha y cámaras de vigilancia escondidos. El gobierno incluso ha instalado dispositivos en la calefacción y en los detectores de gas. A nadie se le permite leer el Corán en la casa y ni siquiera se nos permite mencionar el hecho de que nuestra madre ha sido detenida o quejarnos. Si lo hacemos, seremos enviados a un campamento de «transformación por medio de educación». Y si hablo públicamente de estas cosas en la escuela, seré expulsado».
En las escuelas, los estudiantes de etnia uigur y tibetana son vistos como «individuos de alto riesgo» y discriminados. Los estudiantes musulmanes tampoco tienen las mismas oportunidades que los chinos de etnia han.
Según él, ciertas regiones de Sinkiang tienen puestos de guardia instalados cada cien metros. Vehículos policiales patrullan las áreas cada hora. Además, se han establecido puntos de control en cada ciudad. Para trasladarse a otra ciudad, debemos pasar nuestras tarjetas de identificación personal en los mismos. Esto ha provocado que las personas con creencias religiosas tengan particular temor de moverse por las ciudades.
Él afirma que también ha oído hablar de casos en los que detuvieron mujeres por usar velos. Estas mujeres tienen que abandonar a sus hijos recién nacidos o dejar solos a los niños pequeños.
Erkin dice que se siente exhausto y deprimido a causa de este tipo de vida. Afirma que podría necesitar la ayuda de un terapeuta para poder lidiar con las políticas sumamente inhumanas del PCCh.