Autoridades de Henán no solo clausuraron ilegalmente una iglesia, sino que también hostigaron y amenazaron a niños pequeños.
por Jiang Tao
El 2 de septiembre, más de cincuenta creyentes se encontraban congregados en un sitio de reunión cristiano emplazado en la ciudad de Luohe, en la provincia de Henán, cuando treinta policías irrumpieron en el lugar. Este estaba ubicado en el décimo piso de un edificio conocido como Torre Meisheng.
Otros 70 oficiales rodearon el sitio y el edificio desde el exterior. Los oficiales que se hallaban dentro del sitio pateaban las mesas y las sillas mientras les gritaban a los creyentes que se dispersaran. Posteriormente, más de una docena de ellos se dirigieron al salón de clases de la escuela dominical, donde los niños estaban absortos escuchando enseñanzas religiosas.
Los oficiales les preguntaron a todos los niños sus nombres, las direcciones de sus hogares, a qué escuela asistían, etc. Todos fueron obligados a colocar sus nombres en una hoja de papel para registrar oficialmente sus interrogatorios.
Los pequeños estaban asustados, y cuando una niña de 10 años dijo que no podía firmar, su madre no pudo conservar la calma. La misma increpó a los oficiales diciendo: «¿Cómo pueden tratar a estos niños inocentes de esta manera? Tales acciones pueden ser utilizadas contra delincuentes que cometen estafas o robos”. Los agentes de policía la ignoraron y continuaron con sus interrogatorios.
Posteriormente, el director del Departamento de Asuntos Religiosos local presionó al pastor de la Iglesia, el Sr. Chen, para que firmara y reconociera que se había tratado de una «reunión ilegal». No obstante, el pastor afirmó: «No violé la ley, así que no firmaré». Luego de ello fue llevado a la estación de policía local.
Durante la redada, una fiel perteneciente a la Iglesia había intentado filmar los procedimientos. Cuando los oficiales de policía notaron lo que estaba intentando hacer, la atacaron violentamente, tomándola por los cabellos, dándole bofetadas y empujándola contra la pared. Otra creyente que estaba tomando fotos fue golpeada severamente por cinco agentes de policías. Una creyente que fue testigo de dicho accionar dio la voz de alarma, gritando: «¡La policía está golpeando a la gente!». Pero un oficial cercano a ella dijo que la policía tenía todo el edificio bajo su control y que nadie le prestaría atención a los gritos de los creyentes.
Como consecuencia del ataque, la Iglesia sufrió pérdidas superiores a 100 000 yuanes o 14 000 dólares, ya que la policía confiscó sus equipos técnicos y sus instrumentos musicales, además de destruir los símbolos religiosos.
La policía también le ordenó al director del comité vecinal que cambiara las cerraduras del lugar y que contratara matones locales para intimidar a los creyentes.