Según el régimen comunista, los musulmanes reprimidos se sienten muy felices de ser reprimidos. Y la verdadera víctima es el Gobierno, insultado engañosamente por quienes defienden los derechos humanos.
Marco Respinti
Bitter Winter ha sido uno de los primeros en denunciar la reciente ola de represión masiva desatada contra musulmanes en la región autónoma de Sinkiang, especialmente pero no solo en contra de uigures, de los cuales más de un millón (de un total de millón y medio de presos) fueron colocados en la pesadilla conocida como campamentos de «reeducación». Después de Bitter Winter, otros medios de comunicación comenzaron a darse cuenta de la situación que estaban enfrentando, por ejemplo, el ridículo accionar de Beijing que – tal y como fue informado una vez más por Bitter Winter –, luego de haber afirmado durante mucho tiempo haber cerrado los campamentos de trabajo forzado, acaba de admitir que, en realidad, solo los ha reemplazado por los aún peores campamentos de «reeducación», aprobando rápidamente una ley que los autoriza de manera retrospectiva. Entre los periódicos que han brindado información sobre este flagelo se encuentran The Guardian en Gran Bretaña, quien parece estar tomando en serio el problema de los uigures y Corriere della Sera en Italia, quien, contrastantemente, ha logrado encontrar solo un espacio reducido para hablar sobre el tema.
No obstante, en la actualidad, el régimen está tratando de hacerles creer a los medios de comunicación la idea de que los que se sienten sumamente contentos con la «reeducación» implementada en dichos campamentos, donde los musulmanes son «desprogramados» a través de violencia psicofísica, son los propios musulmanes. El gobernador de Sinkiang, Shohrat Zakir, lo afirmó descaradamente durante una extensa entrevista publicada el 16 de octubre por «Xinhua«, la agencia de prensa oficial del Gobierno. Dado que la excusa que adopta el régimen para justificar la «desprogramación» es la falsa idea de que todos los musulmanes uigures son extremistas religiosos, la línea de defensa adoptada por el Partido Comunista Chino insiste en este punto. Llamando hipócritamente a los prisioneros «gente capacitada» debido a que el término «capacitación» a menudo se utiliza para referirse a «desprogramación «, probablemente profesional, y utilizando un lenguaje cuasi médico alarmante, Zakir afirmó: «Muchos aprendices han afirmado que previamente estaban afectados por pensamiento extremista [ …] y ahora se han dado cuenta de que la vida puede ser muy colorida». Teniendo en cuenta lo que sucede en dichos campamentos, las palabras de Zakir parecen tratarse de una broma cruel, pero su verdadero propósito es defender un sistema cada vez más insostenible a nivel internacional. Para convencer al mundo, Zakir también hace referencia a las palabras esbozadas por un «entrenado» anónimo, un «arrepentido»: «No entendía el idioma común del país, ni conocía las leyes. Ni siquiera me hubiera dado cuenta que había cometido errores. Pero el Gobierno no me abandonó. Me ha rescatado y me brindó ayuda activamente, proporcionándome comida, alojamiento y educación de manera gratuita. Actualmente he progresado mucho en varios aspectos. Valoraré esta oportunidad y me convertiré en una persona útil para el país y para la sociedad”. Parece que estuviéramos leyendo una de las peores caricaturas producidas por el totalitarismo más sombrío del siglo XX: prisioneros brutalmente maltratados que agradecen a sus torturadores.
Un artículo, verdaderamente sarcástico, apoyando a Zakir, publicado por el periódico del Partido Comunista Chino «Global Times«, el 16 de octubre, sostiene que las afirmaciones del gobernador son «una […] respuesta positiva ante los abrumadores informes producidos por los medios de comunicación occidentales criticando la política adoptada por China en Sinkiang», artículos que, según Shen Guiping, un presunto experto en religiones perteneciente al Instituto Central del Socialismo de Beijing, están compuestos por “un puñado de aire” y son insolentes con respecto al Gobierno regional. En resumen, el Gobierno chino que diariamente pisotea violentamente los derechos humanos es la víctima y todos debemos sentirnos arrepentidos.