Mediante una marcha de antorchas por la paz llevada a cabo en Rho se le solicitó al Gobierno italiano darle la bienvenida a víctimas de la persecución religiosa.
Marco Respinti
En la tarde del viernes 18 de enero, se llevó a cabo una marcha de antorchas por la paz en Rho, una ciudad situada en la periferia noroccidental de Milán, la cual alberga los famosos pabellones de exposiciones de la metrópolis lombarda. La misma fue organizada por el Consejo de Migrantes del Municipio de Rho, los Alcaldes del Pacto del Noroeste (una iniciativa tendiente a coordinar a algunos de los alcaldes de Lombardía, Piamonte y Liguria), y AVIS, la mayor organización italiana de donantes de sangre.
En medio de las miradas intrigadas de los transeúntes, un desfile silencioso recorrió las calles de la ciudad, iluminada únicamente por las antorchas que llevaban los manifestantes. Sin cantos y sin consignas. De hecho, solo se habían diseñado carteles para poder expresarse. Entre los manifestantes se encontraban representantes de la Asociación Multicultural Oasi de Rho, de la Liga Cultural Árabe-Islámica y, ante todo, exiliados chinos pertenecientes a la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT), el nuevo, más grande y más perseguido movimiento religioso cristiano chino, con sus inequívocos mensajes dirigidos al Partido Comunista Chino (PCCh) y al mundo entero, los cuales decían: “No a la persecución religiosa”, “Luchemos contra la tiranía del PCCh”, “Democracia y libertad” y “Queremos paz, no persecución”.
Posteriormente, el desfile se dirigió hacia el Auditorio Municipal «Padre Reina», donde, luego de una recepción, tuvo lugar un concierto, y algunos alcaldes de la zona tomaron la palabra —en primer lugar, Pietro Romano, el alcalde de Rho— analizando en mayor medida el tema de la paz, centrando la atención en la cuestión de recepción de migrantes y criticando básicamente las reformas relacionadas con este tema que fueron propuestas por el nuevo Gobierno italiano (en funciones desde el 1 de junio de 2018, luego de las elecciones celebradas el 4 de marzo), o el denominado «Decreto de Seguridad e Inmigración» (Decreto Ley Nro. 113 del 4-10-2018, convertido con enmiendas en la Ley Nro. 132 de 01-12-2018).
En Italia, el «Decreto de Seguridad» se encuentra situado en el centro de un animado debate, el cual nos concierne aquí solo en la parte relacionada con las consecuencias actuales y posibles para los solicitantes de asilo que huyen de China. El Título I (artículos 1 a 15 ter) del Decreto trata sobre las «Disposiciones relacionadas con la expedición de permisos especiales de residencia temporal con fines humanitarios, así como también sobre protección internacional e inmigración». No se trata de obtener la condición de refugiado, para lo cual la legislación anterior sigue vigente, sino la protección humanitaria temporal, a la que los refugiados chinos han recurrido frecuentemente. En el mismo se enumeran seis casos que conceden derecho a la protección humanitaria temporal: tratamiento médico para tratar situaciones patológicas excepcionalmente graves, protección social para víctimas de violencia o explotación, protección para personas que hayan sufrido violencia doméstica, desastres excepcionales que impiden que los extranjeros regresen y permanezcan en sus países de origen en condiciones seguras, actos de valor civil particular (los cuales sustancialmente poseen un valor gratificante), y la no aceptación de la solicitud de protección internacional vis-à-vis la imposibilidad de expulsar al solicitante ante el riesgo de someterlo a la privación de derechos humanos fundamentales.
La limitación más significativa del decreto radica en el hecho de que no menciona de manera explícita la persecución por razones religiosas. Solo a partir del último de los seis criterios previstos en el «Decreto de Seguridad» es posible, de hecho, inferir una referencia a la persecución religiosa, junto con la persecución por motivos de raza o sexo, pero la referencia solo está dada de manera indirecta.
En resumen, el Decreto contiene una referencia a la persecución religiosa, pero es pequeña, muy pequeña. Por lo tanto, convertirlo en el punto de partida de la política de bienvenida de migrantes a Italia es, como mínimo, algo muy difícil.
La marcha de antorchas de Rho reiteró, de manera calmada, algo que es virtud de los fuertes, que la libertad religiosa debe ser el primer criterio, aunque ciertamente no el único, para establecer quién tiene derecho a que se le conceda asilo y protección. Pero para que esto ocurra, es necesario que se dé un cambio completo de paradigma, una profunda transformación cultural de la sociedad italiana y, por lo tanto, de las instituciones italianas. Y al no tratarse esta de una solicitud confesional, está atestiguada por la labor diaria de activistas y organizaciones, incluidas las personas seculares, a favor del pleno respeto de los derechos humanos que, sin lugar a dudas, coloca a la libertad religiosa en el lugar más importante de su compromiso.
Para recordar este tema en Rho, se encontraban presentes los miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso, los cuales actualmente padecen la represión más severa en el contexto de la guerra china contra todas las religiones, incluidas las aprobadas por el Gobierno, la cual es llevada a cabo por el régimen comunista, mientras, sustancialmente, el mundo mira hacia otro lado.
La minimización de la persecución vigente en China, y especialmente la desplegada contra la IDT, es, después de todo, un gran favor que le hacen los países occidentales al régimen totalitario chino, los cuales mientras toman decisiones relacionadas con las solicitudes de asilo, aceptan sin críticas (a pesar de que actualmente existan medios científicos de contraste efectivo) las noticias falsas producidas y difundidas por el régimen comunista de Pekín.
En Rho, el desfile de miembros de la IDT durante la Marcha de Antorchas por la Paz de los alcaldes ha recordado de manera dramática que en Italia la llegada de refugiados no solo significa barcos y contrabandistas, sobre todo (y digo sobre todo porque muy pocos lo enfatizan), significa también libertad religiosa y persecución de cristianos (entre otros). Hasta que este criterio no les quede claro a quienes deben distinguir a los verdaderos refugiados de otros tipos de migrantes, los riesgos de enviar a los fieles de la IDT de regreso a un país donde su Gobierno, por el simple deseo de creer en Dios y vivir abiertamente en consecuencia, castiga con violencia, torturas e incluso la muerte, se repetirán.
Sucedió descaradamente en la Alemania de Angela Merkel, a pesar de la movilización internacional llevada a cabo por nueve ONG. Canadá, Nueva Zelanda, Suecia y algunas jurisdicciones de los Estados Unidos reciben con agrado las solicitudes de protección de refugiados presentadas por miembros de la IDT y algunos fallos recientes repiten dicho accionar en Italia, mientras que la situación sigue siendo muy difícil en Japón y en Corea del Sur, donde los solicitantes de asilo pertenecientes a la IDT son numerosos y, hasta ahora, ninguna de sus solicitudes ha sido aceptada.
En Rho, los exiliados de la Iglesia de Dios Todopoderoso han expresado, con gentileza y firmeza, la gratitud que sienten por el país que ya los alberga, así como la sincera preocupación de que Italia no ingrese a la lista de países que, queriendo legítimamente poner orden en el caos en curso generado por la migración, terminan rechazando incluso a los refugiados que abandonan su país para escapar de la persecución religiosa, confundiendo a los perseguidores con los perseguidos.
(El abogado Roberto Respinti brindó asesoramiento sobre los aspectos legales discutidos en este artículo).