Desde agosto hasta octubre de este año, las autoridades de la ciudad de Daqing, en la provincia nororiental de Heilongjiang, clausuraron más de diez iglesias domésticas. Como consecuencia de ello, cientos de creyentes se han quedado sin sitios donde practicar su fe.
La represión llevada a cabo contra cada Iglesia doméstica deja ver un patrón común e inquietante. No obstante, cada historia es única, y merece ser contada.
Tomemos, por ejemplo, la iglesia doméstica emplazada en la zona de desarrollo de alta tecnología de Xincun del nuevo distrito de Wuhu, la cual ha servido a su comunidad de fe durante 20 años. El 17 de agosto, la iglesia fue clausurada luego de que oficiales de policía arrestaran al predicador de esta y obligaran al arrendador a que dejara de alquilarles el sitio de reunión. Luego de la clausura, los creyentes se vieron obligados a dividirse en grupos más pequeños para poder celebrar reuniones.
A principios de octubre, las autoridades del distrito de Ranghulu comenzaron a colgar pancartas exigiendo la eliminación de iglesias domésticas. En calles y callejones de todos los tamaños, se publicaron consignas antirreligiosas. Las comunidades y los subdistritos emitieron advertencias reiteradas en las cuales afirmaban que a las reuniones religiosas privadas se les impondrían multas de 5000 a 10 000 yuanes (aproximadamente de 714 a 1428 dólares). Los miembros de dos sitios donde se celebraban reuniones emplazados en el distrito de Ranghulu se vieron obligados a dividirse en grupos y a organizar reuniones más pequeñas compuestas por tres o cuatro personas, en lugar de reunirse como una comunidad. Los creyentes afirman con tristeza que sienten que se han convertido en un «grupo celular» en lugar de en una comunidad completa. La frecuencia de las reuniones también se redujo de dos veces a una vez por semana.
Un cuarto sitio de reunión perteneciente a una Iglesia doméstica emplazado en la zona de desarrollo de alta tecnología, sufrió pérdidas aún mayores. Debido al hostigamiento y a los allanamientos llevados a cabo por la policía, el edificio —por el cual los creyentes pagaron 800 000 yuanes (aproximadamente 114 000 dólares)— ahora se encuentra inactivo. Casi 100 creyentes se han quedado sin lugar donde celebrar reuniones.
Los relatos aquí contados resultan deprimentes para quienes valoran la libertad de religión y la libertad de reunión. Desafortunadamente, estos relatos son solo el comienzo.
Un sitio de reunión sumamente costoso y situado en una ubicación elegante no resultó inmune a la represión. Los creyentes de una comunidad habían gastado 4,5 millones de yuanes (aproximadamente 643 000 dólares) para comprar un espacio de casi 500 metros cuadrados ubicado en el piso 14 del Complejo de Oficinas Wanda emplazado en la ciudad de Daqing. No obstante, ese lugar de reunión fue clausurado dejando a más de 100 congregantes, entre los que se incluían unos 50 niños que concurrían ahí para la escuela dominical, sin un hogar espiritual.
En el mes de agosto, la Iglesia organizó un campamento de verano en un hotel de la ciudad. Aproximadamente 100 personas participaron en el campamento, incluidos estudiantes de escuelas primarias y secundarias, así como también estudiantes universitarios. Durante el campamento, oficiales de policía irrumpieron en el hotel y arrestaron a varios estudiantes universitarios. El alcalde de la ciudad y el director del Departamento de Asuntos Religiosos municipal participaron directamente en la clausura del campamento de verano y de la escuela dominical.
Luego de la clausura del campamento, los creyentes encontraron dos cámaras de vigilancia ocultas en el vestíbulo de la iglesia. También descubrieron que la cerradura de la puerta había sido manipulada. Finalmente, la comunidad se vio obligada a abandonar este sitio de reunión —en el que habían gastado una enorme suma de dinero para poder comprarlo— y comenzar a organizar reuniones más pequeñas y dispersas.
No obstante, los creyentes cristianos no pierden su fe cuando los sitios en los que celebran reuniones son suprimidos. Por el contrario, muchos encuentran un significado especial en los sacrificios que deben enfrentar. Por ejemplo, otra Iglesia doméstica emplazada en el distrito de Sartu, en la ciudad de Daqing, se vio obligada a dividir a sus 50 miembros en grupos de cinco y organizar pequeñas reuniones. De todas maneras, los creyentes aún continuaban celebrando una gran reunión cada mes y, por razones de seguridad, decidieron reunirse en una granja de cerdos lejana.
Para algunos, la granja de cerdos es una bendición disfrazada. Aunque estas reuniones están acompañadas por un olor desagradable, un creyente le dijo a nuestro reportero: “En la superficie, parece que nosotros, las Iglesias domésticas, sufrimos la peor persecución. En realidad, las más miserables de todas son las Iglesias de las Tres Autonomías. Las mismas se ven obligadas a colocar e izar la bandera nacional, a cantar el himno nacional, a adorar ídolos, a obedecer al Gobierno y a ir en contra de la palabra de Dios. Son más miserables en lo que respecta a sus corazones. Nosotros, a pesar de que el entorno es peor y, a veces más peligroso, sentimos una sensación de paz espiritual».
Información de Piao Junying