El Gobierno está acosando a los ancianos cristianos, confiscando Biblias y amenazando con cerrar residencias de ancianos. Ancianos y enfermos podrían terminar en las calles.
Hace poco, Bitter Winter informó que varias residencias de ancianos fueron clausuradas simplemente por haber sido fundadas por cristianos. Por otra parte, se amenaza a los cristianos con expulsarlos de las residencias oficiales si profesan su fe. Son casos preocupantes que se repiten por toda China.
Más de 70 adultos mayores y personas discapacitadas, incluidos algunos cristianos, viven en una residencia de ancianos ubicada en una aldea bajo la administración de la ciudad de Luoyang, provincia de Henán. Para ellos, la amenaza de ser expulsados de la residencia supone un enorme peligro. Por ese motivo, las inspecciones de los funcionarios gubernamentales son una fuente constante de ansiedad para los residentes.
Durante una reciente inspección, los funcionarios del Gobierno amenazaron a un creyente discapacitado que se negó a entregar su Biblia, diciendo: “¡Todas las Biblias deben ser confiscadas! ¡Ya nadie tiene permitido creer [en Dios]! ¡Cualquier persona que se resista será expulsada!”. Era la segunda vez en menos de un mes que las autoridades ingresaban a la residencia sin previo aviso para realizar una inspección.
Al final, el creyente discapacitado se vio obligado a entregar su ejemplar de la Biblia. También se confiscaron más de 50 libros religiosos que las autoridades encontraron durante las dos inspecciones.
“El Gobierno no solo amenaza”, dijo una persona de avanzada edad. El Sr. Zheng, encargado de vigilar la entrada, fue despedido por permitir que predicadores entraran y salieran de la residencia de ancianos. También se advirtió a los predicadores que serían arrestados si volvían a la residencia para predicar de nuevo.
Un cristiano octogenario de la residencia dijo indignado: “El Gobierno dice que se nos permite jugar mahjongg y póquer, pero se nos prohíbe creer en Dios”. ¿Qué tipo de Gobierno es este?
No solo se hostiga y amenaza a los adultos mayores de las residencias, las propias instituciones están en peligro: las fundadas por cristianos están siendo amenazadas con el cierre. Quienes puedan “salvarse” de tal destino deben considerarse afortunados.
Una residencia de ancianos de la ciudad de Dandong, provincia de Liaoning, en el noreste de China, fue prácticamente disuelta debido a su origen cristiano. Unos pocos cristianos tomaron la iniciativa de establecer este hogar de ancianos sin fines de lucro para aliviar la carga de sus hijos. Demostrando consideración por los creyentes de edad avanzada que tienen movilidad limitada, un predicador venía regularmente al asilo para dar sermones y ayudar a los adultos mayores a resolver dificultades en sus vidas.
Sin embargo, desde junio de 2018, esta residencia de ancianos que ha brindado esta atención caritativa ha sido objeto de múltiples acciones de hostigamientos y advertencias por parte del personal gubernamental. Un funcionario dijo: “Si quieren disfrutar de la vida como jubilados aquí, tienen absolutamente prohibido creer en Dios. De lo contrario, esta residencia se cerrará y se disolverá de inmediato. A partir de ahora, la puerta debe permanecer abierta. Volveremos para hacer una inspección en cualquier momento”. Los funcionarios también amenazaron al predicador que visitaba a los adultos mayores con frecuencia. Señalaron que si seguía ofreciendo asistencia a los adultos mayores sería detenido.
Una persona mayor le suplicó al oficial: “Todos tenemos más de 80 años y estamos muy enfermos. Nos resulta difícil movilizarnos y por eso no podemos ir a la iglesia”. Los funcionarios no mostraron ningún tipo de compasión.
Por la presión del Gobierno, la mayoría de los residentes y trabajadores del centro se marcharon. Tres adultos mayores que no tenían a dónde ir tuvieron que quedarse en el lugar sin nadie que los cuidara. Además, al haber perdido la ayuda de la Iglesia, estos tres adultos mayores deben pagar por todos los gastos de la residencia de ancianos, lo que les supone una presión económica inmensa. Sin embargo, estos ancianos prometen seguir adelante.
Con sumo cuidado, un anciano mostró una Biblia que había envuelto en un paño y escondido bajo de su colcha. Explicó, con una mezcla de emoción y desesperanza, que “el Gobierno no permite organizar reuniones ni leer la Biblia, así que tengo que mantenerla escondida y leerla a ratitos. Tan pronto veo que alguien se acerca, la guardo rápidamente en el bolsillo”. La tristeza y la impotencia del anciano se reflejan plenamente en estas breves palabras.
Informado por Jiang Tao