Al negarse a unirse a la Asociación Patriótica Católica China (APCC) controlada por el Gobierno, algunos sacerdotes de Hebei se han visto obligados a abandonar sus iglesias y ahora organizan reuniones secretas «de estilo subversivo».
A pesar del acuerdo provisional del 22 de septiembre firmado entre el Vaticano y China, esta no ha dejado de hostigar a la Iglesia católica clandestina. Aferrándose a sus creencias, algunos clérigos clandestinos en la provincia norteña de Hebei, el corazón católico de China, se niegan a seguir los lineamientos del Partid, y pagan las consecuencias de volverse aún más clandestinos. Bitter Winter habló con algunos de esos sacerdotes.
Fue en el año 2011 cuando el padre Wang fue expulsado por primera vez de su iglesia emplazada en la ciudad de Shijiazhuang. Recientemente, a fines de septiembre de este año, cuatro días después de que se firmara el acuerdo entre el Vaticano y China, el padre fue localizado nuevamente y convocado para «mantener una charla” con el Departamento de Seguridad Pública local. Le preguntaron sobre las misas que celebra y la cantidad de creyentes que asisten a ellas.
Los funcionarios le exigieron que se inscribiera en el Departamento de Asuntos Religiosos y se uniera a la APCC controlada por el Gobierno tramitando su certificado de sacerdote con ellos, de lo contrario, las reuniones de su congregación serían consideradas ilegales y serían prohibidas.
El padre Wang se niega a unirse a la APCC. Recordó la carta escrita por el Papa Benedicto XVI a los católicos chinos en el año 2007, en la cual consideraba que la APCC era incompatible con la naturaleza específica de la Iglesia católica.
«Esto no es tan simple como obtener un certificado; es una cuestión de conciencia. El certificado significa que uno debe obedecer todo lo que dice el PCCh”. El padre Wang advirtió que la política de “sinicización” está creando numerosas situaciones en las que el clero y los creyentes tienen que hacer tales elecciones de conciencia.
“El PCCh prohibió el ingreso de menores a las iglesias, les exige a las iglesias izar la bandera china en sus altares y algunas han sido obligadas a colocar retratos de Mao Zedong y de Xi Jinping. Si nos unimos a la Asociación Patriótica Católica China y obedecemos al Gobierno, no solo iremos en contra de nuestra conciencia sino que, aún más, estaremos traicionando a Dios».
Él cree que luego del trato con la Santa Sede, el PCCh obtuvo una ventaja absoluta, y ya no le está dando espacio a la Iglesia clandestina. El padre Wang piensa que antes de firmar el acuerdo provisional, el Papa no consideró lo suficiente el dolor y la ansiedad que enfrentan los sacerdotes clandestinos.
Afirmó con impotencia: “La Iglesia católica clandestina enfrenta la amenaza de ser eliminada. Los sacerdotes no pueden continuar realizando actividades religiosas de manera normal, a menos que obedezcan y sigan los lineamientos del Partido».
Otro sacerdote procedente de Shijiazhuang, el padre Feng, ha sido perseguido por las autoridades durante meses, en un intento por obligarlo a unirse a la APCC. Fue convocado para ser interrogado en múltiples oportunidades, e incluso fue puesto bajo arresto domiciliario en un hotel, donde fue sometido en secreto a «conversión ideológica».
El padre Feng recibió la advertencia final el 25 de septiembre, cuando los funcionarios del Departamento de Asuntos Religiosos lo amenazaron con quitarle su certificado de sacerdocio si se negaba a cumplir sus órdenes. Él optó por abandonar la iglesia, pero sigue celebrando misas en secreto en los hogares de los creyentes.
El padre Ma, procedente de la ciudad de Xingtai, también tuvo que abandonar su iglesia debido a una persecución similar. Para evitar ser descubierto, tiene que cambiar frecuentemente el lugar donde celebra misas y solo les informa a los creyentes a último momento.
Informado por Feng Gang