Las autoridades chinas establecen puestos de control, cámaras de vigilancia, rastrean viajes y hostigan a estudiantes en un esfuerzo por erradicar la fe musulmana.
Si desea ver un estado policial moderno en acción, diríjase a la Región Autónoma Uigur de Sinkiang situada en el extremo occidental de China.
En Sinkiang, a lo largo de las calles principales hay una estación de inspección ubicada aproximadamente cada 50 metros. Inspectores aprobados por el Estado verifican los teléfonos móviles de cada individuo para comprobar si están en contacto con sus parientes musulmanes que viven fuera del país, o si se están comunicando con líderes religiosos en el extranjero. Cualquier uigur que abandone China se enfrentará a un dilema: si regresa a China, es probable que sea arrestado y enviado a un campamento de «transformación por medio de educación». Si no regresa a China, lo más probable es que sus familiares sean enviados a dichos campamentos. Incluso, el hecho de solicitar un pasaporte puede hacer que un uigur sea considerado una «persona inestable» y sea enviado a «estudiar». Todas estas amenazas fueron reportadas a Bitter Winter por fuentes anónimas procedentes de Sinkiang.
Nuestras fuentes también revelaron que diversos funcionarios habían incitado a los ciudadanos de Sinkiang a denunciar a sus vecinos. A algunos residentes se les exigió instalar cámaras de vigilancia en sus hogares. Al hablar sobre la sofisticación y el grado de capacidad tecnológica de la vigilancia, una de las fuentes afirmó: «Difícilmente puedas imaginarlo. Cada vez que individuos de etnia uigur y hui van de compras a un supermercado o a un mercado de frutas y verduras, e incluso cuando utilizan baños públicos, deben pasar su tarjeta de identificación. Esto ya se ha convertido en un hecho común para las personas de Sinkiang».
Los uigures que trabajan fuera de Sinkiang también son vigilados y controlados por las autoridades.
Amina es una mujer uigur que trabaja en la provincia china norteña de Shanxi. Ella le dijo a Bitter Winter que si un individuo de etnia uigur desea trabajar fuera de Sinkiang, debe dirigirse a la estación de policía local y completar un formulario de registro detallado. Además, el Gobierno de Sinkiang asigna a una persona para que todas las semanas llame por teléfono de manera aleatoria a los trabajadores y les pregunte sobre su situación fuera de Sinkiang. El que no conteste el teléfono en tres oportunidades, podrá ser arrestado por agentes de policía y enviado de regreso a su hogar en China Occidental. Muchos uigures de Sinkiang que viven fuera de la ciudad temen no tener sus teléfonos móviles a mano en todo momento.
Tan estricta vigilancia también ha afectado los viajes y el alojamiento de los uigures.
Xin Ran trabaja como recepcionista de un hotel emplazado en la ciudad de Qinhuangdao de la provincia de Hebei. Ella le reveló a Bitter Winter que, el año pasado, el hotel en el que trabaja recibió por medio de WeChat un mensaje procedente de la policía local. El mensaje exigía que, si en el hotel se hospedaba algún uigur proveniente de Sinkiang, el propietario debería notificar dicho hecho a la policía y la habitación adyacente a la del uigur debería ser reservada para ser ocupada por personal de seguridad pública. También se exige que los hoteles estén equipados con vehículos para que los miembros del personal de seguridad pública asignados para vigilar a los uigures puedan desplazarse a voluntad. Estas estrictas regulaciones han provocado que muchos hoteles y posadas se nieguen a aceptar viajeros provenientes de Sinkiang para evitar involucrarse en problemas.
«En octubre pasado, dos mujeres uigures procedentes de Sinkiang se dirigieron a un hotel para pasar la noche», afirmó la Sra. Xin. «El propietario del hotel se sintió preocupado al pensar que podía verse involucrado en problemas, por lo que las rechazó. Otros hoteles cercanos tampoco se atrevieron a recibirlas. Finalmente, las mismas se vieron obligadas a pasar la noche en la calle”.
Incluso algunos estudiantes universitarios de etnia uigur que estudian en otras provincias también se han convertido en víctimas de las severas políticas regulatorias implementadas por las autoridades.
En septiembre pasado, Rena, una estudiante de etnia uigur, realizó un viaje junto a algunos compañeros de clase. Mientras esperaban un tren en la estación fueron interrogados por agentes de policía. Luego de que la policía se enterara de que Rena era una uigur procedente de Sinkiang, la llevaron hasta una sala para ser interrogada. Cuatro o cinco policías armados con bastones ingresaron a la habitación después que ella y verificaron sus tarjetas de identificación y estudiantil. Colocaron una tarjeta en su teléfono móvil para escanear su historial de llamadas y monitorear su localización.
Rena fue liberada, pero durante el resto de su viaje fue sometida a un «tratamiento especial» a causa de su identidad. Se le solicitó identificarse de manera constante, incluso mientras cenaba en el hotel, y fue interrogada por la policía sobre el registro de sus tarjetas de identificación estudiantil y de residencia, además de solicitarle otro tipo de información.
Los que viajaban con Rena también se sintieron preocupados y temerosos al ver la forma en la que su compañera de viaje era tratada. Un compañero de clase de etnia han afirmó: «No sé qué sucederá. Nunca antes nos hemos enfrentado con una situación así».
A pesar de que los uigures son, en teoría, oficialmente «autónomos», en realidad, no tienen autonomía alguna. Los mismos son considerados «terroristas» por el Partido Comunista Chino, además de ser discriminados y perseguidos.
(Todos los nombres son pseudónimos.)
Información de Chang Xin