por Gu Qi
En julio de 2017, en Mongolia Interior, la policía armada local dio una paliza a unos cien cristianos de una Iglesia doméstica carismática durante una reunión. Un creyente de la tercera edad de casi 80 años, se desmayó por el golpe de una táser, otros cuatro fueron arrestados por la fuerza. Dos de ellos quedaron detenidos.
Los testigos del suceso contaron que el 2 de julio de 2017, alrededor de las tres de la tarde, unos cien miembros de esta Iglesia doméstica carismática del distrito de Jining, de la ciudad de Ulanqab, se encontraban en una reunión cuando más de veinte personas de la Oficina local de Asuntos Religiosos, la Oficina de Seguridad Pública y el distrito comunal irrumpieron en el lugar y disolvieron violentamente la reunión. Zhang, un colaborador de la Iglesia, empezó a grabar la escena con su teléfono móvil cuando unos cuantos policías se precipitaron sobre él, le quitaron el teléfono y empezaron a golpearle, pegándole con sus porras hasta que cayó al suelo. Uno de los hijos de este creyente, de 18 años de edad, al ver que los agentes golpeaban a Zhang trató de detenerles, pero inmediatamente le retorcieron las manos por detrás de la espalda. Otros dos cristianos se adelantaron para intentar razonar con la policía, pero también fueron golpeados y les pegaron con las táser. Fue un momento de caos absoluto.
Después de aquello, unos treinta agentes de las fuerzas de operaciones especiales fuertemente armados y con cascos de acero llegaron en vehículos al lugar de la reunión. El colaborador Zhang les preguntó de qué departamento eran y quién había ordenado interrumpir la reunión. Antes incluso de que pudiera terminar de formular las preguntas, cinco o seis agentes le golpearon con las porras hasta hacerle caer al suelo; le rodearon y le patearon la cabeza brutalmente. Después le levantaron y le introdujeron en un coche de policía.
Sun, un creyente de cerca de 80 años, se adelantó para razonar con ellos: “Solo estábamos reunidos por nuestra fe. ¿Por qué nos golpean?”. Los policías no le dijeron una sola palabra, sino que se limitaron a golpearle con sus porras y él perdió la conciencia inmediatamente. Otras dos mujeres creyentes, al ver lo que estaba sucediendo, trataron de razonar con la policía, pero las metieron bruscamente en un coche de policía.
Aquel día la policía se llevó por la fuerza a dos colaboradores y a dos mujeres creyentes. La policía mantuvo detenidos ilegalmente durante siete días a uno de los colaboradores y a una de las mujeres. A los otros dos les pusieron en libertad ese mismo día después de que conocidos suyos movieran algunas influencias para conseguir liberación.