A pesar de las negaciones por parte de China sobre la existencia de “campos de transformación por medio de educación” en Sinkiang, Bitter Winter sigue recibiendo relatos por parte de personas detenidas en dichas instalaciones.
Durante la evaluación de China en el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial en Ginebra a mediados de agosto, oficiales de la delegación del país declararon que “no había tal cosa como ‘centros de reeducación’ o ‘centros de entrenamiento en contraterrorismo’ en Sinkiang”.
Contrario a las declaraciones oficiales, los reportes continuos sobre el creciente número de nuevos campos y sobre las condiciones desgarradoras que ahí prevalecen, prueban totalmente lo opuesto. De acuerdo con uno de los expertos durante la evaluación en Ginebra, “China había convertido la región autónoma uigur de Sinkiang en algo parecido a un campo de concentración masivo envuelto en secrecía, en una ‘zona de cero derechos’, mientras miembros de la minoría uigur de Sinkiang, junto con otras personas que fueron identificadas como musulmanas, eran tratadas como enemigos del Estado con base únicamente en su identidad etnorreligiosa”.
Bitter Winter habló recientemente con una mujer que está detenida en un “campo de transformación por medio de educación” donde continuamente es sujeta a un intenso adoctrinamiento. Temerosa de ser perseguida por las autoridades del PCCh, deseó permanecer en el anonimato y se le llama Ada en el texto.
Ada está detenida en unas instalaciones en la prefectura de Tacheng, que antes habían sido una escuela del Partido Comunista y que ahora se han convertido en un “campo de transformación por la educación”. De acuerdo con ella, los detenidos de las etnias uigur, kazaja y hui, así como chinos de la etnia han quienes se sospecha tienen afiliaciones religiosas, están encerrados en el campo; muchos están ahí de tres a cinco años.
Muchos de los uigures detenidos han sido acusados de violar las “regulaciones para erradicar el extremismo” al cubrir su rostro o portar velos. Ada recordó a una niña uigur que fue enviada al campamento por asistir a una escuela de una minoría étnica; tres generaciones de su familia están detenidas en las mismas instalaciones.
Ada también conoció a algunos cristianos locales de Sinkiang que han sido puestos tras las rejas por sus creencias religiosas. El más grande de edad de los detenidos que ha conocido tenía casi 90 años.
El campamento está fuertemente custodiado y las condiciones de vida ahí son terribles, dice Ada. Cada grupo de 15 detenidos está hacinado en una habitación de aproximadamente 10 metros cuadrados, donde viven su vida diaria, incluyendo comer e ir al baño.
La mayoría de los detenidos que están en campos de “transformación por medio de educación” a lo largo de Sinkiang terminan ahí como resultado de la política de “sinización”, cuya meta es integrar todos los movimientos religiosos en un sistema chino dominado por el PCCh o bajo el pretexto de la “lucha en contra del terrorismo”.
Todo el mundo en los campos es forzado a pasar por un intenso adoctrinamiento: cuando no están durmiendo o comiendo, los detenidos pasan el tiempo sentados en bancos de madera estudiando los caracteres chinos, leyendo los Clásicos de Tres Caracteres (textos del siglo XIII que algunas veces se utilizan para enseñar a los niños a pronunciar los caracteres chinos) y otros materiales en chino, los cuales la mayoría de ellos no entienden. También se les obliga a que se aprendan y canten canciones que elogian al Partido Comunista, a que memoricen y reciten la promesa de lealtad y a que canten el himno nacional todos los lunes mientras asisten a la ceremonia de izamiento de la bandera. Los detenidos no pueden hablar con libertad; el uso de los baños se permite de acuerdo con horarios específicos y únicamente después de haber obtenido permiso.
“Nadie sabe durante cuánto tiempo estaremos detenidos en el campo”, dijo Ada. “Aquí no tenemos libertad; parece como si estuviéramos en prisión y constantemente estamos tensos y estresados. Incluso algo como un gorrión que vuela junto a una ventana se considera una enorme amenaza”.
Informado por Li Zaili