Las autoridades comunistas chinas han creado una inmensa red de campos de «reeducación» para musulmanes uigures en Sinkiang desde el comienzo de su campaña masiva de «sinicización de la religión». Presentado como la adaptación de la religión a la sociedad socialista de China, el caso de los musulmanes uigures, de hecho, parece una campaña de limpieza cultural y religiosa. Llamados «campos de concentración» por los lugareños, estos espacios son causa de una preocupación cada vez mayor.
Bitter Winter ha recibido información de que al menos 400 mujeres uigures están detenidas en el Centro de Educación en Habilidades Vocacionales y Capacitación de Hotan, en el sur de Sinkiang, donde viven en condiciones espantosas y reciben un intenso adoctrinamiento. La mujer más vieja del campamento tiene cincuenta años, y la menor tiene a penas diecisiete años. Algunas mujeres fueron detenidas pocos meses después de sus bodas, los maridos de otras también están detenidos en campos en todo Sinkiang.
Como parte de la «transformación por la educación», las reclusas deben tomar varias clases, como chino mandarín o tecnología, y luego deben aprobar los exámenes. Solo aquellas que superan con éxito los exámenes son consideradas para ser liberadas. «Aprender chino es realmente difícil», dijo una detenida. «Hay exámenes todas las semanas, y la mayoría de las personas ni siquiera pueden obtener el 60%». La educación no es el objetivo principal de estos campos, las detenidas están obligadas a negar su fe islámica, criticarse a sí mismas y agradecer al gobernante Partido Comunista. Los medios para lograr esto son varios, como escuchar canciones que alaban al partido durante cada comida.
Como resultado de la presión constante, las mujeres en el campamento se han vuelto emocionalmente inestables. Una niña uigur dijo, llorando: «Mi mamá y mi papá están cumpliendo una condena de prisión y, en mi hogar, solo están mi hermanita y mi abuela. Las extraño mucho todos los días. Realmente espero poder volver para ocuparme de ellas pronto». Melancólicas y perdiendo a sus hijos, las mujeres se pasan el día llorando.
La seguridad en el campamento es extremadamente estricta. Es necesario atravesar tres entradas para ingresar en la vivienda de las detenidas: la primera es una puerta de seguridad, la segunda es una puerta de hierro cerrada con llave y la tercera es una pequeña puerta en la valla de hierro. Hay 36 personas en cada habitación pequeña con literas de hierro de tres niveles que rodean los escritorios y taburetes para las clases, los cuales están ubicados en el medio. Cuatro cámaras de video están instaladas en cada habitación e incluso en los baños para poder monitorear a las mujeres.
A las detenidas solo se les permite ducharse una vez a la semana; las temperaturas crecientes han hecho que la vida de las mujeres que viven en lugares muy pequeños, con desagradables olores corporales, sea extremadamente incómoda. Para ducharse, cientos de mujeres son llevadas a una sala de baño donde se lavan sin privacidad, con los guardias observándolas.
Una fuente informada reveló que estas mujeres uigures solían estar encerradas en otro centro de educación y capacitación conocido como el «Nuevo Distrito» en Hotan, donde están detenidos más de 20 000 uigures.
Información de Li Zaili