Debido a la severa persecución llevada a cabo contra la Iglesia de Dios Todopoderoso, los hijos de los creyentes que huyen de las autoridades no pueden asistir a la escuela para recibir los nueve años de educación obligatoria.
por Shen Xiang
Estar relacionado con la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT), uno de los movimientos religiosos más perseguidos en China, puede dar lugar a castigos estrictos y prolongados, en ocasiones, de más de siete años de prisión. Esta es la razón por la cual los miembros de la Iglesia deciden huir cuando corren peligro de ser arrestados. Si tienen hijos en edad escolar, la educación de los mismos se ve interrumpida y, por lo general, rara vez son admitidos en una nueva escuela.
En el año 2014, Liu Zhijian y su esposa se vieron obligados a huir y a esconderse cuando se enteraron de que serían arrestados por ser miembros de la IDT. La pareja tiene dos hijos, ambos de los cuales tenían menos de diez años en ese momento.
Este año, su hijo menor, Xiaoguang, cumplió 12 años, mientras que su hermano tiene 14 años. En los últimos cuatro años, el Sr. Liu ha tratado de inscribir a sus hijos en diferentes escuelas en tres oportunidades, a pesar del peligro de verse expuesto y de ser arrestado. Los tres intentos fueron infructuosos debido a que la administración de las escuelas siempre solicita documentos oficiales válidos necesarios para que los nuevos estudiantes sean aceptados, tales como la identificación de los padres, un certificado de registro de residencia y un certificado de registro de estudiante.
Como consecuencia de ello, los niños no tienen más remedio que estudiar solos en su hogar. Miran con envidia a través de las ventanas de su apartamento alquilado a otros niños que asisten a la escuela. Xiaoguang le mostró su diario al reportero de Bitter Winter, en el que había escrito lo siguiente: “Quiero ir a la escuela, pero sé que no puedo hacerlo. Dado que la policía está buscando a papá y a mamá, no podemos regresar a nuestro hogar ni disfrutar una infancia feliz».
Xiaocheng, de trece años, también está padeciendo una situación similar. Sus padres también son creyentes y tienen que cambiar su lugar de residencia frecuentemente. Él afirmó: «He perdido la oportunidad de asistir a la escuela. No obstante, gracias a la ayuda que he recibido por parte de miembros de la Iglesia, he aprendido gradualmente muchos caracteres chinos».
Estos no son casos únicos. Una gran cantidad de hijos de creyentes perseguidos se ven privados de sus hogares y de cualquier posibilidad futura de aprender y adquirir una profesión. Es especialmente triste pensar en ellos durante la semana en la que la comunidad internacional está celebrando el Día Universal del Niño.
(Todos los nombres son pseudónimos)