Su templo fue clausurado en marzo de este año y todos los monjes fueron expulsados, pero el abad volvía de cuando en cuando, porque no tenía otro lugar donde vivir. Cada vez que era descubierto por funcionarios locales le ordenaban que se fuera.
Yuan Hongli (seudónimo) creció en una casa budista y fue abad del templo Qigu en la ciudad de Xinmi, en Henán. Después de que el nuevo Reglamento sobre asuntos religiosos entrara en vigencia a principios de año, el templo fue clausurado a finales de marzo.
Personal del Gobierno local precintó las tres puertas que tiene el templo y lo clausuró por considerar que era un “lugar religioso sin licencia”. Los monjes que residían en el templo, entre los que se encontraba el Sr. Yuan, fueron expulsados.
Sin embargo, los creyentes que vivían en los alrededores del templo querían reunirse de nuevo y, dos semanas más tarde, el Sr. Yuan regresó para quitar los precintos del templo. Tan pronto lo hizo, se presentaron en el lugar más de una docena de funcionarios de la Oficina de Asuntos Religiosos y de la comisaría de policía.
Confiscaron los libros religiosos del templo y le ordenaron al Sr. Yuan que trasladara la caja de donaciones, los incensarios y los cojines para arrodillarse al patio del templo. También confiscaron más de 500 libros. Luego, le dijeron al Sr. Yuan y a otro monje que recogieran sus pertenencias y abandonaran el templo.
Ambos estuvieron vagando durante diez días, pero no encontraron ningún otro lugar para quedarse, así que volvieron al templo y siguieron viviendo allí en secreto durante unos meses hasta que los funcionarios locales los descubrieron de nuevo. Les dijeron que algunos representantes del Gobierno central estaban de camino para hacer una inspección y advirtieron que detendrían a cualquiera que se atreviera a entrar en el templo.
El Sr. Yuan fue expulsado del templo por tercera vez, pero volvió después de un tiempo, ya que no logró encontrar un lugar para vivir. El templo fue allanado una vez más: el secretario municipal se presentó en el lugar con casi 20 personas y se llevó las llaves de las puertas del templo.
Actualmente, el abad vive fuera del templo. “Salimos de casa para adorar a Buda. Realmente no tenemos a dónde ir cuando el Gobierno nos obliga a dejar los templos. A veces, encontramos refugio en la casa de un creyente por unos días o nos refugiamos temporalmente en otro templo, pero, en general, vagamos sin rumbo. Nuestras comidas y alojamiento no están garantizados”, explicó el abad.
Informado por Jiang Tao